- Ana Lorente
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- 2008-09-01 00:00:00
“Apenas amanece te me apareces posada sobre el Tajo, como una ciudad que navega”. Así, desde el esplendor de Lisboa cantado por Cardoso Pires, habría que remontar los mil kilómetros del cauce más largo de la Península. Aunque sería demasiado amargo ver cómo se va encogiendo en el secano, en la Estremadura portuguesa y la Extremadura española, cómo se ensancha embalsado ahogando la memoria de los pueblos, corre salvaje por los Parques Naturales bajo la aguda mirada de los buitres, saciando la sed de las ciervas escapadas de un verso, cómo atraviesa puentes de historia antigua, huye en caudaloso canal hasta el Mediterráneo y cómo nace, apenas un goteo espasmódico, en las alturas agrestes de Albarracín. Tajo/Tejo El río que nos lleva El Tajo ha escrito muchas páginas de la historia de España y Portugal, ha reflejado la dulzura de Aranjuez, el poder de la imperial Toledo, el cruce de caminos de Alcántara y la puerta abierta al mundo conocido y por conocer en Lisboa. En nuestro largo recorrido vinícola, riega la revolución que se gesta en novísimos viñedos, donde las más nobles variedades del globo se acomodan a los terrenos más variopintos que fueron huertas o arenales, islas fluviales, dehesas o rudas calizas, antes de vestir el fresco verdor mudable de los pámpanos. Una vez más es el principio de un milagro, una gota temblorosa, raquítica, de verano y sed, que desde Casas de Fuente García (en Teruel), por los Montes de Albarracín, a 1.500 m de altura, ha de recorrer más de mil kilómetros hasta reflejar la grandeza de Lisboa. Una escultura descomunal y un mapa metálico señalan el lugar, pero el Alto Tajo no es “el río que nos lleva”, el cauce violento que descendían los gancheros tambaleándose en los troncos de saca abocados en Peralejo de las Truchas. Hasta las truchas han dicho adiós y no saltan alegres La Escaleruela. Salvaje y dramático, el proyecto de Parque del Alto Tajo es reducto de caminantes. Sólo así se pueden encontrar cuevas paleolíticas o avistar buitres en Zaorejas o, siguiendo el cauce, acercarse a otra agua azulada, la de la laguna de Taravilla. La visión más espectacular del río, cuando baja crecido, es desde la pasarela de Poveda, y el pueblo ribereño mejor conservado, Peñalen, desde donde se organizan excursiones a pie o a caballo, más desarrollado para turismo que su vecino medieval Villar de Cobeta. El Hundido de Armallones, un paraje rocoso de los más agrestes del Alto Tajo, se formó por el desplome del monte sobre el cauce, producido por el mismo terremoto que en el S. XVII destruyó Lisboa. Principio y cabo del río, unidos en la debacle y, en uno y otro extremo, con un resultado maravilloso: aquí saltos y remansos deliciosos, allí la deslumbrante ciudad pombalina. Los puntos monumentales son Valtablado del Río, con su puente y algunas piedras del castillo, y Chequilla, regado por el río Cabrillas que enseguida se vierte en el Tajo, un bodoque verde sobre el que se yerguen moles de arenisca roja que en un punto enmarcan un espacio circular que se utilizó como plaza de toros. Las Hoces se remansan en Trillo, en la alcarria de Guadalajara. El Tajo se desploma alegre en cascadas por el centro del pueblo, junto a un ameno merendero, y a poco, sumado a un puñado de corrientes, se embalsa en el pantano de Entrepeñas. De allí sale el canal que deriva las aguas a Murcia, al Segura, mientras los restos del río escapan de La Mancha a regar vinos de Madrid y de Toledo, de Colmenar de Oreja, donde Jesús Díaz hace un cuarto de siglo se atrevió a renovar la viña y embotellar, o al de Noblejas. Las huellas de la sequía Los pantanos están bajos, tanto Entrepeñas como su vecino Buendía, donde los pasos llevan a las sorprendentes Caras de Piedra, un mundo pétreo donde rostros monstruosos de inspiración india y precolombina, esculpidos en paredes rocosas, crean un ambiente místico entre pinares y rocas milenarias. Junto al agua, un pastor con ovejas y cabras que arrastran sus ubres, sin ordeñar, porque con el calor ya no fabrica queso. Y en la orilla, en una cueva, mesa y mantel en Las Médicas. Desde el puente, que estuvo sumergido en su día, ahora ni siquiera se ve el agua. Juan Penalba, del Ayuntamiento de Huete, recuerda, con una memoria prodigiosa, detalles de pueblos que ha conocido cubiertos y vuelven a aflorar. Huete está regada por el río Mayor, que también va a parar a Buendía. Juan cuida, entre otras maravillas de este municipio rico en cultura, el museo etnográfico, en los sótanos del Ayuntamiento, donde se ha reunido la historia cotidiana, con la escuela, la sala de cine, la barbería... La joya es el museo de arte contemporáneo con una ingente colección que incluye los grabados de Dalí para la Divina Comedia. Con el museo de arte sacro y el de La Fragua se completa una merecida visita. Quien la ha disfrutado especialmente es la tropa que se reunió aquí el 19 del julio, cuando, para las fiestas, el Ayuntamiento tuvo la humorada de convocar a gentes repartidas por toda España que llevan el apellido Huete. No es la única acertada ocurrencia; por ejemplo, en el centro de mayores han impartido un cursillo de guías turísticos para que quienes conocen el pueblo al dedillo y desde antiguo, quienes han vivido la división entre el barrio moro y el judío que aun perdura, tengan la ocasión de contárselo a los visitantes. Se llaman los VolOptenses, es decir, los guías voluntarios de Opta, que es el nombre latino de Huete. A las afueras está la bodega Calzadilla, persiguiendo el Vino de Pago. Junto a sus viñas crecieron Segóbriga y Harcavica, alrededor de las minas de lapis especularis, un cuarzo cristalizado en láminas que se enviaban a Roma para cubrir las ventanas de los grandes palacios. Arquitecto y bodeguero La bodega es una hermosa casona en la que vive la memoria de ese pasado. Y se nota, con discreción y eficacia, la mano de un arquitecto. Francisco Uribes lo fue antes que bodeguero, y eso imprime carácter. Aprendió a hacer bodegas construyendo la saga de Rumasa, de modo que ésta, su casa, ha sido un juguete caprichoso donde la vanguardista sala de embotellado, que se asoma a la sierra por un muro de cristal, contrasta con las galerías de botellero que nacen al fondo y se prolongan jalonadas por nombres de diosas. Y del subterráneo a las alturas. A Francisco le gusta trepar con su 4x4 al punto donde domina sus dominios, y señalar: allí la Syrah, allí la Cabernet, más allá la primera garnacha que planté hace 30 años... El suelo en este lunar de la Alcarria es calizo y pobre, huele a monte bajo y suena a abejas que liban en los tomillos y los romeros. La plantación nueva da una imagen fantástica, con palos en cruz invertida que soportan cada uno una sola planta. Un trabajo ímprobo pero de excelente resultado, como le gusta al enólogo, Alfonso Torrente. A su lado, en cuanto acabe la formación en Nueva Zelanda, se incorporará la nueva generación, Paula, como lo hizo su madre Celia, que ahora aplica aquí full time sus conocimientos expertos de bioquímica y farmacéutica. La uva llega a la terraza, que es el punto más alto de la casa, se desbroza allí en la mesa de selección, y de esa forma sólo entra lo limpio a la moderna sala de elaboración, a los depósitos cuadrados de diseño propio, con doble recipiente. Se cría en tinos y barricas de 300 y 500 l., en la sala en penumbra, bajo un friso rotulado en bajorrelieve con las variedades de todo el mundo. 