- Redacción
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- 2010-09-01 00:00:00
Los viñedos de la Ribeira Sacra mantienen el equilibrio en terrazas imposibles al borde del precipicio. Por eso se conoce su laboreo como viticultura heroica. Sus vinos, elaborados en su mayoría con la variedad tinta Mencía, han logrado captar ese vértigo y vitalidad, y aportan una forma original al panorama vinícola internacional. Llevan desde el tiempo de los romanos (si no antes) trabajando esos socalcos de imposible desnivel, de vistas espectaculares, de esfuerzos sin cuento para arañar a la tierra una materia prima de excelente calidad. Pero a medida que se conocen sus vinos, que viajan fuera de su comarca, van conquistando el paladar de los buenos conocedores y de los consumidores que buscan alguna alternativa a los aromas, colores y sabores de las Tempranillo, Garnacha, Cabernet y tantas uvas famosas. “O Cabo do Mundo” no es, como podría inducir su nombre, un inhóspito y pelado peñasco que sobresale en el Atlántico, azotado por todos los vendavales huracanados del planeta o acosado por gigantescas olas. Es justo lo contrario. La visión de este lugar, regalo de la naturaleza, transmite un gran sosiego y calma a quien tiene la suerte de contemplarlo. Es el más impresionante meandro que forma el río Miño en toda la Ribeira Sacra. Sus riberas se encuentran cubiertas de un exuberante verdor, y las empinadas laderas que miran al sur y al este principalmente, se hallan ocupadas por un precioso y arriesgado viñedo. Precisamente en el centro de toda esta belleza se encuentra Adegas Moure. No resulta fácil separar la vista de sus ventanales para concentrarse en la cata, aunque los vinos tengan la calidad de la amplia gama de los “Abadía da Cova”, que nos prepara José Manuel Moure (ver nuestro video en www.youtube.com/user/MiVinoVinum). Pese a ser un edifico alto, se han cuidado mucho de no romper la estética del lugar. Y eso que tiene que competir con la preciosa iglesia y abadía románica de A Cova, joyas del siglo XII, a un paso de la bodega. José Manuel siempre te sorprenderá con una novedad, a poco que tardes en pasar por su casa. La última es la remodelación en la antigua bodega, reconvertida en un lagar-boutique donde se elaborarán sus vinos de selección y crianza. Ya comienzan a llegar los pequeños depósitos o conos de madera, barricas nuevas para una producción de no más de 29.000 botellas. También es novedad interesante su vino llamado “Cuatro Pagos”, elaborado sobre lías y en barricas nuevas francesas de 400 litros. Es de Mencía y con un poco de Arouxa (Tempranillo), de la que solo hay 4.000 botellas. ¡Ah!, y se llama “Cuatro Pagos” con toda lógica, porque sus uvas proceden de Amandi, Espasante, Vilachá y Esperón. Cosecheros de ilusión Por estos pagos suele vivir gente muy especial. Cuando conocí a Suso Verao intuí que dialogaba con una de esas personas fuera de lo común. Porque pocas veces he conocido seres tan enamorados de su tierra, de sus costumbres, de su lengua, y hasta del aire de su Galicia natal, como este profesor de instituto metido a bodeguero entre clase y clase. Como hechizado y gobernado por aquellos precipicios, aquellos socalcos de devastador desgaste físico. Su minúscula bodega está situada en un precioso lugar a pocos metros del precipicio, en la vieja casa familiar, sometida a una lenta y costosísima restauración. Los minúsculos majuelos que surten a la bodega pertenecen a él, a su hermano Manuel, o a su amigo José Manuel Castroseiros, socios ambos en este emocionante compromiso que significa el cuidado de una viña que en aquellos vericuetos alcanza la categoría de aventura. A una de estas parcelas sólo se puede acceder en barca. El laboreo y recolección se acometen desde el agua, pues no hay caminos (ni siquiera esas trochas de cabra habituales) que lleguen hasta sus cepas. Este año se ha logrado el más difícil todavía: debido a unos ajustes y arreglos de las compuertas del cercano embalse de San Estaban, las aguas han bajado nada menos que 32 metros de desnivel por debajo de la viña. Todavía no han diseñado accesos que sustituyan al camino de