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Esta región está de moda. Quizá con la pequeña ayuda de Richard Smart que definió a la variedad Verdejo como la mejor del mundo. Exagerado o no, los datos reflejan un aumento de viñedo de más del doble, en sólo cuatro años, pasando de 3.500 a 7.633 hectáreas. Y con las bodegas igual o, mejor dicho, con las decenas de inversores que o bien construyen bodega, alquilan una parte o simplemente encargan su vino con su marca. Todo el mundo quiere un pedacito del pastel. Otro detalle significativo es el incremento de la demanda de vinos espumosos, debido al boicot contra el Cava, por más que muchos piensen que el vino tinto está de moda. No obstante, el cambio climático ha trastocado ligeramente el perfil de los vinos. Por ello nos hacemos la siguiente pregunta: ¿por qué se parecen tanto, últimamente, el Verdejo y el Sauvignon Blanc?
La Sauvignon es una variedad temprana, de ciclo corto que madura mucho antes, y cada año más (a finales de agosto). Esto quiere decir que los vinos son más planos y menos aromáticos. Pierden parte de su singularidad. Una solución es el riego por goteo. El problema es que en condiciones de calor todas las variedades se igualan aromáticamente. Y si después se vinifican igual, con las mismas LSA (levaduras seleccionadas) pues desembocamos en la globalización del gusto. En algunos Sauvignon, nos confiesa Luis Hurtado de Amézaga (de Marqués de Riscal), se suelen vendimiar prematuramente (algo verde) para conservar acidez, pero en contrapartida pueden aparecer aromas más punzantes, menos elegantes, de piel del melón o clorofila. Incluso para las mezclas tradicionales de Verdejo, Sauvignon y Viura, este último se está vendimiando casi verde para aportar la acidez natural y bajar el grado final. Aunque la variedad Verdejo, el icono de Rueda, sigue siendo la mejor adaptada.
