- Redacción
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- 2013-11-04 10:11:16
Capítulo 15: ¿Por qué oscura razón plantarían los vinicultores franceses únicamente cepas americanas, introduciendo así el mildiú y la filoxera en Francia, pese a que las cepas estadounidenses producían vinos prácticamente imbebibles? Buscando pistas.
El propietario de la finca vinícola situada en Pujaut, al sur del Ródano, donde la filoxera causó los primeros daños, era un viajero impenitente. Puede que se trajera algunas cepas americanas a modo de souvenir exótico y las plantara para impresionar a los vecinos. Esta teoría es tan poco verosímil como la que sigue, según la cual en los viveros del sur de Francia y Burdeos se estaban investigando cepas americanas porque algunas de ellas, como la Isabella, supuestamente eran especialmente resistentes al verdadero mildiú. El mildiú se descubrió en Inglaterra en 1845 y en Francia, en 1847. Pero el presidente de la “Asociación Central de la Agricultura” del departamento de Hérault en Languedoc, Louis-César Cazalis-Allut, en su finca de Frontignan cultivaba ya desde 1832 cepas de Isabella, un dato documentado irrefutablemente. Y en 1840 plasma sus impresiones en papel. Según escribe, el vino producido con uvas Isabella tenía un sabor penetrante a frambuesa y, como mucho, servía para completar un ensamblaje.
Entonces, ¿por qué Louis-César Cazalis-Allut no repara en gastos para encargar cepas en ultramar, plantarlas y cuidarlas durante años, para constatar finalmente que sus vinos son prácticamente imbebibles? ¿Pretende entrar en la Historia como visionario, al apostar por una variedad para combatir con ella una enfermedad que sólo aparece cuando dicha variedad ya lleva años plantada, enfermedad que posiblemente haya sido introducida precisamente por esa variedad? Porque, al igual que la filoxera, también el mildiú procede del Nuevo Mundo. Y todo esto suena a justificación y ocultación de hechos históricos. “¡Elemental, querido Watson!”
Cual unos Sherlock Holmes del vino, vamos a seguir una pista muy diferente. El primer indicio son algunas pocas líneas redactadas por Rougier de la Bergerie: “Lo único que les importa a los vinicultores de las viñas de las regiones vinícolas pequeñas es el color”. De repente el color, y con él el extracto, lo era todo en el vino. Pero no era por demanda de los sibaritas cultivados, ya que éstos miran con recelo cualquier vino que no sea transparente, porque “algo tendrá que ocultar”, sino por los aplicados trabajadores que estaban sufriendo la galopante industrialización del Norte, para los cuales el consumo de vino era, por una parte, un aporte de calorías barato, pero además traía algo de luz y calor a la oscuridad de un trabajo cotidiano monótono e interminable. Y fue el encarecimiento del vino de diario debido a los impuestos lo que hizo estallar la Revolución Francesa – pero ya hablaremos sobre este tema en otro capítulo. Según nuestra tesis, la culpa del desastre de la filoxera la tuvo la búsqueda de variedades que fueran baratas de cultivar, pero a la vez produjeran vinos de color intenso, aun con grandes volúmenes de cosecha, para poderlos aguar.
Mientras que entonces el volumen de cosecha de un viñedo de calidad rara vez sobrepasaba los 20 hectolitros por hectárea, las viñas más productivas del Languedoc, de repente, empezaron a producir diez veces más sin ningún problema, para suministrar así al Norte su “gros rouge qui tache”, vino peleón que mancha, nombre por el que en los siguientes 150 años se conocerá este producto. La filoxera cayó sobre Europa como antes lo hiciera el verdadero mildiú, devastando con facilidad las tradicionales cepas centenarias, habitualmente reproducidas por esquejes. Las únicas que sobrevivieron fueron las inmigrantes del Nuevo Mundo, cuyas raíces habrían de servir más tarde de portainjertos para las uvas nobles europeas, tan propensas a las enfermedades.
Cronología
1788. Francia posee 1,6 millones de hectáreas de viña.
1820. En su Cours de l’agriculture pratique, el agrónomo Rougier de la Bergerie escribe: “Lo único que les importa a los vinicultores de las viñas de las regiones vinícolas pequeñas, plantadas mayoritariamente de variedades muy productivas, es el color”.
1827-1835. La superficie de viña en Francia creció una cuarta parte, alcanzando los dos millones de hectáreas, y hasta 1874 se extendió aún más, llegando casi a los 2,5 millones de hectáreas. Actualmente en Francia hay 0,778 millones de hectáreas plantadas de vid.
1836. Louis Bouchet vendimia en su domaine junto a Montpellier los primeros racimos de un cruce entre la productiva Aramon y la Teinturier, de color intenso (uva tintorera). Este cruce ofrece tanta seguridad en la cosecha como capa alta en sus vinos. Las variedades recientemente introducidas, como la Isabella o la Teinturier dan color al vino, incluso con un volumen de cosecha muy elevado
>> En el próximo capítulo:
Coincidiendo con el fin del Carnaval, en Limoux (en el sur de Francia), todos los años se celebra la quema del invierno, que allí, en ocasiones, tiene los rasgos de un enólogo.