agua desaparecido, pero juran que no piensan dejar que las uvas se pierdan, por muy inaccesibles que estén. La primera de la Ribera Al notable edificio de Rectoral de Amandi (la bodega más grande de toda la Denominación) le van a cubrir de tablas de distintos colores. Es un conjunto que se distingue desde muy lejos, pues por algo está ubicado en un enclave estratégico. En la Dirección General de Patrimonio han decidido que envolver un notable edificio de piedra de esas características con madera de distintos matices queda más integrado en el paisaje. Ellos sabrán: para gustos... La familia propietaria de la bodega se está rehaciendo de la terrible desgracia que significó la muerte del patriarca Manuel Vázquez un mes antes de la vendimia de 2009. La viuda, Plácida Vázquez, junto a sus hijos Manuel y Miriam, ha tomado las riendas de su destino con decisión. Se elaboran en esta bodega alrededor de dos millones de botellas del vino tinto que primero levantó el vuelo hacia el exterior. Plácida confía plenamente en la profesionalidad de sus hijos, mientras se involucra de lleno, entusiasmada, con la línea de cosméticos relacionada con los productos de la uva Mencía y del vino de Amandi, proyectada por ella misma. Se llama Sybaria de Amandi, y solo se podrá disponer y aprovecharse de sus ventajas, casi milagrosas, como todo lo que sale de la uva, en los Spa de alta categoría y en los institutos de belleza. Atracción vital Es curioso que estos trabajosos viñedos, aferrados a imposibles laderas y precipicios, tengan tanto atractivo para gente de mundo, habituada a dirigir grandes proyectos triunfantes. Como Horacio Gómez, ex presidente del Celta de Vigo, de aquel club grande, de los años heroicos, en los que el equipo era capaz de pasearse por los estadios de Europa sin el menor complejo. Posee este hombre de negocios también el agua Fontecelta, con seguridad mucho más rentable que el vino de estos lares. Pero, como buen gallego, es una mezcla de romántico y aventurero. Su bodega se llama Regina Viarum (Reina de los caminos), y sus vinos han aprendido a transitar los caminos de los premios y la calidad. Su último fichaje sobresaliente ha sido el enólogo Pablo Ibáñez, excelente profesional curtido en varias zonas de España, en especial en Rías Baixas. Las bodegas de la zona son, en buena parte, salidas de la tradición de cada casa, del gusto por elaborar su propio vino. Por lo tanto solo elaboran unos millares de botellas, con uva cultivada en tierra propia, en parcelas famosas por la elevada calidad de su materia prima. Pero Marcelino Álvarez González se encuentra en el mundo del vino por pura afición al viñedo. Le gustaba tanto la Ribeira Sacra que pacientemente fue comprando parcelas hasta juntar unas seis hectáreas con las que sacó al mercado el primer vino, allá a principios de los años noventa. Ahora en su pequeño lagar hace unos 15.000 litros de vino. Marcelino I, se llama su Mencía, y es uno de esos tintos sabrosos, expresivos y con un temperamento apasionante. En su bar A Bodeguilla de Marce, sito en Sober, todos los 12 y 28 de cada mes aumenta espectacularmente su clientela. Cualquier forastero se preguntará el motivo de tanta aglomeración. Pero créanme, hay una razón muy poderosa: instala allí sus reales una de las mejores pulpeiras de Carballiño (que es decir mucho), que lleva todos los utensilios, agua incluida, para cocer el sabroso manjar. Revolución en el Bibei Para llegar a la ribeira del río Bibei, hay que armarse de paciencia. Allí se encuentran las mayores alturas dentro del territorio que abarca la D.O., y las carreteras son extremadamente sinuosas. En los últimos tiempos su fama ha crecido notablemente porque una de las bodegas con mayor futuro comienza a sacar sus productos. Se llama Dominio do Bibei, y pertenece a un grupo empresarial que prefiere que estos protagonismos, los de salir en los papeles, se los lleve el equipo que trabaja en la bodega. Y a fe que lo deja en buenas manos. Porque se trata de un equipo joven y dinámico, encabezado por David, donde también juega un papel fundamental Laura Lorenzo (ver nuestro video en