250 barricas que cambian cada tres años, donde reposan por separado variedades y terruños hasta el ensamblaje final, sea para la D.O. Uclés o para su vino de pago, el que crece en la zona más alta y avara. El más característico es el Syrah que, conforme ha crecido la viña, ha pasado de 3.000 a 75.000 botellas, mientras del Opta hacen 100.000. El oasis de Aranjuez Más al norte, el Tajo ha llegado a su primera estación primorosa, Aranjuez, a regar las huertas de fresas y espárragos, y los jardines del Palacio. La tierra fértil ha construido aquí un vergel, un oasis entre secarrales y dorada paja de cereal. El río ha cincelado aquí la historia, el arte, la arquitectura la sociedad y la cultura del Real Sitio. Los merenderos llamados “gangos” vienen siendo refrescante y típica escapada urbana, junto a los paseos en barca, el deporte en el Club Escuela de Piragüismo y las fiestas lúdicas, como el divertido Descenso Pirata del Tajo. La parada obligada, desde hace 150 años, es la terraza de El Rana Verde, junto al puente y frente al Palacio, donde Lucio ofrece las eternas ancas de rana, aunque ahora llegan de remotas latitudes. En la ribera conviven infinidad de especies de flora y fauna: los Carrizales de Villamejor, los últimos sotos de ribera, y bosquecillos donde sobrevuelan garzas, martinetes, torcaces, perdices, codornices y aguiluchos, donde flotan ánades y patos, y nadan galápagos o corren liebres y conejos. La fauna más original y rica revolotea en la reserva del Regajal, enclave protegido de mariposas, un paraíso para los entomólogos y aficionados, donde se han datado 70 especies diurnas y 400 nocturnas, y se estudian orugas desconocidas hasta ahora, en una cabaña protegida con redes. El efecto mariposa Por eso los vinos de El Regajal recuerdan en su etiqueta una falsa mariposa, una sugerente mancha de vino, tal como las formas simétricas del test de Rochard. La finca son más de 400 has. que hacen frontera con Castilla La Mancha, suaves cuestas de monte bajo entre 500 y 600 m. de altitud, entre graveras polvorientas, donde crece el olivo, una enorme plantación nueva de encinar, y, por supuesto, la vid. Quien rige la viticultura es Ignacio de Miguel, quien la vigila in situ, el enólogo Daniel García Pita, y quien vive la finca a diario es Becker Gilces, un ecuatoriano que hace gala de origen campesino y conoce cada otero donde contemplarla, cada charca donde refrescarse y la distribución de la Tempranillo, Merlot, Sirah, Cabernet Sauvignon y Petit Verdot que se combinan en el elegante tinto de la casa, uno de los más reconocidos de la D.O. Madrid. La bodega es subterránea y bien dotada. Cubierta púdicamente por el jardín, encierra una cámara frigorífica donde la uva hace noche y se refresca antes de ponerse al servicio del vino. Se cría 13 meses en 100 barricas de roble francés. Y llegamos a Toledo Otra de las joyas que refleja el Tajo es sin duda Toledo. Corre abajo, al fondo de un tajo sembrado de leyendas. Para disfrutarlo, el Ayuntamiento acaba de poner en marcha una ruta del agua, un paseo peatonal de ribera por donde cada primero de mayo, en la fiesta de la Virgen del Valle, una barca cruza, como antaño, a la altura del Parador. Recientemente se han encontrado en buen estado de conservación las cubetas de una gran tenería que está en proceso de declararse Bien de Interés Cultural. Son 54 cubetas de piedra, 18 tinas de cerámica, varios hornos y pasillos interiores, un conjunto de arquitectura industrial con las evidencias de las diferentes fases del curtido y tinte de las pieles. De lo que no quedan vestigios, sino solo documentación, es del fantástico aparato del relojero y matemático italiano Giovanni Torriani (conocido como Juanelo Turriano), un genio renacentista que llegó de la mano de Carlos I a Toledo, por entonces capital del imperio español. En 1565 se le encargó la construcción de una máquina para subir el agua desde el río hasta los depósitos de El Alcázar, superando un desnivel de unos cien metros y logrando que el mecanismo subiera más de 12.400 litros diarios. Hasta entonces el suministro se realizaba en cántaros a lomos de asnos. El triste final de la historia es que no le pagaron y se arruinó, mientras el aparato dio servicio hasta mediados del siglo XVII. Recientemente, la Universidad de Sevilla lo ha reconstruido con la ayuda de la informática. Los toledanos maduritos recuerdan cómo hasta los años 60 se bañaban bajo el Alcázar, pero actualmente la visita a Toledo trascurre por las calles empedradas y alfombradas de leyenda, como la mano ensangrentada, la fuente misteriosa, la cueva de Hércules, el beso..., por los monumentos, herencia de tres culturas, por la mezquita, la sinagoga, la catedral, la casa del Greco, las puertas de piedra y los airosos puentes. Un recorrido sorprendente es el paseo nocturno que organiza Toledopaisajes. En manos de Adolfo Para contemplar la cuidad a vista de pájaro hay que trepar a los Cigarrales, alguno tan privilegiado como el de Santa María, donde vive y recibe en su gran restaurante el hostelero más famoso de Toledo, Adolfo Muñoz, o simplemente Adolfo. Aquí también nace su vino, el novísimo Pago del Ama, en un jardín soleado de cepas que crecen en fosos tallados en roca, con apenas 15 cms. de tierra, y de manos de su hijo Javier, un enólogo que combina sentido y sensibilidad. La naturaleza hace el resto del milagro en este cerro junto a un hospital que, por su buen aire, fue sanatorio de tuberculosos. No hay más que probar, por ejemplo, la añada de 2006, de la que se conservan apenas 900 botellas. En la finca en torno al complejo hostelero se han conservado las encinas, como la gigantesca que daba sombra al Ama que recuerda el vino, y han plantado otras encinas truferas, para regalo a sus nietos o biznietos, a los que alcancen a disfrutarlas. Porque el ritmo quieto del tiempo en Toledo es otro milagro. Entre olivos En la región, la D.O. histórica es Méntrida, y de allí sale el Arrayán, de la finca La Verdosa, de 12.000 has. el encinar más grande de Europa. Está en Santa Cruz del Retamar, atravesada por el Alberche, y la compró hace 20 años José María Entrecanales, el creador de Acciona y potentado de la construcción y obras públicas, recientemente fallecido. La finca original, del Marqués de Comillas, era mucho mayor, y en esta parte, entre caminillos de tierra blanca, caben caballos, caza de todo pelaje que hay que controlar porque no tiene depredadores y el lujo de una playa fluvial y un campo de golf. Álvaro García de Oteiza ha puesto en marcha el capricho del vino de calidad, y desde 1999, con el asesoramiento de Richard Smart, plantó cuatro variedades pioneras en la zona, Sirah, Petit Verdot, Cabernet Sauvignon y Merlot, que hoy cubren 26 has. Las elabora Miguel Ángel de Gregorio, quien ya en 2002, con las uvas de cepas de apenas año y medio, empezó a cosechar premios. Se bautizaron como el árbol favorito del propietario, el mirto, que los árabes llaman al-rayan (el aromático), y así se revela, incluso en variedades tan complicadas como la Petit Verdot, redondo, complejo y con futuro. Los ciervos y gamos que se diezman van a parar al pueblo, donde se elaboran con ellos embutidos sabrosos. Para probarlos hay que acudir a Las Esparteras, un bar de carretera, siempre eclipsado por enormes camiones que hacen parada y fonda, pero que en su bodega climatizada reúne todos los lujos que un amante del vino pueda soñar, desde el surtido de los mejores vinos del contorno hasta un Romanée Conti o magnums de Château d’ Yquem. Talavera, artesanía de cerámica En Talavera de la Reina el Tajo es ya un río guapo, y a poco se le suma el Alberche, lo que determina la urbe y un fértil valle que propició su ocupación desde épocas remotas. Los pueblos célticos han dejado huella arqueológica de la cultura de los Dólmenes, la de los Verracos, cinco esculturas en su término municipal, influencias de la Edad