• Redacción
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• 2001-04-01 00:00:00

La Palma es una de las islas más montañosas del mundo, en proporción a su superficie, y no digamos a su perímetro. Es el mágico decorado de un cuento de Tolkien en el que se suceden página tras página, kilómetro a kilómetro, bosques envueltos en bruma, palmerales abocados al mar, barrancos infranqueables, cimas y simas pobladas de antediluvianas laurisilvas y desiertos mares de lava de la Caldera de Taburiente en los que, caprichosamente, nace el único río de la isla. Es una geografía vertiginosa surcada por impracticables caminos frente a los que el mar se asoma o se esconde a cada recodo, en alguna mínima terraza o en ariesgados miradores tierra adentro.
Y aunque el viajero llegue preparado para todo eso, siempre encontrará un rincón ignoto o una sorpresa. Puede ser un temporal capaz de transportar en volandas los contenedores del muelle y convertirlos en inestables barquichuelas o encontrar nevadas las calles de una capital de aspecto casi tropical. Falsa nieve de polvos de talco esparcidos en el desfile de Indianos, el broche de oro (blanco) de su peculiar Carnaval.
Pero, en lo que aquí nos ocupa, la sorpresa permanente son las viñas y los vinos. Son tradicionalmente una producción doméstica, afamados desde mil seiscientos y pico, y conservados como una docena de cepas que se extienden a la puerta de la casa. Lo difícil es distinguirlas, son cepas leñosas que se arrastran para defenderse del viento, en pendientes o en terrazas robadas a pico y labradas a mano. A menudo se circundan con tiras de lona o plásticos de colores, como en una granja de juguete, para mantener alejados a sus más golosos predadores: los conejos.
Menudean tambien los lagares caseros, algunos de ellos verdaderas piezas históricas con cubas de pisa, de madera o cemento, y robustos mástiles de prensa, troncos de árboles centenarios.
Un puñado de emprendedores viticultores -y viticultoras, como las ejemplares Eufrasina y Onésima- han ido transformando en los últimos años sus instalaciones, y ahora sus bodegas cuentan con depósitos de temperatura controlada, pulcras tolvas, prensas técnicas y lo necesario para perfeccionar sus vinos y para facilitar las labores que, eso sí, siguen siendo artesanía familiar.
Tres zonas bien diferenciadas -Hoyo de Mazo, Fuencaliente y el Norte- y una enorme variedad de vidueños origina un sorprendente catálogo en el que lo más delicioso siguen siendo los dulces malvasía y lo más específico: los “vinos de tea” con el marcado aroma y gusto de resina que revela su crianza en barricas de pino.
Pero todos, bodegas grandes y pequeños productores, compiten cada vez más en calidad, y a la vez se aúnan para que la información y el vino salga del aislamiento.

La DO en cifras

Sede del Consejo Regulador:
C/ Dr. Esteban Acosta 7. 38740 Fuencaliente (La Palma) Canarias
Tel. 922 444 404 y 432 Fax. 922 444 404
Presidente: Carlos Mario Fernández Felipe.
Secretario: José Enrique Pérez.
Superficie de viñedo inscrita ................................. 1.050 Has.
Registro viticultores ........................................... 1.447
Producción 2000 ................................................ 2.270.000 Kg.
Variedades más extendidas:
Blancas: Malvasía, Listán Blanco, Verdello, Gual, Bujariego, Sabro, Forastera, Bastardo blanco, Bermejuela, Moscatel.
Tintas: Negramol, Listán, Almuñeco, Tintilla, Moscatel negro.
Calificación últimas cosechas: (95)MB, (96)B, (97)B, (98)B, (99)B