Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Una buena bodega, además de ser tan solo un lugar de paso para los vinos que fueron concebidos para vivir y morir jóvenes, es la residencia de reposo obligado donde las grandes promesas evolucionarán y madurarán hasta su terminación definitiva. La gran mayoría de los aficionados coinciden en guardar en sus bodegas particulares tesoros -todos ellos tintos- que tratan de sobrevivir al fenómeno de la caducidad de la vida. Pero por desconocimiento, no siempre hemos sabido comprender las virtudes de envejecimiento de un buen blanco, de las características complejas del Chardonnay con crianza en maderas finas. Sus cualidades, tales como el buen grado alcohólico, la acidez pellizcante, el color penetrante y una buena adaptabilidad al medio, la diferencian del resto de los mortales. Al cabo de unos años de guarda habrá ganado en complejidad aromática y un paladar más aterciopelado.