del Hierro en el yacimiento del arroyo Manzanas o la posterior romanización como Cesaróbriga. La Talabyra musulmana legó sus impresionantes murallas y, desde la reconquista por Alfonso VI, iglesias, conventos, los puentes que la convirtieron en eje de comunicaciones, y un mercado ganadero del que queda memoria en el folklore. La fiesta de Las Mondas, con el carro de hierbas aromáticas tirado por dos carneros, es muy anterior, de raíces paganas. Es una ofrenda a Ceres que se celebra el domingo siguiente a Pascua. Dos paseos imprescindibles son la Ruta del Agua, desde el Centro de Interpretación del Tajo, y la Ruta de la Cerámica, la artesanía más famosa de la villa, que recorre, desde un alfar al museo de Ruiz de Luna, con espléndidas piezas reunidas desde el S. XVI hasta la actualidad. Y en las afueras, Ciudad de Vascos, una inesperada ruina árabe del S. X, misteriosa, enmarcada en el embalse, el Tajo y el Huso. Encontrarlo es difícil; visitarlo, endiablado, porque está en una finca privada que abre a las visitas un par de horas semanales; pero vale la pena. El bodeguero marqués Para ver bodegas volvemos, río arriba, a Malpica, a los dominios del Marqués de Griñón, Dominio de Valdepusa, donde “descubrió” las posibilidades de la Sirah en España, y donde se inauguró el concepto de Vino de Pago. Un camino de tierra blanquecina conduce a la Casa de Vacas. A la Izquierda, Petit Verdot, a la derecha Cabernet Sauvignon con piedras en los surcos protegiendo el suelo y las raíces de cada cepa, guardando la escasa humedad de un riego avaro, medido por los primeros dendrómetros y sondas que se instalaron en viñas de este país. Carlos Falcó ha sido siempre una avanzadilla. Con sus conocimientos como Ingeniero Agrónomo se ha permitido osadías que después se generalizan en la trasformación vitivinícola del país, y aún disfruta sobre todo recorriendo el campo, vigilando la viña, y con su hija Sandra, los olivos y la producción de aceite. Como enólogo colabora desde el año 1995 Julio Mourelle que, como coruñés, siente en carne propia el estrés de la nueva plantación de Graciano en este clima seco y duro, donde el viento se hace ardiente a lo largo de la mañana y casi hace crujir los pámpanos. En el comedor, al fondo de la escalera, el descansillo muestra tras un cristal el corte original del terreno, padre de todas las uvas. Se abre a la sala de barricas donde se apilan 1.500, espaciadas y apiladas con listones a dos alturas. El sistema dificulta el trasiego, pero Julio prefiere dejarlas tranquilas, giradas de modo que la boca quede ladeada, las mermas sean menores y el espacio superior se llene de vapores de alcohol que garantizan el espacio estéril. También los jerezanos Frente a la Casa de Vacas, la de los toros. Osborne, la histórica bodega jerezana fechada en 1772, promotora de la publicidad más emblemática de este país, con la silueta monumental de los toros que pueblan el paisaje, cultiva una finca enorme que las visitas comparan con Falcon Crest. No van desencaminados porque el proyecto consiste en diseñar vinos del Nuevo Mundo, varietales de nuevas uvas apoyados por la Cencibel, la local Tempanillo. Empezaron a plantar en el año 2.000, y han reunido 736 has. en una sola finca. Comenzaron con una “prueba” de 20 has. para ver el resultado del terreno -arcilla, arena y benditas piedras, cantos rodados que ha dejado el Tajo- con 8 injertos, y así seleccionaron las actuales 9 marcas: Solaz, Malpica, Tagus... La reina es la Sirah pero el jardín experimental de 30 variedades tintas, frente a la casona, sigue ofreciendo sorpresas incluso para María Hernández, que es quien se ocupa del campo y de la fascinante tecnología de control que traduce en métodos tan naturales como plantar avena entre las líneas de cepas para regular la humedad en invierno y, convertida en paja, la evaporación en verano. El otro punto fuerte de la bodega es la comunicación, en un espacio capaz de acoger eventos para 600 invitados. El equipo de Carolina, María y un puñado de guías activas enseñan con pasión a unos 45.000 visitantes al año la flamante Galería donde contemplan, a un lado, paneles explicativos del proceso de la uva y el vino, desde la tierra a la madera o el corcho, y al otro, tras los cristales, la realidad viva del trabajo de bodega, la sala de elaboración, las barricas apiladas a 10 alturas, el botellero en rascacielos de cajones de madera... Castillo en ruinas Siguiendo el cauce asoma sobre el embalse de Valdecañas el castillo de Belvis. Se sube desde la picota de la plaza por la Cuesta del Lagar. Dos mastines que podrían ser aterradores ladran desganados por la pereza de la siesta y se resisten a abandonar la mezquina sombra del castillo. Las ventanas miran al cielo azul purísimo, huecos informes como bocas desdentadas que sonrieran, siniestras, recordando la destrucción, o contemplando el penoso cartel municipal: Peligro, Castillo en ruinas. El otero descubre plantíos bajo plástico y huertos solares hasta el río, el pantano, las esferas de la central nuclear de Almaraz y, más allá, en la ladera, los amenos pueblos de La Vera, al pie de Sierra de Gredos. En el pueblo, Jose Andrés Pamo ha construido un poblado rural en el terreno familiar, con media docena de casitas y un restaurante donde sirve cordero al estilo de la abuela, caracoles, y esos deliciosos quesos de la región, el de Los Ibores. La terraza contempla un circo de cereal despeinado, poblado de encinas donde sestean sus 20 ovejas con las crías recién paridas. El centro es un majestuoso ejemplar que da nombre al conjunto: la Cerca del Alcornoque. Encinas y alcornoques se prolongan hasta su paraíso, el Parque de Monfragüe. Cualquiera puede disfrutar la magnificencia del paisaje, los nudos de agua que se entrelazan, las cumbres que se suceden, las aves que sobrevuelan y dibujan su sombra sobre el la dehesa. Pero para descubrir los detalles hace falta que alguien avezado te sitúe frente a la pared donde anidan los alimoches, te señale la oscura silueta de una familia de buitres recortada en el cielo sobre una peña, te enseñe el nombre de un árbol o la diferencia entre las laderas norte y sur, o te cuente la leyenda de un paraje. Para eso está el equipo de Monfragüe vivo, Raúl, su hermana María Eugenia, el entusiasta Valentín... Llevan 5 años dedicados a turismo activo, a deportes de naturaleza. Los vehículos son cómodos y potentes para subir caminejos imposibles, sus catalejos desvelan los puntos más recónditos y, lo que es muy importante, su ritmo es respetuoso, el que requiere la placidez de un territorio quieto, calmo, silencioso, intocado. Son 100.000 has. de reserva de la biosfera y 18.000 propiamente Parque, que se avista hasta el horizonte desde el Castillo, un edén lleno de vida donde contemplar, conteniendo la respiración, cómo un ciervo cruza nadando el río, o cómo asoma una nutria en la superficie del agua, o cómo el puente del Arzobispo duerme en el fondo, o cómo trabajan los tres habitantes que quedan en San Carlos, junto al Centro de interpretación. O cómo, al caer el sol, el agua plana se anima y se puebla de lunares plateados, en ondas, cuando los peces asoman a cenar mosquitos y una cierva con su cría los mira desde los matorrales de la orilla. Hace un año, lo que fuera Parque Natural ha conseguido la protección de Parque Nacional, entre otras razones, por ser la mayor reserva de buitre negro y águila imperial del mundo. Su problema es que está poblado, y es un medio de vida para sus habitantes. De ahí que se hayan dictado normas rígidas para controlar, por ejemplo, los muladares de ganado, para que sus enfermedades - como el de las vacas locas- no infecten a las aves carroñeras ni se propaguen