• Redacción
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• 2002-01-01 00:00:00

e la primera cosecha del siglo que comienza a dar sus primeros pasos, sólo caabe esperar satisfacciones. Los recipientes se entintan de colores amoratados, de violáceos, de reflejos brillantes, púrpura o rojos como el carmín. Los aromas toman posesión de ese espacio recogido que es la copa, lo colman con frescura y recuerdan todavía el fruto de la vid recién vendimiado, maduro y dulcemente carnoso. Desde la menta a los aromas de la fresa, mora, casis, arándano o el refrescante toque de regaliz. Todos los años en enero, nos ocupamos de catar, sopesar y evaluar esos vinos avanzados, elaborados con el sistema de maceración carbónica. Aquel producto liviano y chispeante, rey del chiquiteo, ha dado un giro espectacular. El llamado “vino de cosechero” por fin se hizo mayor. La aventura de los pioneros riojanos, Artadi, Murmurón, Luberri, y algún otro que no recuerdo, de dotar al maceración carbónica de cuerpo, color y estructura, es compartida en la actualidad por numerosos cosecheros en la Rioja alavesa, su patria natural. Además comienza a ser una seria opción de ventas en otras comarcas tan distantes como Toro, El Bierzo, Aragón, Murcia, Madrid o Canarias. Distintos vinos, aromas y sabores para todos los gustos.
Que nadie piense que se trata de un subproducto para sacar al mercado muchos litros de una materia prima que no sirve para otra cosa. Este vino joven, en España es un verdadero lujo. Todos se confeccionan con las variedades más nobles. La cosecha 2001 se presenta con el denominador común de un año excelente. Se dice que la vendimia ha menguado manifiestamente, respecto al pasado año, sobre todo por la continuada sequía del verano y parte del otoño. Como dato indicador, en Castilla-La Mancha se ha recogido el 30% menos que el año anterior, una zona que, como sabemos, produce cerca de la mitad del vino español. Como la máxima dice que a menor cantidad mejor calidad, me atrevería a afirmar que en las principales D.O., esta cosecha será la primera “excelente” del siglo.

Los primeros, en Primer

Fueron madrugadores los cosecheros este año. En Madrid, el último día de noviembre y el primer fin de semana de diciembre, se celebró la muestra de vinos de maceración carbónica, ya un salón clásico. Esta vez la cita fue en la estación de Atocha. Se presentaron cerca de 50 mostos, elaborados con esta técnica singular, que permite disfrutar de las virtudes de un vino (sobre todo tinto) antes que los obtenidos con otros procedimientos. Como es natural, hubo sorpresas. Nuevas bodegas que a su vez hacían el primer vino de maceración, y enólogos que presentaban su “ópera prima”. Aunque la sorpresa de la muestra fue doble: la cooperativa de Higueruela, “Santa Quiteria” y la de Alpera, dos bodegas acogidas a la D.O. Almansa, que han presentado sendos vinos elaborados de forma magistral por Pedro Marín, enólogo que posee un conocimiento extremo de la región. Su singularidad radica en el buen uso que hizo de la Garnacha tintorera, hasta ahora reservada solamente para dar color a vinos de baja condición. Felicitaciones.
Una añada prodigiosa

Otro año más el Sauvignon blanc de Palacio de Menade fue el más aromático. Toro cada año aporta más novedades, con más bodegas interesadas en elaborar estos vinos jóvenes. Santiago Gracia, en Cariñena, sigue con su Urbezo, un joven que aguanta años en la botella sin bajar la calidad. El Primero de Fariña es ya un clásico, y su excelente calidad se conoce prácticamente en toda Europa desde hace tiempo. También es conocido el precioso Amant de los Sanz. Wences Gil no elaborará este año su “Beybi”. Su plaza sin embargo, la ha ocupado la bodega toresana Liberalia, con un maceración fermentado en barrica, bueno, aunque poco característico. Bierzo es una futura zona de grandes vinos, y ya están aquí los adelantados. Cada año acuden más manchegos a la muestra: a los ya tradicionales Castillo de Alambra, Ruiz de Villanueva o el Ágora se unen denominaciones como Méntrida con sus poderosas garnachas y Mondéjar, con la sutil Tempranillo como base. Ha llamado la atención el Valdepeñas, Alba de los Infantes, jugoso y fresco.
Y qué decir de los canarios, originales y espléndidos, cada vez más centrados en su Listán, que ofrece un excelente juego para estos vinos. Poca Monastrell ha llegado este año a la muestra, solo la de Castaño, pero es uno de los mejores. Con este panorama, en Rioja se han tenido que poner al día con vinos potentes y con el cuerpo de una Tempranillo pletórica. El pequeño de los Palacio, Rafael, me dio a catar un vino excelente al que -con buen criterio- se le dará una mano de madera, la justa, como saben muy bien trabajar en esa casa. Luberri, el vino que mayor puntuación ha obtenido en la cata, está sencillamente colosal.
Remírez, Ostatu, Pujanza, Ijalba, Bécquer... todos sin olvidar los blancos que también tienen su enjundia, auguran un año pródigo en vinos excelentes. Esto solo es un adelanto.