- Redacción
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- 2006-12-01 00:00:00
Ambiciosos y nuevos proyectos de bodega, emergente turismo del vino: en Sudamérica no se prevé el final de la euforia del vino. Mientras que en Argentina muchos inversores extranjeros participan en esta prosperidad repentina, Uruguay ha creado un pequeño milagro del vino con fuerzas propias. Pero también hay que contar con Brasil. Argentina Con inmensa energía y enormes inversiones, Argentina sigue avanzando vertiginosamente como país vinícola. La dinámica es evidente sobre todo en el sur de Mendoza, en el valle de Uco, a unos 1.200 metros sobre el nivel del mar. Directamente en las estribaciones de los Andes, el inversor holandés Mijndert Pons, por ejemplo, ha situado en tierra de nadie la llamada Bodega Salentein, un impresionante templo del vino que cuenta con un cuidado hotel. El español José Manuel Ortega Gil-Fournier tiene metas igualmente ambiciosas. Su nueva bodega O. Fournier, con su imponente tejado de vertientes de alta tecnología domina la amplia llanura como un ovni. Aún no hay construcciones en los alrededores de esta bodega, pero no por mucho tiempo, pues las parcelas limítrofes hace ya mucho que están en poder de otros inversores, como el grupo chileno Concha y Toro. O. Fournier descubre nuevas perspectivas para Mendoza. Una de las más relevantes es la Tempranillo, que desempeña un papel protagonista junto a la clásica Malbec. En la excelente cuvée Alfa Cruz es ella la que marca el tono con un 60 por ciento, por delante de la Malbec (35 por ciento). Además, esta bodega cultiva sus cepas siguiendo el sistema de la poda en vaso (forma de arbusto), muy extendida en el sur de Europa pero rara entre las bodegas de Mendoza. O. Fournier también ha inaugurado recientemente un restaurante de estilo moderno en medio de un lago artificial. El próximo proyecto que piensa acometer es un impresionante hotel con escuela de cocina y balneario. Pero también en Mendoza están haciendo furor los nuevos proyectos de viejos nombres conocidos. Ángel Mendoza, el legendario bodeguero de Trapiche, está demostrando desde hace algunos años con su propio vino elaborado a la manera clásica y densamente tejido, llamado Pura Sangre, que la uva Malbec quizá presente su mejor carácter cuando se puede desarrollar en cuvées con variedades de Burdeos. A la misma conclusión ha llegado también Carlos Pulenta. Procedente de aquella muy ramificada familia que poseía el poderoso grupo Peñaflor, ha regresado de manera impresionante con su Finca & Bodega Vistalba. Gestiona la bodega enteramente según el clásico estilo Mendoza, y allí produce su vino superior, Corte A, una mezcla de Mendoza tremendamente compleja y plenamente concentrada hecha con Malbec (40 por ciento), Cabernet-Sauvignon (40 por ciento) y Boyarda (20 por ciento). El Corte B, que además de las variedades nombradas también contiene algo de Merlot, es igualmente un vino superior extraordinariamente equilibrado. Finca Vistalba dispone de lujosas habitaciones, un salón bar y un restaurante que es una de las filiales de los famosos restaurantes “La Bourgogne” de Jean Paul Bondoux (“Alvear Palace Hotel” de Buenos Aires). Junto a Mendoza están adquiriendo cada vez más interés otras dos regiones vinícolas, en cierto modo las antípodas geográficas de la vinicultura argentina. La región de Salta, en el norte del país, fundada ya en 1831, está escribiendo un nuevo capítulo de la vinicultura argentina desde 2001 gracias a las inversiones del grupo suizo Hess, que ha recuperado la bodega Colomé. Allí no sólo se cuidan cepas Malbec de hasta 120 años de edad, de tiempos de la filoxera, sino también se han plantado viñedos experimentales a gran altura, a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Además, Colomé es pionera en el cultivo biodinámico en Argentina. Sobre todo los vinos Etiqueta Negra de las viejas parcelas se presentan tremendamente vigorosos y, sin embargo, elegantes. Colomé también dispone de un lujoso complejo de hotel y restaurante. Y están construyendo un museo de la Hess Art Collection, en la que se expondrán exclusivamente trabajos del artista americano de instalaciones James Turrell. El viaje de cuatro horas de coche desde Salta es el comienzo de una de las más espectaculares aventuras que puede experimentar el viajero contemporáneo de las rutas del vino. En el extremo sur del país, en Patagonia, la vinicultura