por los cauces de agua. En el corazón de Monfragüe, en Torrejón el Rubio, parada y fonda es la Hospedería moderna y confortable de la serie promovida por la Junta de Extremadura. Puentes y acueductos Camino de Cáceres, donde acaba el parque está Serradilla. Huele dulce, a azahar, las calles se adornan con naranjos que suavizan la visión de la picota en la plaza, donde el escudo de cuatro lobos recuerda la soledad que vivieron estas dehesas. En la iglesia, un altar barroco de columnas salomónicas, ornadas con racimos de uva, rodea la escalofriante imagen de un Cristo de tamaño natural rodeada de espejos, como en la famosa escena de Ciudadano Kane. En el hermoso Garrovilla las llaves de la iglesia las guarda Angelines, porque las Jerónimas son de clausura y sólo una hermana se asoma al torno para exhibir la dulcería conventual. El pueblo blanco se salpica con la piedra oscura del arco que se abre a la judería y, en la ancha plaza, el palacio de los condes de Ala y Liste, convertido en hospedería. En la cabecera del pantano de Alcántara, los restos del puente romano, piedra seca y prodigiosa altura, como la del acueducto de Segovia. Pero el puente famoso, el del pueblo ha resistido destrucciones bélicas y sigue tan pimpante, junto a la calzada romana. En tierras portuguesas Más allá, tras el sobrio verde y el secano aparecen las flores. Es Portugal. Vila Velha de Ródão se asoma al río desde las dos orillas, en un club náutico abandonado o en el mirador del complejo turístico frente a la ladera, como a un patchwork de verdes contrastados y jardines multicolores. Abrantes en la montaña. Abajo, el Tajo ya es un señor río con playa a ambas orillas, paseos fluviales y un ligero puente eifeliano por donde pasa el tren. Esto es Ribatejo, el país de los caballos y de los toros, el fértil valle central, poblado desde la más remota antigüedad y que provee buena mesa, un universo de tomates y melones, pesca, anguilas y lampreas en temporada, caza menor y cepas como ubres generosas. Es donde las viñas de Tamagal se asoman al agua. Nuno Falcão y su padre son el exponente de la actual revolución vinícola portuguesa. Rigen la bodega que compraron en 1986 junto a una finca de 300 has. con una viña mala y pequeña que explotaban para hacer vino a granel. Allí pusieron maíz, y empezaron a plantar, más arriba, la Chardonnay, la Cabernet Sauvignon y la blanca local, la Fernán Pires, en el suelo de arena que fue lecho del río. Por primera vez nos hablan de lo que se convertirá en el leit motiv de la viticultura de la zona, la confusa diferenciación ente Vinho da Terra y DOC, es decir, entre el genérico y el controlado por Denominación de Origen. La confusión surge porque la DO ha defendido la tipicidad histórica, y con ella una rígida limitación de castas de enorme producción, mientras como Vinho Região los productores pueden elaborar variedades nobles plantadas más recientemente con los requerimientos de la moderna viticultura, es decir, podas rigurosas y producción limitada. El resultado es que en muchos casos el catálogo de Vinos Região es de mayor calidad y más caro que los que regulan los Consejos. Ahora han abierto la mano y modifican los reglamentos, pero ya es tarde para cambiar la imagen que tienen los consumidores. Tamagal se convierte en una isla cuando crece el río, un promontorio de 7 has. donde crecen la Touriga, la Aragonés... La finca se llama Coelheira, y no precisamente por sus abundantes perdices, sino por los conejos (coelhos) un peligro constante para los tallos jóvenes. Pero, por lo que cuentan, mayor peligro encierran los proyectos de embalsar el Tajo para producir electricidad, con lo que se anegarían dos tercios de su viñedo. En la bodega respetaron la estética con los omnipresentes azulejos y los depósitos de cemento, que recubrieron con epoxi, y en la nueva nave de elaboración flamante acero incluso en el depósito de pisa a pie, como los lagares tradicionales. Empezaron a criar en madera y ahora proyectan ampliar la cava para sus dos vinos de altura , Mytos y el Reserva, que aquí no tiene el sentido tradicional de tiempo de guarda sino el de calidad contrastada, una búsqueda en la que padre e hijo coinciden, casi con complicidad.. Llegando a Santarem Constanza fue el exilio de Camões desde 1546 al 48. Bendito exilio que hoy desearíamos “padecer”. Se descubre desde la orilla izquierda, y maravilla verla acercarse a lo largo de un estrecho puente de hierro, blanca, pulcra, salpicada de verde, encaramada en la colina. El jardín mayor lo plantó él, con especies exóticas y como una muestra botánica que sigue sorprendiendo 500 años después. Río abajo, en una islita de la orilla, se alza el castillo de Amourim (pág. 25), una imagen de cuento, espléndidamente conservado, con su torre de homenaje cuadrada y sólida y sus amables almenas de piedra dorada que vira al rosa al caer el sol. Envuelto en chumberas y robledillos exige una barca para cruzar los escasos diez metros porque la corriente es viva. La capital de la región es Santarém, sobre el río y el valle. Presume de su Torre de las Calabazas cuando podría hacerlo de cada rincón, de las portadas de iglesia, de las plazuelas recoletas, del mercado vestido de azulejos antiguos, del parque Portas do Sol con dos torreones que son el mejor mirador sobre el Tajo... La visita ideal es de noche, por las calles perfectamente iluminadas y silenciosas, cuando el tráfico, endiablado por las constantes cuestas, duerme en paz. Por allí pasa el Camino de Santiago portugués, precisamente junto a la muralla árabe que enmarca la Casa de Alcáçoba , donde Claudia y Sergio actúan de anfitriones en su hermosa mansión vestida con lujo y gusto que se asoma por una inmensa terraza al Tajo En el jardín conserva nada menos que los restos bien conservados de un templo romano.. Entre copas A Almeirim se entra por un puente enorme sobre el cauce extenso y las orillas plantadas con todo lo imaginable. El pasado vinícola de la zona se refleja en Cartaxo, en el Museo rural do Vinho, donde disfrutar de una cata de vino al estilo “entre copas”. La Quinta de Alorna pertenece desde hace cinco generaciones a la familia Lopu de Carvalho. Alorna es el marquesado que la monarquía concedió al propietario en 1723 por conquistar una fortaleza en sus colonias de Goa. Al regreso han visto crecer en el patio un centenario Bela Sombra, de nombre merecido, y han criado maíz, pinos para buenos piñones que ahora compiten con los insípidos chinos y, por supuesto, vino, sobre todo blanco, que vendían a granel a las colonias africanas. Nuno Cancela es el enólogo, Master en Montpellier, y durante años, elaborador en Oporto, y a él se debe la transformación de cantidad a calidad. Cuando las colonias dejaron de serlo, la viña se arrancó, y una nueva plantación de castas tintas nace en cuestas menos fértiles, sin regadío ni fertilizantes químicos, y con hierba entre las líneas, que ni siquiera roturan para no destruir la frágil estructura del suelo de arena apelmazada. En estos días la Trincadeira ha empezado el envero, ese cambio de color que con acierto llaman “lo pintor”. La evolución es muy diferente por pagos ya que esto es un jardín de variedades con Petit Verdot, Albariño, Verdejo, es decir, variedades foráneas que, con una filosofía innovadora, combinan con las portuguesas para los mejores vinos, un blanco de Alorna y Chardonnay, un tinto de Touriga Nacional y Cabernet Sauvignon. Y, siguen elaborando el tradicional “abafado”, que es un mosto al que se frena la fermentación con aguardiente. Aquí lo hacen con Fernán Pires, y resulta una sorpresa por la complejidad que puede adquirir algo tan amable. En tierras portuguesas En Alpiarça, la visita