- Redacción
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- 2014-01-23 09:00:52
Swartland no está más que al principio de su revolución. El hecho de que ya se le preste tanta atención se debe, en primer lugar, a Eben Sadie, Adi Badenhorst y Chris y Andrea Mullineux. Fueron los primeros en demostrar el gran potencial que alberga este paisaje. Ahora ya les sigue un ejército de revolucionarios.
Las estrellas
Eben Sadie
Lo llamaban el enfant terrible de Sudáfrica, porque aun viniendo de fuera, Eben logró hacer sombra a todos los tintos de las empresas exitosas de El Cabo con su Columella, creado en el año 2000. Trabajó durante años en empleos diversos para vinicultores superiores en Europa, antes de que Charles Back, el primero en reconocer el potencial de Swartland, lo contratara para Spice Route en 1998. Ya un año después, junto con su hermana y su hermano, Eben inició en paralelo The Sadie Family Wines en un cobertizo en Lammershoek. En 2001 Eben Sadie elaboró la pareja blanca del Columella, el Palladium, y en estos últimos años ha creado The Old Vine Series, pequeñas ediciones de parcelas viejas individuales. “Columella y Palladium son nuestros vinos de firma”, comenta, “vinos que tienen que ver con el presente y con el futuro, que se van desarrollando hacia delante”. Siempre están hechos con uvas de las mismas parcelas, que Eben cultiva según las reglas de la biodinámica, “a diferencia de nuestros Old Vine Series, que intentan capturar algo de nuestro pasado”. Ha sido esta colección de ocho vinos, auténticos monumentos, la que ha llamado la atención sobre el tesoro de cepas viejas que hay en Sudáfrica.
Adi Badenhorst
Los Badenhorst proceden de Constantia, donde el abuelo y el padre habían sido viticultores muy activos. Cuanto él tan solo tenía 13 años, Adi hizo su primer vino. Después de vendimiar en Château Angélus con Alain Graillot y en Wither Hills en Nueva Zelanda, y tras nueve años como bodeguero jefe en Rustenberg, Adi se independizó con su primo Hein. Adquirieron en 2007 la granja abandonada Kalmesfontein con 28 hectáreas de viejas cepas de diversas variedades podadas en vaso y volvieron a poner en marcha la bodega tras 70 años de inactividad. Adi, siempre dinámico, vinifica en cubas y pilas de hormigón abiertas a la manera tradicional, logrando así unos vinos magníficos, interesantes y fáciles de beber, tanto los ensamblajes tinto y blanco Red Blend y White Blend como los tres vinos Secateurs.
Chris y Andrea Mullineux
Se conocieron el en valle del Ródano; después, Chris y Andrea se hicieron cargo conjuntamente de la dirección de Tulbagh Mountain Vineyards (hoy Fable). Desde 2007 hacen su propio vino en Riebeek-Kasteel. Al principio, solo tres: un tinto de Syrah, un ensamblaje blanco mayoritariamente de Chenin y su vino de paja, con los que demostraron inmediatamente su extraordinario talento. Actualmente también embotellan su serie Kloof Street con uvas de cepas de menos de 35 años. En colaboración con Rosa Kruger, producen embotellados especiales de granito y pizarra con un apasionante carácter.
Los adelantados
Craig Hawkins y Lammershoek
Lammershoek fue adquirido a mediados de la década de 1990 por el austriaco Paul Kretzel y su esposa Anna, y al principio se dio a conocer por sus vinos potentes. Al mismo tiempo, los Kretzel ayudaron a Eben Sadie a instalarse y a muchos otros recién llegados a proveerse de uvas. Desde 2009, Craig Hawkins es el responsable de los viñedos y la bodega. Trabaja de manera biodinámica y en bodega es minimalista. Así, los vinos LAM y los de finca han ganado tremendamente en perfil y mineralidad; bajo el nombre de Cellar Foot, los Kretzel, su hija Carla y Craig presentan experimentos especialmente interesantes con los que se descubren como grandes vinicultores. “Yo hago los vinos que imagino”, afirma Craig Hawkins. Hace tiempo que se distanció de los conocimientos académicos convencionales. En vez de leer los análisis, prueba las uvas. No investiga la maduración de los taninos, sino de la acidez. Aspira a reducir el alcohol, le gusta dejar el vino sobre los hollejos durante mucho tiempo y prescinde del azufre en el vino “cuando el viñedo lo permite”. Craig, que empezó con Eben Sadie, conoce bien a la vanguardia de los vinicultores en Europa y vinifica Blaufränkisch en Austria con Dorli Muhr, posiblemente sea el personaje que más inspira actualmente a sus amigos en Swartland. Embotella sus propias creaciones, siempre extraordinariamente interesantes, bajo los nombres de Testalonga y El Bandito. En la bodega de Lammershoek le ayuda Jurgen Gouws. Bajo la marca Intellego, tanto en tinto como en blanco, Jurgen demuestra hasta qué punto conoce ya su oficio.
Los aspirantes
Donovan Rall y David Sadie
Están considerados los vinicultores más grandes de Swartland -por su estatura– y se cuentan entre los más simpáticos. En 2007, Donovan Rall se topó con variedades mediterráneas y cepas viejas en Swartland y se dedica a ellas como independiente desde 2008. Hasta ahora, solo produce un Rall White y un Rall Red en sus 10 parcelas de viña, entre ellas algunas en Stellenbosch, y siempre en pequeñas ediciones pero de excelente calidad desde el primer momento. David Sadie, que trabajó en Saronsberg durante dos años y medio, y su mujer, Nadia, especialista en suelos, empezaron a hacer sus propios vinos en 2010. Reciben uvas de doce parcelas de Swartland, con las que producen dos vinos blancos y dos tintos bajo la etiqueta David siguiendo enteramente las reglas de Swartland Independent.
Los recién llegados
Callie Louw, Mount Abora y otros
Callie Louw es un as del viñedo; desde 2009 dirige la bodega Porseleinberg, adquirida por Mark Kent y Boetenhoutskloof. Mientras Callie se dedicaba a plantar la finca de cepas nuevas de Syrah –su objetivo: 100 hectáreas solo sobre pizarra–, Mark hacía su primer vino propio en 2010, con las uvas de 3.500 cepas, sin despalillar, elaborado en tinas y huevos de hormigón: un debut asombroso. Mount Abora, subinquilino de la bodega Meerhof Winery, no embotelló sus primeros vinos hasta 2012. Krige Visser y el bodeguero Johan Meyer hacen vinos emocionantes con viejas cepas de Cinsaut y Chenin, y un ensamblaje tinto jugoso y elegante. La misma bodega aloja también a Christa de La Chevallerie. Licenciada por Geisenheim, con su espumoso Kap Klassiek Filia verdaderamente ha logrado una gran creación elaborada con sus propias viejas cepas de Chenin. En Kloovenburg surge un nuevo ensamblaje muy prometedor, Santa Cecilia embotella un Chenin espléndido, al igual que Tobias y Wildehurst. Y otros muchos ya están en sus posiciones de salida. Swartland está en ebullición y se halla solo al principio de su revolución.