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La Denominación de Origen Toro está, al igual que otras zonas españolas, en plena ebullición. Ya no es una alternativa futura a las incursiones foráneas o un tesoro vinícola por descubrir: es una realidad palpable. Del gran potencial de Toro para elaborar tintos de calidad, que muchos técnicos y bodegueros vaticinaron, se ha pasado directamente a la incursión de nombres como Vega Sicilia, Pesquera, Marqués de Riscal, Bodegas Primicia, Mauro, la familia Eguren, Marco Real y muchos más, que han puesto en marcha numerosos proyectos para sacar partido de esta tierra de promisión, de este nuevo paraíso vinícola del que tanto hablamos en los medios de comunicación. Pero no sería justo, ni objetivo, excluir de la enumeración de los vinos excelentes de la D.O. Toro, a los verdaderos pioneros, a los auténticos artífices de ese potencial. Personajes como Manuel Fariña, Wenceslao Gil, Antonio Sanz..., que han trabajado desde dentro, durante muchos años, para sacar lo mejor de esta tierra y enriquecer el mercado con vinos singulares, vigorosos, muy expresivos, carnosos, con estructura y equilibrio.
