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España a salto de viña

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  • Redacción
  • 2015-10-05 10:16:33

Hace no tantos años, en las aulas nos hablaban de una ardilla que debido a la gran masa forestal dela Península era capaz de recorrerla en toda su extensión sin necesidad de tocar el suelo. Pues bien, aunque desgraciadamente esa riqueza arbórea se ha visto gravemente mermada en las últimas décadas, podríamos reutilizar el símil, eso sí, cambiando a esa ardilla por nosostros mismos, para hablar de nuestro viñedo. En cualquier medio de transporte podríamos recorrer España de punta a punta sin dejar de ver majuelos.

Texto: Antonio Candelas / Fotos: Heinz Hebeisen

 

España es un país con un paisaje fundamentalmente vitícola que se ha ido modelando en función de muchos factores y que goza de una riqueza insuperable. El viñedo, dependiendo de donde se encuentre, se integra en el medio como si hubiera estado allí desde el inicio de los tiempos, pero ¿alguna vez os habéis parado a pensar por qué las viñas manchegas está ampliamente separadas y desparramadas por el suelo? ¿O por qué las de Rías Baixas sin embargo están dispuestas en emparrados sujetos por pilares graníticos? O mejor aún, los espectaculares costers del Priorat, ¿por qué no nos los encontramos en las grandes regiones castellanas? Para seguir con la batería de preguntas, deberíamos plantearnos ahora qué es lo que lleva a los viticultores de cada zona a plantar sus cepas de una determinada manera y no de otra. No es casualidad que cada paisaje tenga su propia personalidad dependiendo de la latitud a la que se encuentre. Hay muchos factores que determinan la disposición de las viñas: climáticos, físicos, culturales, económicos…

La viticultura es la disciplina que trata este tipo de aspectos y podríamos extendernos tanto como quisiéramos, puesto que hay mucho de qué hablar. No obstante, siempre viene bien darse una vuelta por las viñas y observar el medio en el que se encuentran para que nos desvelen parte de las preguntas que se nos puedan plantear.

La viña es una planta que, como cualquier ser vivo, tiende a adapatarse al medio para sobrevivir y para dar lo mejor de sí. Para ello cuenta con sus propios mecanismos de adaptación y con la mano del hombre, que conoce a la perfección las condiciones en las que tiene que vivir, que por lo general son y deben ser bastante exigentes. En plena llanura manchega, donde la canícula impone su ley y las precipitaciones no siempre superan los 300 milímetros anuales, la viña es capaz de resistir estas condiciones de forma airosa. La variedad Airén, tan característica de la zona, tiene una particularidad fundamental y es que se trata de una planta de porte rastrero, lo que unido a su conducción en vaso optimiza la humedad captada en los meses en los que se recogen las precipitaciones y minimiza el exceso de evaporación debido a la sequedad del ambiente. Esta es la antítesis de los emparrados gallegos, cuyo argumento fundamental se basa en evitar que la abundante pluviometría caída en un año -alrededor de 1.600 milímetros- provoque problemas sanitarios en las vides. Si nos desplazamos al mágico Priorat podremos ver cómo las viñas están plantadas en pendientes imposibles o cómo se han ido aprovechando las curvas de nivel del terreno para construir prácticas terrazas que facilitan algo las labores al viticultor. De igual forma, si aterrizamos en la exótica isla de Lanzarote nos impactarán los hoyos y zanjas donde se asientan las cepas plantadas sobre sus suelos de naturaleza volcánica: en un principio nos pararece imposible que de aquellos sarmientos adaptados a un paisaje más lunar que terrestre cuajen racimos a partir de los cuales se lleguen a elaborar ricos vinos.

Para concluir, no se puede dejar de hablar de la forma de conducción que más se ha ido imponiendo en las últimas décadas y que en nuestro viaje entre viñas se observa con mayor representación. Se trata de la conocida espaldera, en la que la vegetación queda dispuesta de forma lineal, continua y en un plano más o menos perpendicular al suelo. Los beneficios de este sistema se basan en la mecanización de las labores del viñedo, incluyendo la propia vendimia. En este caso podríamos hablar de que bajo este sistema se consigue aplicar una viticultura de última generación en la que se puede exigir al viñedo en función del tipo de fruto que queramos obtener. Como todo en esta vida, tiene sus ventajas y desventajas.

Es indudable que cada región tiene su encanto particular por las posibilidades que pueda brindar al visitante: una bonita playa, un entorno rural de cuento de hadas, un núcleo metropolitano de gran valor monumental o una capital puramente cosmopolita, pero tan solo hay un elemento que sirve de hilo conductor para poder ir de destino en destino por toda España con sus diferentes variantes: el viñedo.

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