a la casa de José Relvas, Os Patudos, reserva más de una sorpresa. El prócer republicano fue embajador en Madrid durante tres años, desde 1911, y su espíritu curioso y coleccionista reunió en la hermosa villa recuerdos que forman la segunda colección privada más importante del país, solo superada por la Gulbenkian. Cada rincón, desde los azulejos diseñados a base de sus fotografías sobre labores del campo, hasta las pinturas o las sedas que entelan los muros, merecen una contemplación en detalle. Cedió su villa al municipio al morir sin descendencia. Y la bodega anexa, donde elaboran la uva del más extenso viñedo de la región, 600 has. que se comercializan en Agro Alpiarça, donde se han conservado todas las botellas premiadas en su larga historia y, como novedad, han empezado a elaborar espumoso de João Pires. En las afueras está Lagoalva, otra finca esplendida de 700 has. de las que 45 se trasforman en vino. El resto es un ensamblado agropecuario de la familia del Duque de Palmela donde conviven vacas, caballos, corcho, maíz… Quien gestiona la bodega es Diogo, hijo de Manuel, el propietario, que se especializó durante 3 años en Australia y elabora blancos con ese recuerdo. Los tintos no, porque la tierra da algo bien distinto. José es el agrónomo especializado en riegos que ha aplicado a los viñedos de Sirah y Alfrocheira. Él mismo, con el equipo técnico de la casa se encarga en vendimia de la pisa, a pie, con resultados que la mejor técnica no consigue superar. Trabajo aún más agotador aquí, donde vendimian con máquinas, en el fresco de la noche, y hay que bailar hasta el amanecer. La casona es enorme, distribuida en plazas. Se llegaba en barca hasta el portón del jardín y en torno se salpican la caballerizas, (Manuel es el Presidente de la Asociación del Caballo Lusitano), los galpones para la colección de carruajes que es una de sus aficiones, la sala enarenada para entrenamiento, el lagar para elaborar sus aceites y el gran comedor y tienda de degustación. Alenquer, en la orilla derecha, pertenece a la DOC Estremadura. Quinta d’Oiro es, desde 1990 el capricho de José Bento dos Santos, de la Academia de Gastronomía, que fue el precursor a la hora de introducir en Portugal la variedad Sirah. Michel Chapoutier, gurú de Côtes du Rhône , amigo del propietario, aportó los sarmientos procedentes de viñas viejas de modo que las cepas no son clónicas sino individuos diferenciados. El primer vino se elaboró en el 97. Graça, la enóloga, derrocha osadía y lo combina con blanca Viognier, que vinifican juntas. Graça y Sophie (en portada), la encargada de comercialización se quitan la palabra, con voces cantarinas y derrochan entusiasmo por la hermosa finca, preciosas colinas, viñas en cuesta, sin riego, en torno a la moderna bodega de diseño, ventiladas por las corrientes que llegan del mar, apenas a 30 kilómetros, por eso en la cima se salpican molinos generadores. Diseñan el vino en el campo a base de baja producción (40 Hl/ Ha frente a los 120 de los vecinos) y aplican técnicas biológicas en busca de una reconversión total. En bodega la fermentación es natural, por pequeñas parcelas, y la prensa suave antes de pasar a barrica para la maloláctica. La sala de barricas es el mejor adorno desde el cuarto de cata, separados por un cristal que preserva la penumbra y la quietud. Cerdos y alcornoques Companhía das L ADOLFO MUÑOZ No sin mi familia Ha levantado todo un imperio en Toledo: tres restaurantes (Adolfo, La Perdiz y Adolfo Colección 1924), el delicioso Cigarral dedicado a banquetes, una Escuela de Hostelería, un Hotel de cinco estrellas, elabora aceite y su propio vino. Sabe que sin su familia nada sería posible. Durante una tertulia matutina, acompañada de un sustancioso desayuno, dimos buena cuenta de lo involucrada que estaba. El vino, creado en 2001, comenzó como un juego. Los clientes fueron, en cierto modo, los culpables de que el ensayo llegase a más. Con la elaboración se han dado cuenta de dos cosas: que el agricultor no gana dinero y su vino tiene un costo de 21 euros, según su filosofía. Al ser una bodega pequeña los precios se disparan, aunque lo venden a 30 euros. Lo sorprendente de todo es que cuando Adolfo o su hijo Javier preguntan en las mesas de sus clientes, ¿qué tal la comida? todos alaban el vino y añaden la coletilla: “la comida también, buena”. Sus vinos nacen de un viñedo de 9.600 cepas. Un día pidió consejo al célebre experto en viticultura Claude Bourguignon, sobre si debería hacer un estudio del suelo: “si el primer año haces buen vino- le contestó-, el segundo se repite, el cuarto, y el quinto... no tienes por qué preocuparte”. Aún así,tomaron un puñado de tierra, la infusionaron con agua mineral durante diez minutos, la filtraron y olieron esa deliciosa fragancia mineral. Comprobaron cómo sus vinos narraban la misma historia. Pero ahí no quedó la cosa. En el año 2004 tomaron un mosto al azar y lo fermentaron en dos depósitos. Uno con levaduras seleccionadas y el otro con las naturales. Los cataron a ciegas. Ganó el natural demostrando ser más individual, expresivo y fresco en boca. Sin embargo, necesita de un mayor cuidado durante toda la fermentación, según nos comentan. Merece la pena (solo 4.500 botellas de media), y damos fe de ello. CARLOS FALCó Devoción por la tierra Propietario de dos bodegas: Dominio de Valdepusa, en Toledo, que tiene la mención de Pago, y El Rincón, cerca de Aldea del Fresno, en Madrid. También es partícipe de Grandes Pagos de España, una idea un tanto desconocida aquí, a excepción de Vega Sicilia, que aglutina un puñado de excelentes bodegas, y acaba de recibir una invitación del “gurú” francés Michael Bettane para participar en una prestigiosa cata en París. Sabe que hacer bien las cosas tiene su recompensa. Por eso, en su bodega de Malpica de Tajo ha desarrollado un nuevo proyecto: un viñedo de Graciano con planteamiento biodinámico, con la asesoría de Claude Bourguignon, un revolucionario que acusó a los viticultores de Borgoña de estar envenenando el suelo. Hace años que busca más frescura en sus vinos, y lo está consiguiendo. El secreto, si es que lo hay, es un sistema de dendrómetros en la viña, para conseguir pH más bajos en los vinos, entre 3,6 y 3,7. Otro proyecto, a corto plazo, es un vino nuevo muy especial, con lo mejor de sus 1.500 barricas. Quiere seleccionar las 10 mejores y embotellarlo con el nombre de Dominio de Valdepusa 3A, un homenaje a sus tres hijas: Alejandra, Tamara y la más pequeña, Aldara. La historia de su bodega madrileña empieza con la herencia de una casa, una antigua bodega del siglo XIX, donde plantó ocho hectáreas de Syrah y una de Garnacha. En 2003 lanzó su primer vino, con un éxito inesperado. Los bodegueros madrileños decían que “Madrid es una capital muy abierta y nada nacionalista. Pero encontré a otros que afirmaban lo contrario, que vender en Alemania era más fácil que aquí”. Él no ha tenido ese problema, y su vino es abiertamente respaldado por sumilleres y críticos. Sin olvidar su aceite, una apuesta por la calidad con un nuevo sistema que reduce la oxidación y que extrae más polifenoles. El resultado es verdaderamente sorprendente. D.O. UCLÉS Un futuro prometedor La joven D.O. Uclés surgió en 2003 con un claro deseo de diferenciación con respecto a la vasta extensión de La Mancha. La componen ocho bodegas con gran tradición y experiencia en la zona: Bodegas y Viñedos Fontana, Viñedos y Crianzas, La Defensa, Nuestra Señora de la Soledad, Uribes Madero, El Remedio, Bodegas y Viñedos Palomar Sánchez y La Vid y La Espiga. Cuenta con unas 175.000 hectáreas, de las que hay plantadas más de 1.500, en la Meseta Sur, al oeste de la provincia de Cuenca y al