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Como aperitivo y algo más

  • Redacción
  • 2001-05-01 00:00:00

Siempre se ha dicho que los rosados, al igual que los blancos jóvenes afrutados, se prestan como acompañamiento ideal a la hora del aperitivo, bien fresquito (entre 8 a 10º C.) Es verdad, pero también son muy válidos para armonizar con una buena comida, eso sí, buscando el equilibrio y sin dogmatismos. Carnes blancas, verduras gratinadas, pastas, arroces, setas, ahumados, aves, charcutería, cremas, sopas tortillas, pimientos... son algunas sugerencias de las más típicas y recomendadas. Más alegremente y con intención de aumentar el amplio juego que estos vinos ofrecen con casi todo tipo de platos, podemos acompañarlos con mariscos y pescados cocidos y en salsa, carnes rojas, caza, asados de cordero, cerdo o buey, estofados de carnes, conservas, quesos curados, verduras cocidas, estofado de legumbres, escabeches de pescado, ensaladas, foie, algunas comidas especiadas y condimentadas, puerros, espárragos. También existen enemigos gastronómicos, alimentos que aturden el paladar y el olfato desequilibrando, en ocasiones, la armonía entre vino y plato. El ajo, es uno de ellos: su olor se impone a los delicados aromas de un rosado afrutado, o la cebolla, que aunque menos agresiva, también altera la características de estos vinos. Hay mucho donde elegir y los rosados darán la talla.

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