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La elaboración de los vinos rosados es similar a la de los blancos, con la salvedad de que se emplea uva tinta, o una mezcla de blanca y tinta. Pero no todos lo rosados son lo que parecen ser, y conviene aclarar ciertos matices y términos equívocos. Rosados y claretes se dan la mano, pero son dos tipos de vinos distintos, que incluso estaban definidos en nuestro Reglamento del Estatuto de la Viña, del Vino y de los Alcoholes. La confusión que existente es grande, y en muchas ocasiones se vende una cosa por otra. La diferencia radica en el método de elaboración. En los rosados la fermentación, llamada fermentación en virgen, se realiza sin presencia de los hollejos y a temperatura controlada para obtener vinos frescos y afrutados, mientras que en los claretes la fermentación es en presencia parcial de los hollejos de la uvas tintas. El resto de las operaciones que se llevan a cabo son las mismas que las empleadas para la vinificación de los blancos. En el ámbito europeo, es decir en la normativa de la UE, no se reconoce legalmente el vino clarete como tipología, quedando prácticamente relegado su uso para aquellos que realicen sus elaboraciones en zonas de ámbito rural, con tradición de claretes, donde suele llamarse clarete al mismo rosado.