Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Condado de Huelva, Viva la blanca Zalema

  • Redacción
  • 2006-06-01 00:00:00

Lo tienen todo: un entorno natural irrepetible, la gracia del clima luminoso, el tesoro de una variedad autóctona, el abrazo de mar y río. Y una larga tradición. Sin embargo, todavía se debaten entre la nostalgia de un pasado que no volverá y la audacia de una viticultura sin complejos. Anochece en la marisma de Doñana. Desde el mar se acercan nubarrones periódicamente encendidos por una lejana tormenta eléctrica. Pronto caerán las primeras gotas de un chaparrón anunciado. Ya no se ven los caballos que, hasta hace un rato, chapoteaban en las aguas espantando aves, cimbreando juncos. Manolo, el dueño de “La Choza”, un soberbio chiringuito con categoría de restaurante, se me acerca: “Debería entrar”. Pero sentado en el porche, con el iluminado santuario del Rocío reflejada en las aguas dulces del Guadalquivir, lo que me apetece es otro vino generoso. “Antes, una copa de condado pálido, Manolo”. Heinz se afana en capturar los relámpagos para la gran foto que abrirá el reportaje. Entonces llega el camarero con su andar pausado, el esbozo de una sonrisa cansada a estas horas, y la chaquetilla verde bordada en oro con la palabra “Solear” de Barbadillo. “¿Ha pedido una manzanilla? No cabe mayor disparate”. Nuevas plantaciones de viñedo en Bodegas Marqués de Villalua. Abajo, Andrés Vázquez, gerente de Bodegas Privilegio del Condado en la restaurada nave de crianza. Así son las cosas en esta bendita tierra, donde sus históricos vinos generosos, su delicado y amistoso “condado pálido”, no tienen quién los beba porque nadie los conoce. Y, sin embargo… soñemos. Si me permiten la inmodestia, y tuviera la potestad de crear zonas vitivinícolas con los atributos necesarios para destacar en un mundo donde prima la uniformidad, diseñaría un espacio natural que por sus condiciones fuera único en el mundo. Un territorio donde el clima aunara la luz de sus tres mil horas de sol al año, temperatura moderada con un promedio de 18º C, los suaves vientos de poniente, agua, tierra pobre, y una variedad autóctona capaz de metamorfosearse tanto en un delicado vino generoso criado bajo flor, como en un blanco joven, esbelto, tal vez ligero, pero adornado con aromas sorprendentemente originales. Esto es Condado de Huelva. O debería ser. El juego de los equívocos Para explicar lo inexplicable se recurre habitualmente al mismo argumento: nos faltan las condiciones adecuadas para competir en un mercado cautivo por Jerez, si hablamos de generosos, o por los blancos de variedades más poderosas como Albariño, Verdejo, Viura. ¡Ay, de nuestra Zalema! Es el principal activo ampelográfico de la D.O. Condado de Huelva. Tienen la suerte, el privilegio -buen nombre para un vino- de poseer algo que sólo ellos tienen, ahora, cuando se busca lo original, lo insólito. Pero nadie cree en esta uva de nombre árabe que es un saludo de amistad y una suave caricia de cariño. Parece que las cosas cambian. Por ejemplo, José Manuel Iglesias, el último y más decidido eslabón de varias generaciones unidas por el amor al vino, continúa en su lucha infatigable por dignificar la variedad Zalema. Y lo hace a sabiendas de que debe romper con muchos prejuicios. El primero y más grave es el que considera que esta uva autóctona carece de los necesarios atributos para elaborar blancos de calidad. Le falta aroma, dicen. Carece de acidez, sentencian. Algo que los concienzudos estudios del grupo de investigación “Color y Calidad de Alimentos” de las Universidades de Sevilla y Huelva, coordinados por el doctor de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla Francisco Heredia, han demostrado falso. El problema, como casi siempre, es la viticultura orientada a la producción y el laboreo mínimo y, por tanto, incapaz con los actuales planteamientos de arrancar a la Zalema su personal perfil aromático y el necesario equilibrio entre sus componentes básicos. Pero cuando se hace, el resultado es más que prometedor. Como “%UZ”, blanco cuyo nombre indica simplemente que esta elaborado sólo con Zalema, reivindicación oportuna ahora que se buscan alternativas más aromáticas con otras uvas. Me gusta su carácter frutal con perfumes exóticos, su jovial frescura, el final suave, maduro, lleno de evocaciones florales y un emotivo recuerdo a piel de manzana. No para en idear José Manuel, intransigente con el conformismo fatalista de muchos de sus paisanos. Ahí está, con un éxito envidiable, su vino de licor macerado con piel de naranja, y que ha creado moda. Lo que no evita que se aferre a un tradicionalismo existencial que le compensa de sus decepciones. Y en los momentos de flojera, pocos pero inevitables, acaricia a su inseparable perra “Wanda”. Ella le mira desde la profundidad de milenios de convivencia, y todo se acaba. Vino nuevo en odre viejo Tengo un recuerdo entrañable de un caballero onubense -que