noroeste de la provincia de Toledo. Presenta una altitud de entre 500 y 800 metros en la parte occidental y de entre 600 y 1.200 en la mitad oriental, ambas divididas por la sierra de Altomira. Realmente las uvas de la parte alta que se cultivan tienen un equilibrio y elegancia especiales. El suelo es muy variado, con terrenos arenosos y francoarenosos, profundos y poco fértiles, aunque en las proximidades de los ríos Riánsares y Bedija hay texturas francoarcillosas. Las variedades contempladas, todas tintas en los orígenes de la Denominación de Origen, son: Cencibel, de las más extendidas, Garnacha, Cabernet Sauvignon, sorprendente en la parte de Cuenca, Syrah, con muy buenos resultados, en general, y Merlot. Las uvas blancas, aprobadas el 14 de diciembre de 2007, son: Verdejo, Chardonnay, Moscatel, Sauvignon Blanc y Macabeo. Con estas variedades se permite tanto la elaboración de vinos blancos como la de espumosos. Una de las características exigidas por la denominación con el objetivo de evitar vinos mediocres es que sólo se pueden elaborar vinos con viñas con un mínimo de seis años. Así, encontramos cuatro categorías: joven, con barrica, crianza y reserva. Las condiciones y la política de la zona son muy prometedoras, pues está dirigida por bodegueros. Sin embargo, falta el gran vino, aunque es cierto que la calidad media es bastante aceptable. JESÚS CANTARERO Con estilo propio El apellido Cantarero es ya sinónimo de calidad, de buen trabajo en el viñedo. El de un visionario que irrumpió en La Mancha con su Fontal. Y después, por si había quien aún tuviera dudas del potencial manchego, llegó Quercus. Ahora, su proyecto más ambicioso se centra en la D.O. Uclés. El capricho de seccionar la vasta extensión manchega en pequeñas denominaciones es, según Cantarero, necesario: quien conoce La Mancha sabe que ni toda es plana ni existe el mismo climao o variedades de suelo. La D.O. Uclés es muy singular, con pendientes que van desde los 700 a los 900 metros, un índice de pluviometría por encima de lo normal en la región manchega, diversidad del terreno, etc. La D.O. es joven, sólo dos añadas de rodaje, y una directiva formada por los propios bodegueros. Y con las ideas y metas muy claras: elaborar vinos de calidad. Además, no quieren ceñirse a los reglamentos estrictos de las denominaciones de origen al uso. Para él, palabras como crianza o reserva son menciones un tanto obsoletas. La filosofía de la zona, y cree que los bodegueros lo tienen claro, es hacer marca desde el principio inamovible de la calidad, con vinos que puedan demostrar un estilo propio. Los escépticos deberían saber que la añada 2005 de Quercus se incorporará a la D.O. Uclés en breve, y que dejará de pertenecer al genérico Vinos de la Tierra, pues considera que se saca poco provecho estando “en tierra de nadie”. Y lo mismo pasará con el resto de vinos que elabora, con la excepción de la marca Fontal, que seguirá llevando la contraetiqueta de D.O. La Mancha, pues sus clientes así lo demandan. “Al final -nos comenta-, la D.O. es un arma de comercialización, y así es como hay que tratarla. Bastante difícil está el mercado como para no tener posibilidades de vender lo que se está demandando”. D.O. VINOS DE MADRID Espíritu de lucha Madrid es un claro ejemplo de superación, de lucha contra las leyendas urbanas, de inquietud y ahora de apuestas de entusiastas inversores. ¡Quién lo iba a pensar hace unos años! Aun así, todavía quedan muchos madrileños que no saben que allí se hace vino, y además del bueno. La Denominación de Origen Vinos de Madrid se crea en 1990 con cinco bodegas, y ya son más de cuarenta. Tiene una gran variedad de suelos, condiciones climáticas y uvas que se concentran en tres subzonas: Navalcarnero, San Martín de Valdeiglesias y Arganda, la más extensa y concurrida de todas. La variedad más abundante es la Tempranillo (que muchos tachan de ser un mal clon), seguida de Garnacha, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah (se autorizó en 2003). En uvas blancas, Malvar ocupa el primer lugar, por delante de Albillo, Airén, Torrontés, Parellada, Viura y Moscatel de Grano Menudo. Se elaboran vinos jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas, además de vino espumoso y un vino especial denominado “sobremadre”, blanco o tinto, con gas natural procedente de su propia fermentación con las madres (uva despalillada y estrujada). La subzona de Arganda, con sus 22 bodegas, es la que más volumen elabora, unos 20 millones de litros anuales, el 60% del total. Navalcarnero ha experimentado un gran reconocimiento entre los consumidores. No debemos olvidar que el vino más caro de Madrid, Divo, de bodegas Ricardo Benito, tiene su origen aquí. La zona de San Martín de Valdeiglesias es la más pequeña de las tres, aunque con ciertos privilegios como su bello paisaje que dibujan dehesas, montes y pinares y un clima más templado. Tanto en Navalcarnero como en San Martín de Valdeiglesias dominan Garnacha en tintas y Albillo en blancas. Si Madrid no triunfa, no será por ganas. D.O. MÉNTRIDA Adiós, Garnacha, adiós A pocos kilómetros de Madrid se encuentra esta carismática Denominación de Origen creada en 1976 que linda con Ávila, Toledo y Talavera de la Reina. En el año 2000, su reglamento fue modificado para incluir variedades foráneas como Cabernet, Merlot y Syrah en apoyo, teóricamente, de la Garnacha, que supone el 85% de la producción, o la Cencibel. También coexisten blancas, que se introdujeron en la última reforma de 1992, como Albillo, Macabeo, Sauvignon Blanc y Chardonnay, aunque con menor presencia. En total, hablamos de más de 13.000 hectáreas y 42 bodegas. Ha sido, y aún es, una región especializada en graneles, de lo que se deduce el agotamiento de sus viñas. Y aunque disfruta de viñedos muy viejos de Garnacha -que muchos viticultores afirman que es un mal clon-, nadie ha elaborado un vino que le haga justicia. Porque en los últimos años se han involucrado inversores de la talla de José Mª Entrecanales (Finca La Verdosa, asesorado por Richard Smart y Miguel Ángel de Gregorio), presidente del potente grupo Acciona y otras empresas, y otros más comedidos como Jiménez Landi, Ana Bombal o Canopy (dueño del establecimiento Asturianos, en Madrid), entre otros. Realmente, todos están dando un importante giro de calidad y están cambiando la historia de la denominación, aunque para ello tengan que desterrar al olvido a la reina Garnacha. El tiempo nos dirá. JOSÉ MARÍA BRAVO sombra de divo Es un referente en Madrid, un modelo seguido por muchos. Aunque su trabajo siempre ha sido concienzudo -desde 1992, en bodegas Ricardo Benito-, fue el vino tinto Divo, el más caro jamás elaborado en Madrid, el que lo descubrió. Pero, ¿qué sedujo a uno de los enólogos mejor considerados de Madrid? Hubo varias cosas que le llamaron la atención. La primera, unas condiciones importantes para elaborar vinos de calidad; la segunda, que había mucho viñedo viejo. Este cóctel lo conquistó entonces, y todavía lo sigue haciendo. También se percató de que las elaboraciones en general eran mediocres, por lo que en seguida supo que tenía una labor importante y un reto para crear un vino de calidad. En la última década, la imagen de Madrid ha cambiado notablemente, aunque sólo se deba a una decena de bodegas. No obstante, aunque afortunadamente cada vez menos, todavía hay quien no sabe que en la zona se elabora vino y sigue debatiéndose entre Rioja y Ribera. La raíz hay que buscarla en la estructura de las bodegas, pequeñas, familiares y con pocos recursos, lo que se traduce en una falta de proyección comercial. No sólo hay que intentar convencer al público de que se elabora vino, sino de que