- Redacción
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- 2007-07-01 00:00:00
Los licores son las bebidas más extendidas. Los monasterios guardaron celosamente sus recetas, creadas para curar todo tipo de dolencias. En la actualidad, el licor pone punto final a nuestras comidas en los restaurantes. Pero, ¿qué hay detrás de su aspecto seductor y aroma embriagador? Pues bien, los licores son bebidas hidroalcohólicas aromatizadas, obtenidas por destilación, maceración o infusión de diversas sustancias vegetales naturales, con alcoholes aromatizados, o por adicción a los mismos de extractos aromáticos, esencias o aromas autorizados, o por la combinación de ambos, coloreados o no. Su contenido alcohólico es algo flexible aunque suele estar entre 15 y 55% vol. con un contenido mínimo de azúcar de 100 gr/l; si supera los 250 gr/l pasaría a ser una crema. Así pues un licor estaría compuesto de un alcohol neutro rectificado (entre 96 y 96,5% vol) o, en el mejor de los casos, un aguardiente (entre 75 a 80% vol.), de jarabes, de sustancias aromáticas y colorantes y de agua destilada para rebajar el grado. Tendríamos además los licores elaborados a partir de alcoholes rectificados procedentes de cereales, vino y orujo; y otros obtenidos de aguardientes, envejecidos o no, como el Cognac, Armagnac, Ron, Brandy, Whisky, Ginebra y Vodka, por ejemplo. Todos ellos, en su mezcla final, estarían aromatizados con raíces, hierbas, frutos, semillas, flores, cortezas o maderas. La calidad de los licores se aprecia por la finura del alcohol, del azúcar empleado (azúcar, glucosa, miel o mosto de uva), la clase de materias vegetales que se incluyen y el proceso de elaboración. Es en el sistema de elaboración donde encontramos claras diferencias de calidad. Por un lado tendríamos los licores naturales, de mejor calidad, y los artificiales. Los naturales se pueden elaborar por varios sistemas: destilación (los más finos), maceración (normalmente de frutas en alcohol) e infusión. Los artificiales generalmente son mezcla de alcohol rectificado con esencias de aceite, sustancias básicas (colorantes, ácidos y aromas) y agua destilada. La forma de consumirlos es muy variopinta: solos, con hielo, acompañados de refrescos, etc. Los expertos recomiendan tomarlos en copa pequeña, de un trago, como digestivo. Los más aromáticos deberán tomarse a 18-20º C, y los menos aromáticos, a 14-16º C. Olvídese de la aberrante costumbre de servirlos casi en estado de congelación.