podría ser jerezano- de palabras educadas, gestos sobrios y mirada limpia. Representa lo mejor del viejo Condado y conserva en su antigua bodega algunas de las mejores soleras. Aquí se reconcilia con el tiempo, que no perdona. Hablo de Manuel Sauci y de su “Espinapura”, un fino de Palomino que hay que tomar directamente de la bota, con la flor moteando la transparencia ambarina del vino, para disfrutar de su paladar cremoso, embriagarse con el aroma de sus maderas históricas. Me venencia una copa con arte consumado mientras sus hijas, Montserrat y Begoña, le observan arrobadas. Ahora ellas se han hecho cargo de la bodega y muestran con indisimulada satisfacción los nuevos vinos de presentación vanguardista. “Pero él sigue siendo la referencia”, puntualiza Begoña, la mayor. Quién lo duda. Y si hablamos de históricos, una referencia a Santiago Vilarán, bodeguero a la vieja usanza que ahora, en una arriesgada y meritoria decisión, se ha hecho cargo de la nueva bodega Marqués de Villalúa, la mayor inversión vitivinícola de la zona. Pero quien mejor representa el esfuerzo por sacar adelante una D.O. en dificultades es Vinícola del Condado. Estamos hablando de una cooperativa con 1.800 agricultores, y un total de 1.400 hectáreas de viñedo, lo que la convierte en una de las mayores explotaciones vitivinícolas de España, y desde luego la mayor de Andalucía. Un gigante difícil de gobernar, pero que cuenta con la gerencia de un profesional con los pies en la tierra y la mente en el mundo: Andrés Vázquez Duarte, extremeño de pocas palabras y gestos decididos, que sabe de la gran responsabilidad asumida. Porque nada es posible sin Vinícola del Condado, bodega fundada en 1956, renovada en 1983, y en actual proceso de modernización. Comercializa nada menos que el 70% del vino de la zona. De momento, ha conseguido vinos que ofrecen una buena calidad, como “Mioro Privilegio del Condado”, y un generoso fino muy interesante, “Condado Pálido Miura”, ambos a base de la uva autóctona Zalema. No para ahí la cosa. En un audaz proyecto I+D+i han logrado desarrollar una línea de vinos novedosos a base de la blanca Colombard, que puede ser un complemento minoritario pero significativo a la Zalema, y obtener un vino tinto de Syrah que nada más aparecer se ha llevado un Bacchus de plata en el concurso organizado por la Unión Española de Catadores. El dilema del futuro Pocas D.O. tienen el privilegio de contar con cientos de miles de turistas al año. El problema estriba en el tipo de turismo dominante: paquetes de todo a cien; naturistas y ornitólogos de mochila y agua mineral. Hay playas majestuosas como Matalascañas, donde miles de turistas beben mucha cerveza y vino blanco Castillo de San Diego o Penedés. Poco, demasiado poco, el de Condado. Hay poca estima por lo propio, pese al esfuerzo del Consejo Regulador, cuya labor promocional es de una rara valentía. ¡Cuanto consumidor potencial! Para ganarlo hay que crear una asociación de ideas que relacione la riqueza natural, playas, clima y gastronomía, con vino el blanco joven o el fino pálido de Condado de Huelva. Toda una estrategia que debe comprometer a bodegueros, hosteleros y autoridades. Antes de partir vuelvo a las marismas. Quiero despedirme de un paisaje lleno de simbolismo, donde el Guadalquivir se desfleca y produce pastos, riqueza ganadera, arenas movedizas, esteros, juncales y el Coto de Doñana, paradero y paraíso de las aves de medio mundo. Ahora, a la luz blanca de la mañana, El Rocío parece un milagro surgido de las aguas. Dentro de unos días se reproducirá un rito religiosamente pagano, mágico, sensual y colorista, una peregrinación de guitarras y alcohol, un aluvión de carretas, bueyes, caballos y tractores, de polvo, gritos, y cante. En el Rocío se condensan buena parte de los trazos que podrían definir a un amplio sector de la población andaluza, la que monta una juerga en torno a una devoción, la que cultiva la alegría casi como un hecho obligatorio, la que saca a relucir la jaca árabe y la guapa mujer a la grupa, y que viene a descender de aquellos acaudalados prehistóricos que comerciaban con el mismísimo rey Salomón. Los que hacían vino con los tartessios y romanos, los que alcanzaron fama mundial en el siglo XVI, los que inventaron el primer blanco joven de la Andalucía moderna. Los que ahora deben resolver su peculiar dilema: cómo hacer que su gente crea en sus vinos, para que los demás, los cientos de miles que les visitan, los amen. Y los consuman. Agenda Restaurantes Aires de Doñana-La Choza Avda. de Canaliega, 1 El Rocío (Huelva) Tel. +34-959 442 289 A orillas de la laguna de Doñana, con excelente materia prima de la zona. Cierra Lunes Hoteles Cortijo de los Mimbrales Ctra. del Rocío A-480, km. 30 El Rocío (Huelva) Tel. +34-959 422 211 www.cortijomimbrales.com Cortijo andaluz restaurado. Las 26 habitaciones y casas rurales tienen jardines privados con fuentes, naranjos, buganvillas...

enoturismo


gente del vino