www.youtube.com/user/MiVinoVinum), enóloga a la que le encanta investigar, Jesús Prieto, un ecologista en las tareas del campo, ambos gallegos y amantes de su tierra, con la asesoría de los famosos enólogos del Priorat René Barbier y Sara Pérez. Posee la empresa 32 hectáreas de viñedo, suelos muy variados, de origen granítico, de arenas, de esquistos, de arcilla y, cómo no, de pizarras. El edificio está integrado en el paisaje, con una línea muy elegante. Un lagar sencillo y escueto acoge todos los juguetes que harían las delicias de un buen enólogo: tinos de madera de diferentes medidas, depósitos de cemento llegados de Borgoña, de los llamados “huevo” por su forma especial, cámaras frigoríficas para enfriar la uva antes de empezar la elaboración, estancias amplias para maniobrar con comodidad... Por supuesto, de estas condiciones surgen vinos diferenciados, elaborados parcela a parcela. Embotellan varios vinos, tintos y blancos. Lacima es su tinto más considerado, extraído de cepas cuya producción no supera los 400 gramos. Lalama, también es un tinto de guarda, donde la Mencía impone su personalidad. Lapola es un blanco de guarda con mezcla de Treixadura, Torrontés, Dona Blanca y Godello, aunque ésta sea mayoritaria. Y Lapena es un blanco de Godello de excelente expresión. También hacen ensayos muy sugestivos y útiles, como monovarietales de Mouratón y de Brancellao. La naturaleza como única expresión Posee A Mata, aquella apartada hacienda situada en lo alto de un empinado promontorio, una historia fecunda de luchas y de maquis, de miedos e incendios de posguerra. Fue quemada y abandonada una larga época, hasta que la Guardia Civil se entendió con la familia Álvarez y le vendió lo que quedaba de la casa y 16 hectáreas de campo. La comarca corresponde a la subzona “Quiroga-Bibei” de la D.O. Ribeira Sacra. Ahora Fernando Álvarez y su mujer, Ana María Pérez, han hecho un plan de unificación agraria. Allí han adecentado una quesería donde elaboran un queso fresco, parecido al de Arzúa, con leche de sus propias vacas, que pastan por los prados sin más traumas ni límites que los de buscar su hierba fresca preferida; no es de extrañar que, a cambio, obsequien con una materia prima envidiable. Tienen, además, once hectáreas de viñedo, de donde salen sus 6.000 botellas de vino Ladeira da Mata, blanco y tinto, naturalmente acogido a la Denominación de Origen. Fernando y Ana son luchadores genuinos, trabajan sin darse tregua ni descanso en aquella finca solitaria. Tan apartada que Diego, su pequeño hijo, es el único niño que alegra la vida con sus juegos y expresiones en muchos kilómetros a la redonda. También han contemplado hacerse un hueco en la explotación del turismo rural, y han aseado una especie de museo donde tratan de explicar los misterios del vino. La contemplación del conjunto agrícola puede recordarnos aquellos primorosos años de sueños de autoabastecimiento, de árboles henchidos de frutos, de un huerto donde se practica la ecología total, de numerosas vacas pastando en las elevadas praderas, de vivir y disfrutar en plenitud de la naturaleza salvaje y natural de los sorprendentes paisajes. El vino se concibe por estos lares como garante del alma gallega, sin importar en ocasiones su calidad, atendiendo más a los aspectos sentimentales. Pero en estos momentos los vinos de la Ribeira Sacra se distinguen sobre todo por su originalidad, por su perfil elegantemente atlántico, por representar la alternativa a otros sabores a los que estamos más apegados. No cabe duda: los frutos de tanto esfuerzo y de tanta gente comienzan a aflorar con vitalidad. Ya no cuela aquel vino perverso, de aciagos recuerdos, de tazas teñidas y ardores de estómago. Ni siquiera se busca, como antaño, ese blanco insípido y falto de personalidad que arrasaba años atrás en los supermercados y restaurantes gallegos de medio pelo. Hoy en día si se quiere estar en la vanguardia hay que huir de tópicos, de soluciones fáciles, de la utilización de materia prima procedente de cosechas abundantes o de cepas “importadas” en el pasado siglo. Los vientos de la modernización pasan inexorablemente por la recuperación