- Redacción
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- 2007-06-01 00:00:00
Allí sí que se puede vivir: entre el lago Trasimeno y los Apeninos, rodeado de olivos y vides en el fértil valle del joven Tíber, uno se siente casi tan inspirado como antaño lo estuvo Francisco de Asís. Este día de primavera en Montefalco es fresco y ventoso. La plaza mayor con la iglesia y el ayuntamiento, el punto más alto de la pequeña localidad, está envuelta en el silencio del crepúsculo. Se oye el murmullo de voces tras una puertecita de cristal, por la que la luz se escapa hasta la calle. Sobre la puerta se lee “L’Alchimista”, y debajo “Winebar”. La visión de las especialidades alineadas en el escaparate, como salami de Umbría, miel y queso, es una buena razón para entrar, además de la certeza de poder degustar una copa de Sagrantino. Montefalco se halla en la última colina, antes de que el paisaje se extienda hasta el valle del Tíber. Es la patria de la Sagrantino, una variedad tinta que, tras años de maduración, produce unos vinos nobles, longevos y ricos en taninos. También las estanterías de la enoteca “L’Alchimista” están llenas de Sagrantino di Montefalco DOCG: casi todas las grandes etiquetas de esta región vinícola están presentes, ordenadamente alineadas. Pero no son las únicas, pues a su lado también espera al comprador una gran variedad de Rosso di Montefalco, la cuvée local de Sagrantino y Sangiovese, y otros vinos de Umbría. Además de otros muchos nombres conocidos del resto de Italia, por supuesto. También se venden embutidos, quesos y otras deliciosas especialidades, el jamón lo cortan en el momento y también se puede probar el aceite de oliva de la zona. “Muchos de estos productos se pueden encontrar sólo y exclusivamente en Umbría, y en ningún otro lugar”, nos explica Cristina, la joven jefa de la vinoteca, mientras se toma una copa de spumante, un Riesling fresco y frutal de la bodega umbria La Palazzola. Como prueba de ello, coloca sobre el mostrador unos saquitos de variedades de lentejas y judías que no conocíamos. Se llaman “cicerchia” o “roveja”. Olvidadas durante mucho tiempo, ahora vuelven a cultivarse en algunas zonas de Umbría. “Cada una de ellas tiene sus características especiales, algunas son ideales para sopa, otras son las mejores para potajes”, nos explica Cristina. Y sabe muy bien de lo que habla, pues su madre, Fabrizia, prepara estas exquisiteces según recetas tradicionales en la bodega abovedada de la vinoteca para unas pocas mesas en el local adyacente. También hay platos más serios, como los “strangozzi”, por ejemplo, fideos caseros con trufas negras, o el “lu padellaccio”, carne de vacuno y cerdo con setas frescas en salsa de Sagrantino. En Montefalco, el Sagrantino es ineludible. Es el producto más importante de la vinicultura local, que actualmente está experimentando un periodo de prosperidad sin precedentes, según nos explica el vinicultor Filippo Antonelli. Si en 2002 se produjeron apenas 600.000 botellas, hoy son dos millones: la superficie plantada de cepas ya alcanza las 600 hectáreas, cuando en el año 2000 no pasaban de cien. La demanda de este vino noble se mantiene constante. El Sagrantino debe madurar Antonelli lo ha de saber, pues es el propietario de la bodega Antonelli San Marco, una de las empresas históricas del Sagrantino, junto a Caprai, Scacciadiavoli o Adanti. En la sala de cata recubierta de paneles de madera de su Villa San Marco catamos sus vinos, madurados a la manera tradicional en grandes cubas de madera. “En su juventud, el Sagrantino está marcado por taninos ásperos, que deben madurar durante mucho tiempo para suavizarse”, aclara Filippo Antonelli. “Por eso sale al mercado, como muy pronto, treinta meses después de la vendimia. Es el tiempo que necesita.” Antonelli le concede todavía un poco más, y así su vino sale aún más elegante, aún más noble. Y más longevo: incluso el de 1998 que catamos todavía resultaba juvenil y fresco. Para terminar, Antonelli nos sirve