- Redacción
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- 2007-12-01 00:00:00
Empezó en Nueva Zelanda, donde el agujero de ozono es el mayor del mundo. Desde entonces, cada vez más bodegas aspiran a producir vinos de clima neutral. El clima está de moda. Desde que Al Gore obtuvo el Premio Nobel de la Paz, como muy tarde, ya no es posible defender opiniones diversas sobre el cambio climático. Y la opinión generalizada es que la Humanidad tiene que reducir urgentemente las emisiones de CO2. Lamentablemente, a la mayoría de la gente le gusta circular en coche, le gusta tener la casa iluminada y confortablemente caldeada en las frías veladas de invierno, y no quiere renunciar al cordero segoviano, ni al aceite de oliva español, ni al champagne francés... El dilema es: ¿qué se puede hacer para paliar el calentamiento global y, de paso, la mala conciencia, sin recortar demasiado el estilo de vida? La solución es muy antigua, y la Iglesia católica ya la viene aplicando desde hace mil años con el sistema de las indulgencias: la balanza desequilibrada por los pecados se puede volver a nivelar con buenas acciones. El estado ideal del clima se llama “clima neutral” o “neutro en carbono”, y se puede lograr reduciendo a cero las emisiones personales de CO2. Compensar los “pecados” Esto no significa dejar de respirar, sino ahorrar energía directa e indirectamente reduciendo el consumo de electricidad y gas, cambiándose a las energías renovables, etc. No es que se consiga llegar a cero, pero ahí es donde empieza el negocio de las indulgencias. Según los defensores del concepto de clima neutral, se pueden compensar las emisiones de CO2 invirtiendo en energía eólica o solar, o bien en proyectos de reforestación. Es lo que están intentando cada vez más productores de vino. El primero fue la bodega Grove Mill en Nueva Zelanda, que frenó drásticamente su consumo de energía, mejoró el aislamiento de sus cámaras frigoríficas y decidió utilizar botellas más ligeras. Además, invirtió en un proyecto de reforestación en Marlborough Sounds, no muy lejos de su empresa. Otros pioneros como Parducci Winery en California, Cullen Wines en el oeste de Australia y la familia de vinicultores Lacombe, propietaria de cuatro fincas vinícolas en Burdeos, están poniendo en práctica iniciativas similares. Pero también es pertinente cierto escepticismo en lo referente al tema de la neutralidad del clima. Los expertos desaconsejan la plantación de árboles en zonas en las que originariamente no los había, como por ejemplo la tundra, pues a la larga sería más perjudicial que beneficioso para el clima. También es factible la instrumentalización de estas ideas para el marketing. Según los informes de Hans Reiner Schultz, investigador del clima de Geisenheim, algunas cadenas comerciales han empezado a solicitar un balance de las emisiones de CO2 para los productos. Empresas como Carbonfund o The Carbon Neutral Company comercian literalmente con dióxido de carbono: se hacen cargo del exceso de emisiones de CO2 de las empresas cuya política pretende ajustarse a las directrices del clima neutral y, a cambio de una remuneración, procuran paliarlo con proyectos medioambientales. En Andorra La cima del cielo En Andorra se han animado a plantar vides. Joan Visa, importante empresario y productor de tabaco, fue el pionero en experimentar la viticultura hace ya años, intento que resultó fallido, entre otras cosas por elegir variedades poco aptas para tan extremas condiciones. Pero su ilusión no le hizo desistir. Año más tarde, ya bien aconsejado, plantó Gewürztraminer, una variedad que soporta los rigores invernales. Y allí en Sant Julià de Lòria, un valle de serena belleza, pasó a formar parte de su paisaje la viña en un panorama impresionante, del que la nieve forma parte inseparable la mayor parte del año. El pequeño vidueño posee un miroclima especial que hace viable la viticultura en pleno Pirineo y a más de mil metros de altitud. Acaba de salir la primera cosecha, con resultados más que satisfactorios, un blanco llamado “Cim de Cel” (Cima de cielo), un vino de enorme expresividad y elegancia. La aspiración de Joan Visa es elaborar alguno más, para lo que se han plantado otras variedades experimentales. Es posible un futuro con viñedo en los profundos valles andorranos, de hecho ya hay dos iniciativas más.