de las variedades autóctonas. Y en esta tesitura se encuentra Ribeiro, una de las Denominaciones de Origen más antiguas de España. A su comarca, atraída por su fama, acude gente de diferentes sectores económicos y profesionales, ligados o no al vino, pero deseosa de trabajar, de aprovechar las envidiables condiciones que ofrece su tierra y sus microclimas para dar rienda suelta a sus sueños y aficiones. Ribadavia es reconocida como la capital del vino de Ribeiro. Es una pequeña ciudad tranquila y armoniosa. Su conjunto histórico, declarado de interés cultural nacional, conserva una espléndida judería, edificada en sólido granito. Pero ante todo es un centro vitícola. Por poner un ejemplo, es una de las pocas poblaciones españolas que posee en pleno centro, justo al lado de uno de sus más imponentes “rascacielos” -un edificio de diez pisos-, una viña de poco más de una hectárea, dispuesta en socalcos, encima de una pequeña bodega de las llamadas de garaje. Su excelente vino se llama “Adega do Moucho”, y es de Francisco García, uno de los casi noventa colleiteiros que en estos momentos mejor consiguen captar el sabor del terruño. La figura del elaborador-viticultor -que es lo que viene a decir- es un bien de gran importancia en esta denominación, elemento que, desgraciadamente, se encuentra en muy pocas denominaciones. Es un artesano que solo elabora las uvas que cosecha, con un límite de producción de 60.000 litros al año. Emilio Rojo o Vilerma son dos ejemplos de los más mediáticos y sobresalientes, pero en estos momentos son multitud los que destacan, con vinos que subrayan sobre todo la expresión del terruño. Las tribulaciones del pulpo Si Paul, el pulpo adivino, hubiese siquiera intuido la cantidad de congéneres suyos que se sirvieron en el Pazo Casanova, poco antes de predecir las victorias encadenadas de la selección española de fútbol, lo más seguro es que hubiera usado toda su influencia para que los astros destinaran otra suerte muy distinta a La Roja en Sudáfrica. Porque bajo el emparrado de aquel hermoso pazo, las bandejas de este cefalópodo, sabiamente cocinado, en su perfecto punto, se convirtieron en el único objeto de deseo. Según la sabiduría popular, había sido preparado por los mejores “pulpeiros do mundo”. Dicen que no hay mejores cocinantes de este octópodo que los de Ourense. La fama les viene de cuando el todopoderoso monasterio cisterciense de Oseira regía sobre un gran número de poblaciones gallegas. Sus dominios llegaban hasta el coto de Marín, población marinera famosa por los soberbios productos que atesoraban sus aguas costeras. Eran tiempos en que las rentas a la Iglesia se podían pagar en especie. Así que el inigualable pulpo de Marín se curaba al aire y al sol para asegurar su conservación en su largo viaje hasta el monasterio. De esta suerte, los habitantes de Carballiño y aledaños se especializaron en regenerar, cocer y darle el punto exacto a un alimento, convertido en manjar, que hoy es patrimonio cultural de toda Galicia. Y así continúan. El Pazo Casanova es unas de las bodegas más dinámicas de la Denominación. Solo elaboran 35.000 botellas, pero Carlos de la Peña, su director, espera llegar pronto a las 70.000. Oficia de enólogo Andrés Fernández, pero pueden presumir de contar entre sus asesores a los prestigiosos enólogos Ana Martín y Pepe Hidalgo. Homenaje a las heroínas Eduardo Rodríguez es uno de los más conocidos hosteleros de Ourense. Empeñado en recuperar la tradición familiar, compró cinco hectáreas de un precioso viñedo que mira al embalse de Castrelo de Miño, y en medio de la impresionante ladera construyó una coqueta bodega. Se buscó un enólogo de prestigio, y lo halló en la persona de Álvaro Bueno. Pero sus vinos parecen representar un homenaje a sus heroínas: el primero, a su madre, fallecida cuando él solo era un niño. A su vino más preciado le llama Eduardo Peña, anteponiendo el apellido materno. Al segundo blanco le ha puesto María Andrea, en honor a la heroína orensana de este nombre, una Agustina de Aragón gallega, pero contra los ingleses. El viñedo es cuidado ecológicamente, sin utilizar productos