algo muy especial, muy goloso: un Sagrantino Passito de uvas pasificadas durante aproximadamente dos meses. La cosecha de 2003, de color púrpura, fluye por la copa casi oleoso, en la nariz fascinan sus aromas a frutas maceradas en ron, en el paladar mantiene un buen equilibrio entre abocado y taninos, en el final seducen sus notas de miel y praliné. Es equilibrado y lleno de carácter, igual que el paisaje del que proceden sus uvas. Los olivos determinan el paisaje de Umbría aún más que los viñedos. En los molinos de aceite se produce un aceite muy especial. Aceite de oliva especiado Gabriele Montioni, propietario de Frantoio Montioni en Montefalco, lo explica con claridad: “Es más especiado y más equilibrado que el aceite de la Toscana, y más consistente que los aceites del sur de Italia. Es especialmente adecuado para freír y para ensaladas.” Pero quien crea que Montioni todavía emplea viejas piedras de molino chirriantes, se equivoca: actualmente el prensado se realiza con tecnología moderna asistida por ordenador, para evitar cualquier posibilidad de oxidación. El producto terminado agradece la inversión: es de un color verde brillante, y resulta más fresco y consistente que el de los molinos tradicionales. Los análisis químicos también lo corroboran. “Es una pena”, reconoce Montioni, “pero la era de las piedras de molino toca a su fin.” Los orígenes de la producción de aceite de oliva y de la vinicultura en Umbría se remonta a más de dos mil años. Los etruscos se asentaron en la orilla derecha del Tíber, y ya Virgilio se deleitaba con los vinos de Colli Amerini. Más tarde, en la temprana Edad Media, san Francisco de Asís lo convirtió en un centro de la cristiandad católica. Su ciudad natal se convirtió en uno de los lugares de peregrinaje más importantes de Italia, al igual que su tumba, casi tan visitada como la Basílica de San Pedro. También los amantes del arte tienen mucho que ver en Umbría. Los frescos de esta basílica de los peregrinos, pintados en parte por Giotto, resultaron parcialmente destruidos hace unos años durante un terremoto, pero ya han sido modélicamente restaurados. Paseando por las empinadas callejuelas de Asís, por todos lados se tropieza con el legado de san Francisco, también con su lado oscuro comercial en las tiendas de recuerdos y en todo tipo de bagatelas y chucherías. De vez en cuando se desemboca en alguna que otra callejuela intacta, en alguna osteria escondida o una pequeña galería de arte. Retiro en la ermita A quienes la ciudad de Asís, a pesar de todo, aún les resulte demasiado ajetreada, pueden retirarse a la pequeña ermita en la que antaño buscó refugio san Francisco. La ermita, rodeada de bosques de castaños y robles, se halla subiendo la colina unos pocos kilómetros. Surcan el aire las palomas blancas que habitan el palomar de la ermita. Por estrechos pasillos y desgastados escalones de piedra descendemos hasta el lugar de más profundo recogimiento, una pequeña estancia con un altar de piedra ante el que dicen que meditaba San Francisco. Éstas son las cosas que definen a Umbría: lugares que emanan paz y sosiego, mucha naturaleza intacta y también una larga historia que se refleja en ciudades como Perugia y Orvieto.... Con frecuencia se percibe todavía el ambiente italiano de tiempos ya remotos: las casas de turismo rural aún no están desbordadas y por los senderos y paseos por los pueblos, incluso por la orilla del lago Trasimeno, uno a veces se puede sentir como veraneante solitario en lugar de turista entre muchos. Tampoco Cristina ni sus padres se dejan estresar en “L’Alchimista”, ni siquiera cuando tienen ocupadas todas las mesas de la bodega. Para finalizar nuestro viaje, nos permitimos el placer de degustar una “tagliata” con radicchio, acompañada de una copa de Sagrantino cosecha de 2000, de la bodega Rocca di Fabbri. Este vino elegante y especiado combina a la perfección con la carne de buey delicadamente hecha. Después, otra copa de Passito. Según Cristina, será un maridaje