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Todavía cuesta quitar la etiqueta de “vino robusto” en la zona, y no es para menos. Pero el panorama está cambiando. Manuel Fariña ya lo supo ver y apostó de lleno. Su hijo, Bernardo, es el encargado de construir vinos más modernos adecuados a los nuevos gustos. Confiesa que prefeire los nuevos vinos elaborados con criterios franceses, de estilos más finos. Vinos elegantes, en suma. Ya muchas bodegas abogan por la elaboración de paladares más refinados y frescos. En el caso del Pintia, el vino del Grupo Vega Sicilia, estaba claro, pues en definitiva es su línea. Pero en el resto se aprecia un cambio sustancial. Quizá la máxima expresión varietal tengamos que buscarla en los vinos de la familia Eguren, llenos de fruta y volumen casi tridimensional. Y en otras tantas como las bodegas de los hijos de Mariano García, Bajoz, Gil Luna, Vega Saúco, las dos Victorias, Garanza (adquirida recientemente por el grupo Matarromera), Telmo Rodríguez, Estacncia Piedra, Frutos Villar, Yllera, Liberalia, Sobreño, Toresanas, Vetus... y alguna más que quizá se nos quede en el tintero. Y a pesar de los buenos vinos que se elaboran, quizá lo mejor está por venir.
Unos de los problemas, según nos relata Anthony Terryn, de bodegas el Bendito, son las graveras. El peligro es inminente y acecha a magníficas zonas de viñedo como el de la Jara, uno de los más cotizados. En nuestra visita pudimos comprobar cómo un socavón amenazaba la estructura del viñedo de Numanthia. Pero eso no es todo porque la floculación de polvo en el ambiente afecta indirectamente a la salubridad del viñedo. Es un secreto a voces que nadie parece tener interés en remediar, y que está poniendo en peligro el tesoro mejor guardado de Toro: sus viñedos viejos.
