- Redacción
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- 2000-12-01 00:00:00
Capricho de Goya
Herederos de Camilo Castilla.
En su entramado de seda y miel no hay estridencias, transcurre aterciopelado en el paso de boca. Aunque se basta por sí mismo, sus virtudes se verán acrecentadas con una tarta de chocolate amargo o trufas de chocolate.
Casta Diva 1998
Gutiérrez de la Vega.
Aromas que recuerdan las flores, las pieles de cítricos o las especias, demás de notas de almendras y mieles. Esta combinación le sienta de maravilla a los deliciosos turrones de Jijona. Un encuentro difícil que el vino supera con facilidad.
Dolç de l'Obac 1998
Costers del Siurana, S.A.T.
Un tinto que recuerda a un Oporto vintage, que sirve para acompañar postres de chocolate y llegar hasta la sobremesa, el café, el puro y la copa.
Dolç de Mendoza 1998
Enrique Mendoza.
El chocolate es un alimento muy difícil de casar con un vino, debido a los exóticos aromas del cacao. Convivirá bien con este Dolç, elaborado de una Monastrell sobremadura, pleno de aromas frutosos y de un dulzor muy equilibrado.
Don P. X. 1972
Toro Albalá, S. A.
Es un dulce excepcional, licoroso, complejísimo de aromas y con una untuosidad de terciopelo. Aquí cabe el contraste: un surtido de helados finos, para que los aromas de ambos se unan en retronasales. Será sencillamente luminoso.
Gran Feudo Moscatel 1999
Julián Chivite.
Los matrimonio insólitos suelen durar. Este vino, menos profundo que otros moscateles, es el acompañante perfecto para un pato lacado al estilo oriental: sus finos aromas florales aumentarán y acompañarán los olores delicados y dulzones del pato.
Malvasía El Grifo 1999
El Grifo.
Dulcemente equilibrada, con los aromas de fruta exótica y piel de melocotón claros. Es una malvasía que puede realzar el más bien soso Brazo de Gitano, también llamado Tronco de Navidad.
Nadal 1999
Cava Nadal.
Un tipo de vino raro todavía en España. Su dulzor y concentración están conseguidos a base de uvas botritizadas. Y sin duda es un buen acompañante de patés y foie-grass de oca sin tener que recurrir a los productos foráneos.
Noé
González Byass.
Sencillamente extraordinario. Un vino que representa un delicioso postre en sí mismo, pero que acompaña bien a casi todo lo elaborado con azúcar. Reserve una copita para el café, pues los aromas del vino fundidos con los de la infusión pueden ser memorables.
Olivares 1998
Olivares.
Voluptuoso, notas de fruta madura y recuerdo original de aceitunas negras. Puede probarlo con quesos azules o ir más allá: sumergirse en el mundo mágico del maestro Adriá y comer un foie-grass caramelizado con mango, bajo la protección del dulce tinto jumillano.
P. X. 1998
Alvear.
Es joven, perfumado, con el vigoroso cuerpo que da la variedad Pedro Ximénez. Irá de maravilla con los turrones, ya sean de Jijona, ya de Alicante, las garrapiñadas, los polvorones de Estepa y al mejor mazapán de Toledo.
Tres Leones
López Hermanos, S.A.
Este moscatel es la delicadeza misma hecha vino. Recuerdos de pétalos de rosa, un toque oriental de jazmín y el perfume nocturno de la dama de noche. Hay que emparejarlo con postres muy delicados: unas finas milhojas o unos pastelitos de nata serán buenos compañeros.