ha comenzado hace apenas cuatro años. Tres bodegas (Familia Schroeder Wines, Bodega del Fin del Mundo y NQN) producen allí vinos cool climate aprovechando, muy al sur del Ecuador, los largos días del semestre de verano. El soberbiamente equilibrado Saurus Pinot Noir de la familia Schroeder demuestra de modo ejemplar que allí pueden madurar vinos de características muy especiales. Uruguay Los vinicultores uruguayos han llevado a cabo el milagro del vino en su país enteramente sin inversores ni asesores extranjeros. Actualmente los productores punteros disponen de instalaciones ultramodernas. La familia Bouza, por ejemplo, ha restaurado cuidadosamente una vieja finca rural con bodega de los años 40 junto al pequeño río Santa Lucía. Actualmente Bodega Bouza produce excelentes Tannat de un solo viñedo densamente estructurados y un aromático Alvarinho. Y en uno de los históricos edificios de ladrillo se ha albergado un restaurante con mucho estilo. En la actualidad, la vinicultura de Uruguay se extiende por unas 9.000 hectáreas. De las 250 bodegas ya están presentes cincuenta en la exportación. El 90 por ciento de los vinos se produce en los alrededores de la metrópoli Montevideo. Pero desde hace algunos años también se están plantando viñedos nuevos en las zonas más frescas que rodean a la localidad de veraneantes Punta del Este. Con sus estaciones del año claramente definidas y precipitaciones de hasta 1.000 mm por metro cuadrado y año, Uruguay dispone de un clima francamente europeo. Así, la mayoría de los vinos que se producen son elegantes; son vinos que precisan mucho tacto, sobre todo en lo que respecta a la madera. La variedad más extendida es indiscutiblemente la Tannat. Gracias a una mejora del trabajo en el viñedo y a una vinificación adecuada, los vinicultores logran extraer cada vez más un óptimo de maduración, plenitud y elegancia a esta variedad, que generalmente tiende a producir vinos más rústicos. Sobre todo en los años excelentes 2002 y 2004 han surgido vinos complejos y concentrados. También las variedades de Burdeos están demostrando su eficacia. Un valor seguro son las dos fincas vinícolas de la familia Stagnari. Mientras que Vinos Finos H. Stagnari ha logrado un cru superior absoluto con su Primer Viñedo 1x1 Crianza Cabernet Sauvignon, la Bodega H. N. Stagnari convence con su ambiciosa línea superior Del Pedregal. La carismática familia de vinicultores Pisano produce el más amplio abanico de vinos superiores, cuyo espectro alcanza desde las selecciones de Tannat (Elisa’s Dream), pasando por Syrah y Petit Verdot, hasta el dulce noble Etxe Oneko, un Tannat que recuerda al vino de Oporto, vinificado con uvas pasificadas al aire. Pero la mayor sorpresa de Uruguay son, por lo general, los vinos blancos francamente frescos y crujientes, vinificados sobre todo con Sauvignon Blanc. Otros productores superiores son: Bodegas Castillo Viejo, Viña Varela Zarranz, Montes Toscanini, Grupo Traversa, Bodegas Carrau, Bodega de Lucca y Juanico (Familia Deicas). Brasil De los aproximadamente 300 millones de litros de vino que se producen anualmente en Brasil, hasta ahora la mayor parte procedía de cepas híbridas como la variedad Isabella, cuyos vinos, empero, presentan el tristemente célebre tono de pelo de zorro. Pero ahora algunas bodegas del sur del país orientadas a la calidad, a pocos kilómetros de la frontera uruguaya, están demostrando que Brasil también posee un considerable potencial para producir vinos de calidad. Casa Valduga con su Brut 130 Anos, Cave Geisse con su Brut Nature y la cooperativa Vinícola Aurora con sus Millésimes asombran por el frescor de sus vinos espumosos sorprendentemente secos, elaborados siguiendo la clásica fermentación en botella. Pero también los vinos tintos están ganando perfil. Especialmente Vinhos Salton con su Talento (una clásica cuvée de Burdeos) y la Bodega Miolo con el Selektion Lotte 43, también vinificado con variedades de Burdeos, y con el Quinta do Seival (variedades portuguesas). Más al norte, en el clima ya tropical del valle de San Francisco, la casa de vinos portuguesa Dão Sul ha fundado el innovador proyecto Vinibrasil. Rio Sol, una cuvée admirablemente equilibrada y agradable de Syrah y Cabernet Sauvignon, madura nada menos que dos veces al año. En este muy equilibrado clima, el ciclo de maduración vuelve a empezar poco después de la cosecha, y 150 días después se puede volver a vendimiar.