- Redacción
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- 2016-10-06 16:47:39
Marruecos, Líbano, Turquía, incluso Siria: desde la década de 1990, en las zonas del sur y el este del Mediterráneo los fanáticos del vino habían podido sumergirse en una cultura vinícola de una sensualidad oriental con unos vinos locales que no habían cesado de mejorar en calidad. Pero debido a la evolución político-religiosa de los últimos años, hoy el último país vinícola oriental que se puede visitar es Marruecos.
Texto: Thomas Vaterlaus
En el zoco de Fez, las horas vuelan como minutos y los minutos parecen horas. Un carnicero saca un pollo de una jaula de barrotes de madera y le corta la cabeza con un golpe sereno. Un ferretero perfora con agujeros diminutos una bola de latón que, luego, convertida en lámpara, llenará de magia una habitación con sus misteriosos juegos de luz. En nuestras latitudes ya hace tiempo que la manufactura y la venta no las realiza la misma persona, pero allí sigue siendo tan cotidiano como hace mil años, y todo ello en un ambiente de 1.001 matices y tonos, sonidos, colores y aromas. No resulta sencillo encontrar sin ayuda la salida del laberinto de la medina para llegar, por ejemplo, al Riad de Fez, un hotel palaciego como de cuento oriental. A la sombra de las arcadas de blanquísimas columnas de estilo mudéjar, arrullado por el chapoteo del agua y el rumor de las ramas de las palmeras, tomando un Ait Soula Blanc 2014 de la Domaine de Ouled Taleb de Benslimane, nadie podría olvidar jamás este elegante varietal de Viognier. Las vivencias del vino permanecen cuando asociamos las impresiones sensoriales a otras percepciones de los sentidos.
Una víctima de la islamización
Hasta hace poco tiempo, la zona del sur y el este del Mediterráneo ofrecía todo un abanico de posibilidades de conocer vinos y vinicultores en un contexto cultural totalmente diferente al mundo del vino en Europa. En la árida meseta libanesa de Bekaa, a una altura de hasta mil metros sobre el mar maduran cuvées elegantes y con capacidad de guarda hechas con variedades de Burdeos, a las que se suman cepas del sur de Francia como Syrah o Carignan. Y en Turquía no solo se hacen vinos excelentes en Capadocia, en las zonas cercanas a las célebres pirámides de toba, donde las comunidades cristianas de hace mil años crearon ciudades subterráneas muy bien camufladas. Cerca de la metrópoli kurda de Diyarbakir hay viñedos con cepas de la variedad Bogazkere (“rasca-garganta”) de más de 60 años, que pueden regalar vinos bien estructurados y longevos siempre que el trabajo en la viña y la elaboración se orienten hacia la calidad. No pocos piensan que nuestra cultura del vino tuvo su origen en estas regiones de Oriente Próximo. No es extraño, pues, que cada vez más enamorados del vino quisieran visitar estas regiones que ahora amenazan con volverse inalcanzables debido a la evolución política de los últimos años. El valle libanés de Bekaa es prácticamente la zona de despliegue de Hezbolá, que en la guerra civil siria lucha junto al dirigente Bashar-al-Asad. Y en la zona kurda junto a Diyarbakir son frecuentes los enfrentamientos entre el ejército turco y los guerrilleros kurdos del PKK. Además, el Estado turco, bajo el mandato de Recep Tayyip Erdoğan, ha abandonado su actitud liberal frente a la vinicultura. Así, en los últimos años se han endurecido las reglamentaciones para la venta de alcohol y, sobre todo, su publicidad. El futuro desvelará si Turquía se define como país vinícola y de qué modo.
Tampoco Marruecos, donde el Islam es religión de Estado y un 98 por ciento de sus habitantes son musulmanes, tiene una postura claramente definida frente a la vinicultura. Una ley del año 1905 establece la prohibición de beber alcohol a los musulmanes. El rey Mohamed VI, con su actitud relativamente liberal frente a la vinicultura y el consumo de vino, no deja de mantenerse dentro de la tradición islámica: antiguamente (hacia los siglos IX al XVII), aunque los intelectuales islámicos condenaban el consumo de alcohol, los califas, que eran quienes ejercían realmente el poder, eran bastante más receptivos a su disfrute. El famoso poeta y místico persa Hafis (1315 – 1390) comienza su obra cumbre El diván con los versos: “Alcánzame la copa de vino y ponla en mis labios, hermoso escanciador, / fácil me parecía el camino del amor, pero ahora canto tristes penas”. Es cierto que el partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), islamista moderado, que dirige el Gobierno marroquí desde 2011, aumentó los impuestos sobre el alcohol en los primeros años de su legislatura, lo cual, sin embargo, más bien favoreció al mercado negro. En la actualidad, la postura del Gobierno en lo que respecta a la producción y consumo de vino se considera pragmática. El sector vinícola apoya esta tendencia con una autoimpuesta discreción en cuanto a la comercialización de sus productos.
