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Monte Athos. El Estado Monacal del Vino

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  • Redacción
  • 2014-12-03 11:09:35

Desde hace mil años, el acceso está vetado a las mujeres... y los hombres necesitan un visado. En el Estado Monacal Autónomo de la Montaña Sagrada de Monte Athos, en la península Calcídica en el norte de Grecia, se hace el vino oficial del Kremlin. VINUM visitó a los vinicultores de Vladímir Putin.

Texto: Thomas Vaterlaus

A dos horas de coche al este de Tesalónica, las carreteras se vuelven cada vez más estrechas y sinuosas, y el GPS ya solo funciona con tarjetas adicionales. Después de pasar la pequeña ciudad portuaria de Uranópolis (en griego, Ciudad Celestial), hay que seguir una pista secreta de arena que atraviesa un paisaje de matorral cada vez más denso y salvaje. El viaje al Estado Monacal Autónomo de Monte Athos es más que inusual. Las 120 personas (como máximo, de las cuales no más de 10 extranjeros) a las que diariamente se permite la entrada generalmente toman el barco hasta el puerto de Dafni, la puerta de entrada oficial a la isla prohibida. Pero nosotros hemos ido con Georgios Tsantali, de la bodega del mismo nombre. Y como Tsantali hace los únicos vinos de Monte Athos que se pueden comprar en el mercado, las cosas son un poco más fáciles. Al cabo de un rato, llegamos con nuestro jeep a un muro coronado de alambre y aparcamos ante una sencilla puerta de hierro pintada de verde. “Estamos saliendo de Grecia”, comenta Georgios Tsantali. Al otro lado nos espera un viejo autobús Mercedes de color verde, uno de los pocos vehículos de gasolina que hay en esta república monacal. Con sus 336 kilómetros cuadrados, es nada menos que 80 veces mayor que el Vaticano. En Monte Athos hay 17 conventos ortodoxos griegos, 1 ortodoxo serbio, 1 ortodoxo búlgaro y 1 ortodoxo ruso, además de 12 pueblos monásticos y 700 minúsculas comunidades y ermitas. En su apogeo en el siglo XV, se dice que vivían allí 40.000 monjes. Hoy quedan 1.700.

 

Un monje, un convento, un vino

Por cierto: no solo se prohíbe la entrada a las mujeres, sino también a las hembras de los animales, con excepción de las gatas y gallinas. Pero los animales no domésticos, especialmente los jabalíes que, como nosotros, se internan en estas tierras sagradas desde el norte, a través del matorral, eluden el control de sexo. Tras unos diez minutos en autobús llegamos a Metochi Chromitsa, una especie de delegación del monasterio ruso-ortodoxo Agios Panteleimon. Hace apenas 100 años, solo en esta comunidad vivían alrededor de 1.500 monjes. Hoy no llegan a cincuenta los hermanos en la fe que viven en el monumental convento principal, construido directamente sobre el mar. En Metochi Chromitsa nos encontramos con el padre Philaretos, de casi 80 años de edad, ruso de nacimiento. Vive allí desde hace 50 años y ocupa una habitación en una planta de la abadía ahora vacía, encima de la bodega donde Tsantali vinifica actualmente los vinos de la isla. Por la noche, cuando los aproximadamente diez jornaleros empleados en las viñas de Tsantali vuelven a Grecia, se queda solo en la imponente casa. Sin luz ni corriente eléctrica, sin agua caliente, televisor o internet. Pero a pocos cientos de metros bajo su convento, el mar Egeo seduce con su refulgente azul. Aunque a los monjes de Monte Athos tampoco les está permitido bañarse... “En verano, cuando sopla el viento de poniente, oigo la música disco de los clubes playeros de la península de enfrente”, dice. Para él son señales desconcertantes de un mundo que le es totalmente ajeno. Aun así, el padre Philaretos no se siente solo. Desde que la bodega Tsantali restauró estos viñedos –y ya lleva plantadas unas 100 hectáreas de cultivo biológico controlado– sus días son tan ajetreados como no lo eran allí desde hace al menos 100 años. Sobre todo las cuvées tintas de la antigua variedad Limnio (que regala vinos potentes y con mucho cuerpo, con aromas de hierbas y acidez presente) mezcladas con Cabernet Sauvignon, en este terruño arenoso con partes de pizarra, situado a unos 400 metros sobre el mar, producen crus con una extraordinaria personalidad propia y mucho carácter. Los viñedos son todos de secano y tienen que apañarse con los 300 milímetros de lluvia por metro cuadrado que caen anualmente en esta región. La bodega Tsantali logró criar sus vinos de Monte Athos en cierto modo por intervención divina: en el año 1971, cuando tenía 57 años, Evangelos Tsantali, tío del actual patrón, peregrinaba por las salvajes colinas de Monte Athos. Lo sorprendió una tormenta y encontró refugio en Metochi Chromitsa. Vio los viñedos abandonados y propuso a los monjes volver a explotar esta excelente tierra de viña en medio de una naturaleza casi intacta.
 