sistémicos. Recién llegados a Lagar de Merens, sirvieron un vino tinto de espectacular botella y de nombre que más bien parecía un jeroglífico, 30 Copelos, que se podía distinguir entre tanto diseño. Incapaz de descifrarlo eché mano al recurso más lógico: preguntar por su significado a José Merens, su autor. Resulta que el copelo es una medida métrica típica de la comarca, y mide 21 m2. La sencillez del lagar, un edificio hecho en granito sobre una gran roca del mismo material que además formaba parte de los cimientos, concede austeridad a la bodega. Bajo el impulso de José Merens, empeñado en que sus vinos sobresalgan, que ha contratado a Álvaro Bueno (un enólogo que parece prodigarse) para dirigir su producción, algo más de 16.000 botellas, con la uva arrancada de sus 2,5 hectáreas, divididas en ¡114 parcelas! Tintos elaborados tipo Borgoña, con algo de raspón en las fermentaciones, pero con la garra de las variedades de allí: Sousón, Ferrón, Brancellao o Caiño tinto. Para guardar durante un largo periodo. Los blancos son suaves, con un tono amielado que aporta complejidad. Los pasos ligeros de los gigantes La Vitivinícola do Ribeiro es un ejemplo para toda España. Inaugurada en 1968, es capaz de canalizar la materia prima que aportan sus más de 800 socios, además de la que aportan sus 85 hectáreas de viñedo (dentro de un proyecto de 130) que la cooperativa tiene en propiedad. En sus instalaciones se elaboran de 4 a 6 millones de kilos de uva, según venga la cosecha. Y lo hace extraordinariamente. Es capaz de elaborar hasta ocho vinos distintos, de los que sobresalen con fuerza sus Viña Costeira, sus Colección Costeira, y sobre todo su Tostado de Costeira. Pero ante tal volumen, cabría preguntarse si sus pasos no serán los de un gigante, faltos de dinamismo, de reacciones lentas ante cualquier problema. Pues todo lo contrario, en cierto modo se comporta como una pequeña bodega en constante innovación, especialmente atenta a la comunicación con el cliente, promoviendo concursos de cata a cargo del enólogo Manuel Castro, que ha convertido el “aula Costeira” y su página web en un centro de difusión de la cultura enológica. Y cuando elaboran un licor café, echan mano nada menos que a la materia prima de Jamaica, una de las mejores del mundo. El otro gigante del Ribeiro es la bodega de los Méndez, Bodegas Campante. Elabora nada menos que dos millones y medio de botellas y parece que hay relevo generacional: las hermanas Ana y Laura Méndez están involucradas en el trabajo de dirección, aunque el padre, José Luis Méndez, continúe en plena forma. Viene a corroborar esta casa que la famosa teoría errática de que las bodegas grandes no pueden elaborar vinos con personalidad es todo un mito; su Gran Reboreda lo desmiente, y sobre todo su Tostado Alma de Reboreda, un vino tan delicado y original, que parece, efectivamente, que su ánima te reconforta.. Ribeiros del Avia Con el objeto de realizar acciones de promoción conjuntas se ha creado una asociación de bodegas en el Ribeiro. Se llama “Ribeiros do Avia”, y a ella pertenecen cuatro de las bodegas más inquietas de la Denominación. Viña Meín, Coto de Gomariz, Produccións Amodiño, y Casal de Armán. La pionera en su aventura internacional es Viña Meín, escaparate de las soberbias virtudes de esta hermosa comarca. Sus vinos blancos son un excelente ejemplo de longevidad. Produccións Amodiño elabora el Sanclodio, que es el benjamín de la casa. Esta bodega de sonoro nombre pertenece a José Luis Cuerda, uno de nuestros más reconocidos directores de cine. El Coto de Gomaríz cuenta con una trayectoria envidiable. Es propietaria de 27 hectáreas de viñedo, uno de los mayores de la comarca, muchas de ellas en las zonas altas. Sus vinos blancos son sin duda los más logrados, algunos de auténtica belleza, pero sus tintos son los de mayor personalidad de todo el Ribeiro. Casal de Armán, dirigida por los hermanos González Vázquez, es como las navajas suizas: dispone de todas las instalaciones posibles para dar placer a los sentidos. Desde una casa rural con muy pocas habitaciones para salvaguardar la paz y la tranquilidad del viajero, a