- Redacción
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- 2002-05-01 00:00:00
N ada es eterno. Ni en el cielo ni en la tierra. Tarragona y sus vinos pueden dar fe, puesto que han asistido al auge y el fin de una próspera relación con nada menos que tres Imperios. Dieron al César lo que era del César, incesantes exportaciones a Roma que animaban el puerto de Tarraco, vinos alabados por Plinio el Joven, por Marcial y por tantos gourmets o puntillosos cronistas latinos. Dieron a dios lo que es de dios, vinos para consagrar en misa, puros, sin filtrar, limpios solo con clara de huevo y criados durante dos años. Aunque esta última característica más parece hedonismo clerical que exigencia divina dictada ex catedra.
Frente a estos, el imperio británico parece una nadería, pero los importadores londinenses supusieron una potente inyección económica para el sector vitivinícola a lo largo de un siglo, a caballo entre el XIX y el XX.
A pesar de que esos pilares parecían inconmovibles, la vitalidad de los vinos de Tarragona entró durante décadas en un cierto letargo, en la rutina de las cooperativas y la rentable invisibilidad de los graneles, tanto que, a pesar de ser una de las D.O. más extensas, su nombre o las contraetiquetas del Consejo Regulador apenas aparecían en los escaparates o en las mesas. Pero la historia no ha dicho la última palabra, y hoy en día es un hervidero de novedades, como consecuencia de ocupar un territorio fronterizo entre el floreciente poderío del Priorato y el Penedès. Como ejemplo, en esta fecha no está contabilizada oficialmente la extensión de las parcelas que suma la Denominación de Origen. Está muy reciente la última reestructuración, la escisión de una de sus comarcas señeras: Falset, que el pasado mes de noviembre se convirtió en D.O. con el nombre de Montsant.
El actual reglamento circunscribe la zona de producción a 72 términos municipales distribuidos en la comarca Camp de Tarragona y Ribera d´Ebre. Ampara y controla vinos de calidad blancos, tintos y rosados, vinos de licor “Tarragona clásicos”, mistela, moscatel, garnacha, rancios y espumosos. Como puede verse, acumula una variedad de estilos que recoge toda la tradición que se ha conservado viva en cellers domésticos, en cooperativas de venta a granel y también en la tenacidad de alguna bodega local o en la visión de algunas otras que acuden, experimentadas en otras zonas, al reclamo del inconfundible sabor mediterráneo.
Porque eso sí se conserva, y no solo en los vinos fortificados o en los clásicos, melosos, concentrados, sino también en los actuales tintos de variedades ávidas de sol y generosas en profundidad, en matices. Las relativamente nuevas plantaciones de Cabernet y Merlot están dando óptimos resultados, sobre todo en vinos jóvenes o con una crianza muy ligera. Se inauguran o se renuevan con este fin las naves de barricas, en las que incluso se experimenta con vinos blancos, con Macabeo y las originales garnachas blancas de la región.
Lo que habría que esperar en esta nueva andadura es que la D.O. encuentre y afiance su originalidad, y que reviva las elaboraciones tradicionales investigando en pos de la calidad por encima del tipismo y del pasado. Esa parece ser la línea, lo que merece una detenida atención por parte de los aficionados.
La DO en cifras
Sede del Consejo Regulador: Avda. Catalunya, 50 43002 Tarragona. Tel. 977 217 931 Fax 977 250 440
Presidente: Antoni Solé Gasset.
Secretario: Antonio Poveda Queralt.
Registro embotelladoras .................................. 21
Variedades autorizadas:
Tintas: Garnacha, Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell, Pinot Noire, Samsó (Cariñena), Syrah, Tempranillo (Ull de Llebre).
Blancas: Macabeu, Garnacha , Chardonnay, Sauvignon, Parellada, Moscatel, Malvasía, Xarel.lo.