La visita de Vladímir Putin

Durante los primeros años, los monjes ortodoxos rusos aún participaban en el trabajo del viñedo, luego el equipo de Tsantali se hizo cargo de todo el proyecto. A los monjes, sencillamente, les falta tiempo, pues han de rezar hasta diez horas al día. El renacimiento de la vinicultura en Monte Athos adquirió una nueva dimensión el 9 de septiembre de 2005, día en que el jefe del Estado Ruso, Vladímir Putin, visitó el convento ruso-ortodoxo Agios Panteleimon. Allí probó los vinos de Tsantali y dio orden de plantar, en lo sucesivo, el vino oficial del Kremlin.

La empresa se planificó a la manera del Alto Estado Mayor. Enólogos, agrónomos e incluso un médico llegaron de Moscú para examinar la calidad y tolerancia para la salud del cru en cuestión. Finalmente, con la añada de 2007 se embotellaron por vez primera 3.500 botellas de Kormilitsa Gold Edition como vino exclusivo para el Kremlin. Es el vino icónico griego por antonomasia, y las pocas botellas que salen al mercado no se venden por menos de 100 euros. “Creo que lograr la concesión para producir el vino del Kremlin ha sido bastante más difícil que la de proveedor de la Corte de la Reina de Inglaterra”, comenta Georgios Tsantali.

 

La península del buen gusto

Pero en los últimos años, el Estado Monástico ha ascendido hasta convertirse en la península del buen gusto, y no solamente gracias a los grandes vinos de Tsantali: simultáneamente, en el convento de Mylopotamos en la costa Este, el monje Epiphanios, nacido en Georgia hace 50 años, ha revolucionado la cocina de Monte Athos, marcadamente bizantina. Mientras que antes los religiosos se alimentaban sobre todo de verduras, ensaladas, aceitunas, queso de oveja, nueces, vino y pan, Epiphanios ha logrado preparar en grandes marmitas y cazuelas de barro sobre hogueras abiertas una multitud de platos que aúnan sencillez y refinamiento. En lugar de sal y pimienta, a menudo son las hierbas aromáticas autóctonas de la isla y el aroma ligeramente ahumado del fuego las que confieren un matiz especial a los guisos, como el cocido de garbanzos o el pulpo al vino. Su libro de cocina ilustrado La santa cocina de Monte Athos, publicado en el año 2010, ha causado furor a nivel mundial. En él, también defiende una dieta alimenticia que prevé una sola comida vegana y sin grasas para los lunes, miércoles y viernes, y dos comidas con pescado, huevos, productos lácteos y vino para los martes, jueves, sábados y domingos. Ya en la década de los noventa del siglo pasado, un estudio sobre la alimentación demostró que los monjes de Monte Athos presentaban muchas menos afecciones de estómago, intestino, corazón y cardiovasculares, así como de Alzhéimer y Párkinson, que los habitantes del resto del mundo. Es muy posible que la vida cotidiana de los monjes, libre de estrés y preocupaciones existenciales y apartada de los medios de comunicación modernos, sea un factor relevante.

Por cierto, gracias a los crus de Tsantali y las recetas del padre Epiphanios, incluso las mujeres, para las que este Estado Monástico es tierra prohibida, tienen la posibilidad de conocer el olor y el sabor de Monte Athos.

 

Disfrutar del Monte Athos

Grandes vinos, cocina mediterránea de convento y sensación de felicidad en el Monte Athos, a 2.033 metros sobre el mar: este Estado teocrático está lleno de espiritualidad, pero lamentablemente solo accesible para varones.

 

Vinos

La bodega Tsantali, del norte de Grecia, embotella una impresionante paleta de crus de Monte Athos. Ya los vinos tintos básicos Metochi Chromitsa y Agathon seducen por su estilo vigorosamente clásico y lleno de carácter, y son acompañantes perfectos para una comida. El Agioritiko Abaton, que madura en barricas nuevas, presenta más elegancia plena y notas de pimienta y bayas negras. Los mejores vinos que maduran actualmente en Monte Athos son el complejo y pleno Agathon X y el extremadamente raro Kormilitsa Gold Edition, el vino oficial del Kremlin. Además, en el convento de Metochi Chromitsa, en el extremo norte de la península del Monte Athos, Tsantali dispone de un ala para huéspedes con unas diez camas. Más información: Tsantali Vineyards & Wineries, Agios Pavlos, GR-63080 Halkidiki, Tel. +30 (0)23990 761 00, www.tsantali.com

 

Cocina y recetas

The Cuisine of the Holy Mountain Athos, del monje Epiphanios, editorial Synchroni Orizontes, ISBN: 978-9603983354 – Fotografías, textos y 130 recetas de Monte Athos. Disponible únicamente en inglés.

 

Visita al Monte Athos

Solo pueden visitar el Estado Monástico de Monte Athos los varones mayores de 18 años durante un máximo de cuatro días (tres noches en tres conventos diferentes). El viaje se inicia en Tesalónica, a 145 kilómetros de Uranópolis. Allí se embarca hasta Dafni, el puerto de acceso a Monte Athos. Es imprescindible solicitar el visado de entrada (diamonitirion) con anterioridad. Dirección: Oficina de peregrinos de Monte Athos, Egnatia Odos 109, GR-54635 Thessaloniki, Tel. +30 (0)2310 25 25 78, e-mail: piligrimsbureau@c-lab.gr

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