un restaurante donde se come bien. Pasando, claro está, por una bodega convenientemente pertrechada. Su vino blanco es de una calidad muy notable. Tostados de dulce miel Uno de los grandes pasos que ha dado el Ribeiro ha sido la recuperación de este vino ancestral. Ya hay tres acogidos a la Denominación de Origen. Es un vino original, que se dejó de hacer por su costosa elaboración y el escaso rendimiento que se obtenía de las uvas. Elaborado principalmente con Treixadura, se utilizan uvas pasificadas a cubierto durante más de dos meses. Hay distintas versiones de cómo pasificar la baya. En el Tostado de Vitivinícola do Ribeiro, se pasifica la uva sobre cestas y se les da la vuelta a menudo para evitar su putrefacción. En el de Bodegas Campante, el racimo se cuelga del techo, la forma española más tradicional para la conservación de las uvas hasta Navidad. Dos formas distintas, aunque de un resultado similar. El Ribeiro, al fin, ha encontrado sus distintos caminos para alcanzar aquella fama que lo situó entre los mejores vinos del mundo. La D.O. Ribeira Sacra no para de recabar elogios de la crítica nacional e internacional. Una tierra complicada para el cultivo de la vid, de tortuosos barrancos, pendientes vetiginosas que mueren en los ríos Sil y Miño, en suelos, principalmente, de pizarra. Es lo más parecido que tenemos al valle del Douro portugués. Aquí se elaboran espléndidos tintos con la elegante Mencía, además de una gran diversidad de variedades autóctonas como Brancellao, Merenzao, Garnacha Tintorera, Sousón, Caiño Tinto, Mouratón y algo de Tempranillo. La moderna elaboración ha traído tintos extraordinariamente profundos, equilibrados y elegantes. La asignatura de los vinos blancos, con variedades muy similares al Ribeiro, está todavía gestándose, aunque ya hay muy buenos ejemplos. La nueva cara de Ribeira Sacra son bodegas con mejor tecnología, nuevos inversores llegados de todos los rincones de España, y elaboradores independientes com ideas nuevas. A destacar La Ribeira Sacra es de esas comarcas vinícolas consideradas como “emergentes”. Sus vinos, florales, profundos, originales, son una receta perfecta contra el aburrimiento y el gusto uniformado. 16,5 Puntos Dominio do Bibei Lacima’02 Un vino bastante alejado de los tintos de la Ribeira, con notables tonos de crianza en barrica y mucho cuerpo. Para gozar de su complejo buqué es imprescindible decantarlo antes. Regina Viarum Regina Viarum Mencía ’09 Este 2009 está un punto más cubierto que lo habitual. Posee toda la intensidad aromática de los grandes vinos, de fruta roja y mineralidad a flor de piel. Adegas Moure Cuatro Pagos’ Un ensayo de unir en matrimonio a la Mencía con algo de Arouxa (Tempranillo) en barricas de roble francés. El resultado es un enlace matrimonial bien avenido y de un gran equilibrio tánico. Adega Algueira Algueira Blanco Crianza’07 Godello, Treixadura, Albariño: una terna poco vista en los pizarrosos socalcos de la Ribeira Sacra. Espléndido trabajo sobre lías en barricas de roble francés. Muy original. Adega Lobeiras Priscillvs’09’ Un vino diferente, muy personal, con buena carga mineral que remite al terruño, de frutosidad intensa y delicadas notas florales, de paladar fresco y gratificante, y acusada fragancia final. Presidente de la D.O. Ribeira Sacra José Manuel Rodríguez Es un experimentado presidente, posiblemente el más veterano de toda Galicia. Algo verán en él sus paisanos cuando ha salido elegido en todas las elecciones que ha celebrado el Consello Regulador desde 1991, antes de constituirse en Denominación de Origen, ya en 1996. Es una persona que no solo se dedica a trabajar por el presente, lo que realmente le preocupa es el futuro. “El gran reto de nuestra comarca es lograr el recambio generacional, que los jóvenes se involucren en un trabajo tan dificultoso como es conservar nuestro viñedo. La clave está en ver si somos capaces de mantener la calidad del producto, y además, si conseguimos darlo a conocer en lugares donde ni siquiera han oído hablar de nuestros vinos”. Es consciente de que trabajan, atienden y custodian uno de los viñedos más espectaculares