además hay diversidad. Existen tres subzonas en Madrid, pero la que más le gusta a Bravo es la ribera del río Guadarrama. Su agua es muy fina, y los terrenos a su paso son de arena con estratos arcillosos que crean suelos profundos, pobres y excelentes para uvas de alta calidad. Con respecto a los rumores del mal clon de Tempranillo o Tinto Fino, comenta: “Es posible que las plantaciones de los ochenta fuesen malos clones, pero, en general, las uvas son excelentes, como queda demostrado en mis vinos”. En Madrid destacan sus Garnacha, Tempranillo o Malvar, variedad blanca autóctona que presenta vinos poco aromáticos pero interesantes en boca (untuosos, amargos). La bodega busca viña vieja, pero lamentablemente el agricultor está arrancando mucha por no ser productiva. El futuro de Bravo es seguir haciendo las cosas bien y esperar que despegue una zona en la que ya se percibe un aumento del ambiente bodeguero y una mejoría en los vinos. JOÃO PAULO MARTINS Una vida de vino Quien no conozca a Martins no está al tanto de lo que pasa en el mundo del vino portugués, pues es uno de los periodistas más prestigiosos del país. Escribe en “La Revista de Vinhos”, edita varias guías de vinos y otras especializadas (Oportos, Setúbal, Madeira). En una de ellas, creó una sección titulada “Vinos no recomendados” en el apartado dedicado a cada región. Recibió dos demandas, que ganó, y ahora cree que los bodegueros catan los vinos antes de enviárselos. También es colaborador habitual del diario “Público” y asesora al restaurante Chafariz do Vinho, en Lisboa, donde desarrolla algunas ideas muy innovadoras. Una de ellas son los menús degustación, donde ofrece varios vinos por copas, entre ellos el Oporto, alarmado por que la cultura de este gran vino dulce en Portugal sea tan baja. Con esta iniciativa, aprovecha para incluir marcas y bodegas poco conocidas. Portugal vive una revolución de variedades, las del norte viajan al sur, y viceversa, como la Tempranillo en España. Syrah, en tintas, y Chardonnay y Viognier, en blancas, son las más destacadas en vinos de calidad con “castas” (como se denomina en portugués a las variedades). “Pero, sin duda, la gran promesa -afirma Martins- es la Touriga Nacional; una variedad que se evitaba en el Douro por ser poco productiva”. Los vinos más consumidos en Portugal proceden del Alentejo (un 48%), muy por encima del Douro, la zona preferida de Martins (11%). Ahora se están redescubriendo los vinos blancos y se perfecciona la crianza en roble desde sus comienzos con madera portuguesa, algo rústica, que más tarde se cambió por francesa, aunque se cometió el error de utilizar indiscriminadamente Limousin hasta el punto de que los vinos parecían una infusión de vainilla. La mejora en estos últimos años dibuja un panorama general alentador. RIBATEJO La gran transformación En esta región ha dominado siempre el granel. Era el pulmón de abastecimiento del aguardiente vínico con el que se encabezaban los vinos de Oporto y, también, núcleo de abastecimiento de países africanos, entre otros. Como es obvio, aquí se cultivaban uvas blancas (2/3) y algo de tinto. Sin embargo, desde hace diez años el panorama se ha invertido. Ahora se cultiva más uva tinta y la calidad ha mejorado notablemente. La moda son los vinos varietales, aunque también hay buenos coupages. En tintos, dominan la Castelao (muy elegante si se elabora bien, con recuerdo a cerezas y regaliz) y Trincadeira, mientras que en blancos destacan Fernão Pires (grasa y poco aromática) y Arinto (más ácida). También hay otras tintas, como Alfrocheira, Touriga Nacional y Franca, Aragonez (Tempranillo) y Alicante Bouchet (Garnacha Tintorera). En blancas se apuesta por foráneas, principalmente Chardonnay, aunque también encontramos Verdejo y algo de Alvarinho. El abanico de variedades, sobre todo de foráneas tintas (principalmente Syrah y Cabernet), crece a gran ritmo. Así, encontramos más calidad en los Vinos Regionales de Ribatejo, el equivalente al Vino de la Tierra español –que permiten mayor flexibilidad de castas extranjeras- que en la D.O.C. Ribatejo. La región, principalmente llana, se divide en seis subzonas: Tomar, Santarem, Chamusca, Almeirim, Cartaxo y Coruche. Donde más concentración de bodegas de calidad hay es en Santarém y Almeirim, aunque hay buenos productores en todas las zonas. La mayoría del suelo es arenoso, por la cercanía al río Tajo, con mayor proporción de arcilla en la orilla derecha. Como era de esperar, ya existe la iniciativa, por parte de algunos viticultores, de plantar en pie franco. A pesar de la creencia, son suelos interesantes donde la raíz profundiza mucho –el suelo tiene acuíferos a tres o cuatro metros- para buscar agua. Y lo más interesante, la filoxera no encuentra su hábitat en suelos arenosos. Como detalle de interés, hay una mistela tradicional, típica en la zona, denominada “Abafado”, dulce (200 gr/l) pero equilibrada, de la variedad Fernão Pires. Destacan en la zona los magníficos precios (2-6 euros) y la riqueza de variedades, algunas tan sorprendentes como la Alfrocheiro o Alicante Bouchet. Tiene una etiqueta –el de granelistas- que debe limpiar poco a poco, pero es un buen momento para conocer esta región. Las mejores añadas recientes son 2003, 2004 y 2005. Miguel Melo de Azevedo El Coleccionista Su proyecto personal se define como “vinos únicos de quintas únicas”, y a fe que lo está consiguiendo con una colección que, desde 1999, reúne ya seis de las más hermosas casas bodega de Portugal. La guinda es un espumoso, Caves Borlido. Su idea visionaria le ha situado entre las 10 mayores empresas vinícolas del país. Las quintas son la traducción al portugués de los “châteaux” franceses, regias casas de campo que en su día fueron autosuficientes. Melo es el ideólogo de la compañía y el director técnico. Rebosa energía, actividad, conocimiento y confianza, y transmite todo ello con reposada elegancia, como si cada una de las quintas fuera única, y cada uno de los visitantes, exclusivo. Su filosofía sobre las denominaciones de origen es muy clara: apuesta por la eficacia, por eliminar burocracia, funcionariado y divisiones de poder. Aboga por que los pequeños reinos de taifas del valle central se unifiquen en una denominación de origen común que cuente con lo estrictamente necesario: un buen laboratorio, un equipo de cata y el apoyo a la comercialización. Esa unión eficaz es la que siguen los vinos de la empresa, que se elaboran en cada quinta pero que se reúnen en la primera, y mejor dotada tecnológicamente, Quinta da Romeira, en Bucelas, para el embotellado y la distribución. Llegan de las mejores zonas vinícolas del país, 328 hectáreas distribuidas en Quinta Cova da Barca (Douro), Quinta do Cardo (Beiras), Caves Borlido (Bairrada), Quinta de Pegos Claros (Palmela), Quinta da Farizoa (Alentejo) y la propia Quinta da Romeira (Bucelas), donde nace la fina Arinto. Melo defiende así el concepto de empresa como familia, con su función sinérgica frente a la competencia, algo que promueve con una nueva imagen y el nombre bilingüe (The Quinta Collection) para acercarse a los nuevos mercados globales. ESTREMADURA Vientos de cambio Estremadura es la cuarta región más grande en extensión de viñedo y la tercera en producción de vino. Como sucedía con Ribatejo, esta región también era tachada de granelista. Su destino, las colonias afroportuguesas y Sudamérica: Angola, Brasil, Guinea-Bissau, Mozambique, São Tomé y Príncipe. Entre las dos movían el 40% de la producción de vinos en Portugal. Incluso hoy siguen siendo importantes para la exportación. Ahora soplan vientos renovados que deberán cambiar su imagen. Parte de los viñedos de esta zona se sitúan muy