perfecto para el postre creado por Fabrizia, su madre. Nos dejamos sorprender. Uvas autóctonas, nacionales e internacionales Hace ya tiempo que ni Montefalco con sus tintos potentes, ni Orvieto con sus blancos frescos, son la excepción: Umbría posee multitud de interesantes zonas vitícolas, que se extienden desde el lago Trasimeno hasta Orvieto. En total, la región cuenta con 16.500 hectáreas de viña y produce alrededor de un millón de hectolitros de vino. Además de las dos zonas DOCG (Montefalco Sagrantino y Torgiano Rosso Riserva), hay alrededor de una docena de denominaciones DOC. Los viñedos están situados generalmente en las zonas de colinas de la región. Las variedades blancas más importantes se llaman Grechetto y Trebbiano; constituyen la parte fundamental del Orvieto Classico. Las uvas tintas más relevantes son Sagrantino, que se cultiva alrededor de Montefalco, Sangiovese y Ciliegiolo. Además, también tienen importancia las variedades internacionales como Chardonnay, Merlot o Cabernet Sauvignon. Consejos prácticos para viajar por Umbría VISITAR Montefalco es punto de partida ideal para salir a descubrir la belleza de Umbría. Algunos de los lugares de interés más relevantes se hallan a una distancia máxima de una hora de coche. Por ejemplo Asís, ciudad natal de san Francisco, con su basílica y la tumba del santo; o bien Perugia, capital de la región, situada pintorescamente sobre una colina (especialmente interesante es la Piazza IV Novembre, en la que están reunidos casi todos los edificios más representativos de la ciudad, como el Palazzo dei Priori, la Catedral y la Fontana Maggiore, con esculturas de Nicola y Giovanni Pisano). Tampoco está lejos el lago Trasimeno en la frontera con la Toscana, el mayor lago de Umbría, con sus orillas jalonadas por encantadores pueblecitos y dos idílicas islas que se pueden visitar en barco. Especialmente interesante para los amantes del vino es la pequeña ciudad de Torgiano: allí la familia de vinicultores Lungarotti ha creado un museo del vino y el aceite de oliva, que documenta la larga historia del vino y el aceite en Umbría. (www.lungarotti.it). ALOJAMIENTO Centro Agrituristico Camiano Piccolo Via Camiano Piccolo 5 I-06036 Montefalco Tel. +39 0742 37 94 92 Fax +39 0742 37 10 77 www.camianopiccolo.com Cuidada casa rural entre olivos ante las puertas de Montefalco; el centro de la ciudad está a un paseo tan sólo. Le Tre Vaselle Via Garibaldi 48 I-06089 Torgiano Tel. +39 075 988 04 47 Fax +39 075 988 02 14 www.3vaselle.it La familia Lungarotti, pionera de la vinicultura en Umbría, es propietaria de este hotel con mucho estilo en el centro de Torgiano. Excelente restaurante. Villa Pambuffetti Via della Vittoria 20 I-06036 Montefalco Tel. +39 0742 37 94 17 Fax +39 0742 37 92 45 www.villapambuffetti.com Elegante villa del siglo XIX en medio de un parque, dirigida con cariño y dedicación personal por Alessandra Angelucci Pambuffetti y su marido, Mauro. Muy buena cocina en el restaurante, también se dan cursos de cocina. COMER Caffè di Perugia Via Mazzini 10/14 I-06100 Perugia Tel. +39 075 573 18 63 En este palacio histórico en el corazón de Perugia se hace realidad casi cualquier sueño culinario, desde el aperitivo, pasando por la pizza, hasta la más esmerada cocina de Umbría en un restaurante decorado con frescos. Enoteca L’Alchimista Piazza del Comune 14 I-06036 Montefalco Tel. +39 0742 37 85 58 www.montefalcowines.com Vinoteca, taberna de vinos y de aceite de oliva y, además, un restaurante en una bodega abovedada con mucho ambiente, especializada en la cocina de Umbría, ¿qué más se puede pedir? La Piazzetta dell’Erba Via San Gabriele dell’Adolorata 15b I-06081 Assisi Tel. +39 075 81 53 52 Agradable osteria en una tranquila callejuela lateral, en el corazón de Asís. Prueben la “lasagnetta rossa con ricotta e broccoli” (lasaña roja con requesón y brécol), o bien las chuletas de cordero aromatizadas. DE COMPRAS Frantoio Gabriele Montioni Viale della Vittoria 34 I-06036 Montefalco