del mundo, pero también es realista: “Las viñas se salvarán siempre y cuando sepamos sacar rentabilidad, que esto no es solo romanticismo, al fin y al cabo es economía”. Su gestión arroja unos resultados espectaculares, la D. O. ha crecido de forma continua en estos años, de las 30 bodegas que iniciaron la aventura ahora son alrededor de cien. Los viñedos se han extendido hasta las 1.255 hectáreas de la actualidad, cuidadas por 2.811 viticultores. En fin, de los primeros 350.000 primeros kilos de uva recogidos, pasan ahora de los cinco millones. Su previsión a medio plazo es muy optimista: “Nosotros estamos en una posición de privilegio, vendemos el vino que sale con nuestra contraetiqueta, y eso en los tiempos que corren es todo un logro”. Plan de viaje Los amantes del vino y su cultura estamos de enhorabuena en estas verdes comarcas de Ourense y Lugo. Porque, parecido a lo que se cuenta de la península ibérica, cuando un mono podía cruzarla sin pisar el suelo, puede suceder allí. Se consigue hacer un tour por restaurantes, casas rurales u hoteles siempre ligados a una bodega. Unas cuantas propuestas nos caben, pero son multitud. DORMIR Monasterio de San Clodio San Clodio s/n Leiro (Ourense) Tel. 988485601 reservas@monasteriodesanclodio.com Monasterio cisterciense del siglo XII habilitado para hotel de lujo. Dormir con el único ruido del canto de los pájaros. Buen bufé de desayuno, paz, tranquilidad… Hotel Casa de Dona Blanca San Clodio s/n San Clodio (Ourense) Tel. 988485688 reservas@casadedonablanca.com Justo al lado del monasterio este pequeño hotel rompe moldes, arquitectónicamente y de comodidad, con piscina y spa de inspiración romana. Casa rural Viña Mein Tel. 617-326-385 reservas.hotel@vinamein.com Para dormir entre las viñas y solo con los rumores y los aromas de la fermentaciones del vino. Precioso rincón de la campiña de Leiro. Casa Rural Pradio Coto-Pacio, A Peroxa (Ourense) Tel. 626 55 40 03 www.pradio.org Reúne todo las condiciones para “fabricar” nuestra isla particular al detalle. Chimeneas en las habitaciones, sala de cine con más de 330 referencias, comida bien elaborada, excelentes desayunos… y buen vino de la casa. COMER Casal de Armán O Cotiño • San Andrés • Ribadavia (Ourense) Tel. 988 491 809 restaurante@casaldearman.net Para los amantes del vino: más completo imposible. Posee bodega elaboradora de buenos vinos, hotel y restaurante, donde cocinan una materia prima excelente. Casa de María Andrea Plaza Eirociños dos Cabaleiros, 1 Ourense Tel. 988 227 045 Una casona del S. XVI, en pleno casco histórico, da cobijo a este restaurante bien decorado y con una balconada espectacular. Cocina gallega, sencilla y bien hecha. Adega Algueira Doade s/n (Lugo) Tel. 982 15 22 38 www.adegaalgueira.com El restaurante O Castelo tiene vistas espectaculares además del buen comer y mejor beber. No en vano se encuentra en una de las bodegas mejores de la comarca. Carnes con fundamento, como la ternera gallega o el cordero. O Grelo C/ Campo de la Virgen, S/N Monforte de Lemos Tel. 982 404 701 Alojado en la falda del monte más alto de Monforte, debajo del castillo y el ahora Parador. La cocina tradicional sencilla y bien elaborada. El vino de la casa es el Don Bernardino, que para eso pertenece a la misma empresa. La Viuda Castro, 17 A Pobra de Trives Tel. 988 33 01 01 Restaurante con una gran actividad, pero justificada por su sabrosa comida. Sirven muy buenos embutidos caseros, un jugoso jarrete de ternera y, para empezar, excelentes zamburiñas. COMPRAR Vinos Consentido Rúa Colón, 25 Ourense 988 013 083 www.vinosconsentido.com Una coqueta enoteca, en el casco histórico de Ourense, con 700 referencias procedentes de 22 países. Déjese llevar por la pasión de Antonio Raluy, uno de los propietarios: con sus consejos saldrá ganando en placer y conocimientos. Casa de Caldelas Plaza del Prado, 5 Castro Caldelas (Ourense) Tel. 988 20 30 08 Hace un año la familia Rubio abrió un precioso establecimiento. Bien surtido de vinos de la Ribeira, quesos de pastor, cerámica de Gundivós… pero sobre todo no dejen de probar la maravillosa bica que elaboran ellos mismos.