cerca del mar, con fuertes influencias atlánticas que se traducen en una falta de maduración total de la uva (vinos de 9% vol). En el interior ocurre todo lo contrario, pero, por ahora, hay mejor calidad. Hubo, en el pasado, tres regiones que gozaron de mucha fama por estar cerca de Lisboa: Bucelas, Colares y Carcavelos. Estremadura tiene nueve denominaciones de origen calificadas: Alenquer (de mucho prestigio en la zona por tener un clima muy fresco –similar a Burdeos- y uvas con excelente maduración), Arruda, Bucelas (zona que ha resurgido de vinos blancos de Arinto), Carcavelos (conocida por ser el vino favorito del Marqués de Pombal, casi siempre dulce), Colares (famoso por su vino tinto Ramisco y blancos de Malvasía), Encostas de Aire, Lourinhá (solo brandy), Óbidos y Torres Vedras. También existen los Vinos Regionales de Estremadura, que son los segundos en producción después de Alentejo. Con los nuevos cambios resultan mejores que los D.O.C. por la inclusión de variedades foráneas. Las uvas que dominan son: Fernão Pires en blancos y Castelão en tintos. Existen otras autóctonas, además de las foráneas conocidas por todos, como las blancas Malvasía Rei, Vital, Seara Nova, Arinto, Sercial, Rabo de Ovelha y Alicante Blanco. Los suelos son principalmente arenosos con influencia calcárea -sobre todo en Bucelas, tierra extraordinaria donde se elabora, posiblemente, el mejor blanco portugués-. El futuro de Estremadura pasa por una fusión con su hermana Ribatejo para crear una región que se denominaría Vinhos de Lisboa. PENÍNSULA DE SETÚBAL El Portugal más dulce La región es conocida por sus vinos dulces elaborados con la aromática uva blanca Moscatel de Setúbal (Moscatel de Alejandría). Fue José María da Fonseca, en 1835, el primero que embotelló y el que desarrolló los estilos que hoy conocemos. Como mínimo se exige para la D.O.C. Setúbal un 85% de Moscatel, y el resto puede ser Arinto, Malvasía o Boais. Se elabora también un Moscatel Roxo (uva tinta de la familia del Muscat) que está muy de moda. La iniciativa surge de J.M. Fonseca, con una producción de dos hectáreas, la mayor del mundo. La elaboración de este vino es muy similar a la del Oporto. La diferencia está, además de en la variedad, en la maceración de las pieles -durante cinco meses- cuando se encabeza el vino para detener la fermentación (8-9% vol). El resultado es un vino dulce con 17-18% vol. Después, sufre un envejecimiento mínimo de dos años en barrica (550 litros), casco (700 litros) o depósito. Una vez embotellado, conservará su frescura, aroma de naranjas, limas y flores. Pero también existe un Moscatel de Setúbal con añada, de cosecha limitada, elaborado principalmente por los dos productores más grandes de la zona: J.M. Fonseca y Bacalhôa Vinhos de Portugal. Hay otras menciones, que no contempla el reglamento, como Moscatel Superior, que hace mención a cosechas excelentes y un mínimo de 30 años en barrica. Hay otros moscateles de 10, 20 y 30 años que, a diferencia del Oporto, en este caso se refiere a la edad del vino más joven de la mezcla de añadas. Las últimas añadas excelentes son las de 1900, 1934, 1965 y 2000. La otra D.O.C. dentro de la Península de Setúbal es Palmela. La mayoría de las bodegas están concentradas en los alrededores de la calle Fenando Pó. Su uva tinta reina es la Castelâo (mínimo, un 67%), con el 75% de viña plantada en la región, confundida con Periquita por error: realmente era un viñedo llamado Periquita plantado con uva Castelão, pero su fama tergiversó su identidad. No existe la variedad Periquita. Además la acompañan Alfrocheiro, Bastardo y Trincadeira. En blancas tenemos Fenão Pires como principal y algo de Arinto, Antão Vaz y varias foráneas en ambos casos. A pesar de padecer un clima extremo, la zona se cobija entre los ríos Tajo y Sado, y quita la sed de las raíces a unos 3 ó 4 metros de profundidad. Los vinos que se elaboran son clásicos, parecidos al Rioja. El Vinho Regional Terras do Sado se utiliza para la inclusión de variedades foráneas en la zona. Agenda Actividades diversas Centro de Interpretación del Alto Tajo “Dehesa de Corduente”. Tel. 949 848 217 cicorduente@jccm.es. Centro de Interpretación del río Tajo Isla de los Molinos de Arriba. 45660 Talavera de la Reina (Toledo). Tel.: 925 825 382. www.diputoledo.es Estaçao Fluvial do Terreiro do Paço Tel. + 351 218 820 348. www.transtejo.pt - turismo@transtejo.pt. Buendía Multiaventura Frontón, 5. 16512. Buendía (Cuenca). Tel. 606 409 073 - 969 373 005. www.multiaventurabuendia.com. Parque Nacional de Monfragüe Monfragüe Vivo. Tel. 927 459 475 y 620 941 778. www.monfraguevivo.com. Na Rota dos Abutres (senderismo) Salvaterra do Extremo – Junta de Freguesia (Portugal). Tel.: + 351 277 455 277. www.cm-idanhanova.pt Casa Museu Jose Maria da Fonseca Rua José Augusto Coelho, 11 – 13. 2925 – 942 Azeitao (Portugal). Tel. 351 212 198 940. www.jmf.pt enoturismo@jmfonseca.pt. Quinta dos Patudos Rua José Relvas 387. 105 Alpiarça (Portugal). Tel +351 234 558 288. Rota da vinha e do vinho (Ribatejo) Campo Infante da Cámara Casa do Campino. 2000 – 014 Santarém (Portugal) Tel.: + 351 243 330 330. www.rotavinhoribatejo.pt info@rotavinhoribatejo.pt. Rota do Vinho Posto do Turismo de Alenquer. Parque Vaz Monteiro – Largo Espirito Santo. 2580-301 Alenquer (Portugal). comer Adolfo Granada, 6 – Toledo Tel.: 925 252 472 Y Cigarral Santa María Cerro del Emperador, s/n 45001 Toledo Tel. 925 252 694 - www.grupoadolfo.com/cigarral-santamaria.html Bar Explanada Pavilhão 1, Doca de Sto. Amaro – Alcantara. 1350 Lisboa. Tel. + 351 213 955 552. www.tertulidotejo.com tertuliadotejo@netcabo.pt. Barrete Saloio Rua Luis de Camões, 28. Bucelas (Portugal). Tel. + 351 219 694 004 www.barretesaloio.eu. Casa Do Alentejo Rua Portas de Santo Antao 58 Lisboa. Tel +351 213 405 140. www.casadoalentejo.pt. Ponto Final R. do Ginjal, 72 Cacilhas. 2800-284 Almada (Portugal). Tel. + 351 212 760 743 pontofinalrest@gmail.com. Portas do Sol Jardim das Portas do Sol - Largo Alcaçovas. 2000-110 Santarém (Portugal). Dormir Acebos del Tajo (Turismo rural) La Cañada, 1. 19313 Peralejos de las Truchas (Guadalajara). Tel.: 629 243 754. www.acebos.com informacio@acebos.com. Bairro Alto Hotel Praça Luis de Camões, 8. Lisboa – Bairro Alto. Tel. + 351 213 408 288. www.bairroaltohotel.com info@bairroaltohotel.com. Barceló Aranjuez Pza. Unesco, 2 – Urb. Ciudad Jardín. Aranjuez (Madrid). Tel. 902 101 001. www.barelo-hotels.com sac2@barcelo.com. Casa da Alcáçova Largo da Alcáçova, 3 – Portas do Sol. 2000 Santarém (Portugal). Tel. + 351 043 388 0100. www.alcacova.com - casa@mail.telepac.pt. La Cerca del Alcornoque Camino de la Jarilla, s/n. 10394 Casas de Belvis (Cáceres). Tel. 927 575 940 – 654 647 646. www.lacercadelalcornoque.com info@lacercadelalcornoque.com. Cigarral de Cervantes Ctra. de Circunvalación, 2. Toledo. Tel. 925 283 680. www.cigarraldecervantes.com info@cigarraldecervantes.com. Hospedería Parque de Monfragüe Ctra. Plasencia – Trujillo, km 39,1. 10694 Torrejón el Rubio (Cáceres). Tel. 927 455 279 – 902 321 432. www.hospederiasdeextremadura.es. Pensão João Chagas Rua João Chagas. 2250 – 064 Constância (Portugal). Tel. 351 249 739 403. www.constancia.info info@constancia.net. Quinta da Torre Alpiarça (Portugal). Tel. + 351 243 558 147. enotecas Coisas do Arco do Vinho Centro cultural Belem Lisboa. Tel. +351 213 642 031. www.coiasarcodovinho.pt. Chafariz Do Vinho Chafariz de Mae d’Agua a Praça da Alegría. Rua de Mae d´Agua 1250 Lisboa. Tel. +351 213 422 079. www.chafarizdovinho.com. Garrafeira Adivinho Travessa do Almada, 24. Lisboa. Tel. + 351 218 860 419 www.adivinho.com. Enoteca Caves Velas Rua Dom Afonso Henriques 1. Bucelas (Portugal).