Tel. +39 0742 37 92 14 www.oliomontefalco.com Uno de los mejores molinos de aceite de oliva de Montefalco; el aceite de producción propia se vende directamente (se recomienda reserva previa). MÁS INFORMACIÓN www.consorziomontefalco.it Todo sobre los vinos de Montefalco. www.umbriadoc.com Información sobre las especialidades agropecuarias de la región. Nuestra selección Dulce y moderno Sagrantino di Montefalco Passito 2003 Madonna Alta Según la añada, Salvo Ferraro emplea para su vino madera nueva o vieja; las uvas del passito se pasifican en un “appassimento” natural, es decir, se secan sin ventilación artificial. Tras la vinificación, el passito madura en barricas durante 18 meses. Gusta por su nariz de frutas maceradas en ron con sabrosos aromas de ciruelas maduras; en el paladar, los taninos secos y la acidez con casta equilibran a la perfección el abocado. Sólo se producen dos mil botellas de este vino. Dulce y tradicional Sagrantino di Montefalco Passito 2003 Adanti Una de las bodegas de Sagrantino en Bevagna, cerca de Montefalco. Las uvas para este passito pueden madurar más de dos meses. Tras la vinificación, el vino permanece 24 meses en grandes cubas de madera. Su golosa aromática de frutillos convence de inmediato, en el paladar el vino es redondo, posee plenitud, fuego y casta, y termina en un largo y opulento final de chocolate y frutillos del bosque. Se producen 3.500 botellas de este vino. Seco y elegante Sagrantino di Montefalco 2003 Tabarrini Este Sagrantino se cuenta entre lo mejor de Montefalco. Muestra una nariz madura y especiada con delicadas notas de canela, en el paladar los taninos ya están mucho más pulidos y suaves que en las pruebas de barrica de años anteriores, el conjunto es fascinante por su elegancia y carácter, y un final seductoramente goloso de zarzamora. Gianpaolo Tabarrini vinifica 21.000 botellas de este vino, que madura en barrica unos dos años. Vides o girasoles A veces, las colinas de Umbría le recuerdan a su patria bávara, pero por lo general no tiene tiempo para la morriña: desde la muerte de su marido, Carlo, Ursula Gritti dirige sola la finca I Girasoli di Sant’ Andrea en Umbertide. Ursula y Carlo Gritti encontraron este verde valle que une Umbertide con el lago Trasimeno cuando buscaban un lugar para que crecieran sus dos hijos. Venecia, patria chica de su marido, les resultaba demasiado agitada. Esto fue a mediados de los años 90, y entonces aún florecían allí los girasoles que dan nombre a la finca. Entretanto, han desaparecido los girasoles y en su lugar han plantado 42 hectáreas de vid. Hacen vinos como el Cà Andrea, una cuvée fresca y frutal de Sangiovese, Canaiolo y Montepulciano, el Muda, una elegante mezcla de Sangiovese, Montepulciano y Merlot, y el Dogo, hecho de Sangiovese y Merlot, elaborado en barricas, que recuerda a la larga historia de la casa Gritti, antaño cuna de los Dogos de Venecia. Pero I Girasoli di Sant’ Andrea todavía tiene más que ofrecer. Al estilo de una vieja fattoria, la vinicultura sólo es uno de sus pilares: unas 40 hectáreas están plantadas de tabaco, 15, de olivos, y una parte de las 450 hectáreas de finca está dedicada a la ganadería. La carne de vacuno de las razas Chianina y Limousin no sólo abastece el restaurante anexo, sino que también se vende en la pequeña carnicería situada en la finca. Pero Ursula Gritti tiene el corazón puesto en el vino. Y se le nota cuando nos guía por la bodega explicando su filosofía y método de trabajo. Por último, señala dos pequeñas barricas que descansan en un rincón: “Ese es nuestro vin santo”, dice sonriendo. “Naturalmente, en esta región no podemos llamarlo así, pero es un passito de uvas pasificadas al estilo de un vin santo.” Apenas mil botellas se producen de este dulce elixir. El año que viene podría sumársele un blanco, quizá también otro tinto, y entonces el surtido estaría completo. “Tampoco queremos producir demasiado”, explica la vinicultora. “Menos es más, porque lo que hacemos, queremos hacerlo bien.”