La vinicultura marroquí surgió con la ocupación francesa, a partir de 1912. Cuando los franceses se retiraron en el año 1956, dejaron una superficie de viña de unas cien mil hectáreas y numerosas bodegas que hasta entonces habían producido casi exclusivamente vinos baratos y a granel para el mercado francés. Este mercado desapareció tras la declaración de independencia. En 1973 se expropiaron las bodegas francesas. Quien reestructuró posteriormente la vinicultura, prácticamente él solo, fue Brahim Zniber. Hoy, a sus 95 años, produce anualmente alrededor de 30 millones de botellas en cuatro centros de producción bajo el paraguas de su Diana Holding, lo que supone aproximadamente el 75 por ciento de la producción total de vino en la actualidad. Hasta hace pocos años no han logrado establecerse algunos productores más, como son Volubilia, detrás del cual hay dos inversores procedentes de Burdeos, Gérard Gribelin (antes Château Fieuzal) y Philippe Gervoson (Château Larrivet Haut-Brion), o también el proyecto La Ferme Rouge del enólogo francés Jacques Poulain. Los mejores vinos marroquíes proceden de la zona de las montañas del Atlas, al sur de Mequinez y Fez, donde a una altura de hasta 800 metros sobre el mar, en viñedos de suelo arenoso, crecen unas cepas de pie franco que producen vinos muy bien estructurados.
Le Ryad du Vigneron
Brahim Zniber, el gran hombre del vino marroquí, no solo es líder de mercado, sino además constante innovador del mundo del vino. En su Domaine des Ouled Taleb en Benslimane, situada entre Rabat y Casablanca en la costa del Atlántico, produce el excepcional Syrah Tandem junto con el vinicultor del Ródano Alain Graillot. En su bodega Les Celliers de Meknès, al pie de las montañas del Atlas, sondea el potencial de las cepas de Carignan plantadas en 1921. Y experimenta con variedades nuevas como la Tannat. Pero sobre todo ha logrado establecer, prácticamente en solitario, una pequeña red de turismo enológico. Así, en Domaines des Ouled Taleb se inauguró hace pocos años el restaurante Le Ryad du Vigneron. En la antigua casa señorial de la domaine y, mejor aún, en su magnífico palmeral, sirven una cocina autóctona muy sabrosa para acompañar los vinos de la casa. Y en su Château Roslane al pie de las montañas del Atlas están construyendo un hotel con restaurante y spa (que abrirá en noviembre). Pasar unos días en el Riad de la Medina de Fez, con su moderna vinoteca en el patio de este palacio de ensueño, y después visitar el nuevo hotel de Château Roslane en medio de las viñas es sentir el aliento enteramente mágico de una cultura vinícola contemporánea e intemporal en algún lugar entre Oriente y Occidente.
Nuestra selección de vinos de Marruecos
El número de vinos atractivos por su calidad ha aumentado claramente en Marruecos en los últimos años. Los mejores aúnan el encanto mediterráneo
con un asombroso frescor.
Domaine des Ouled Taleb, Benslimane
CB Signature Blanc 2014
Este varietal de Chenin Blanc madura bajo la fresca influencia del Atlántico y solo se vinifica en años buenos. Aromas de huevos batidos, pastelería y hierbas aromáticas. En el paladar es denso y equilibrado, transportado por la acidez justa.
La Ferme Rouge, Had Brachoua
Terres Blanches 2014
Una cuvée muy lograda de Viognier, Chardonnay y Sauvignon Blanc. Aromática noble con notas florales y cítricos; además, pastelería y una pizca de discreto especiado. En el paladar es elegante y equilibrado, y termina con un frescor crujiente y vivaz.
Domaine des Ouled Taleb, Benslimane
Ait Souala Blanc 2014
Un magnífico varietal de Viognier fermentado y elaborado en barrica. Aromas frescos de melocotón, albaricoque y recuerdos de flor de jazmín. Notas especiadas muy discretas. En el paladar, muy bien estructurado, presenta un frescor asombroso muy agradable.
Volubilia – Domaine de la Zouina,
Ait Bourzouine Blanc 2014
Elegante cuvée de Chardonnay (90 por ciento) y Vermentino. Discretos aromas de flores blancas y frutos amarillos. En boca es extraordinariamente equilibrado. Muy fácil de beber.
Domaine des Ouled Taleb, Benslimane
Ait Souala tinto 2012
Cuvée muy lograda de Tannat, Malbec y Arinarnoa (cruce de Cabernet Sauvignon con Tannat). Aromas de frutillos rojos, hierbas de la garriga, cuero y sotobosque. En boca, muy buenas hechuras, con taninos maduros finamente estructurados y una acidez presente y jugosa.
Domaine des Ouled Taleb, Benslimane
Thalvin & Alain Graillot «Tandem» 2012
Un Syrah tremendamente temperamental y con personalidad propia. Aromas de frutillos rojos, guindas y una pizca de cuero, también notas balsámicas y minerales. En el paladar, muy buenas hechuras, con taninos que aún resultan jóvenes y una alegre acidez.
Château Roslane, Meknès
Premier Cru Les Coteaux de Atlas 2011
Una cuvée clásica muy lograda de Syrah, Merlot y Cabernet Sauvignon. Las cepas están plantadas en las estribaciones altas de la cordillera del Atlas. Aromas de bayas rojas, menta y pimienta, además un recuerdo de sotobosque y cuero. En boca, estructura recia, mucho tanino y acidez presente.
Volubilia – Domaine de la Zouina,
Ait Bourzouine Epicuria Syrah 2012
Mucha frutalidad de bayas rojas y oscuras, también frutas pasificadas a los que se suman aromas de pimienta negra, suelo forestal, trufas y humo. En boca, concentrado, con extracto abocado. Un Syrah tremendamente concentrado y muy maduro, al estilo del Nuevo Mundo.
ALOJAMIENTO
Estos dos lugares ofrecen pura cultura del vino oriental-occidental con el arte de vivir europeo en medio de un ambiente magrebí:
Hotel Riad Fès
5, Derb Ben Slimane
Zerbtana
MA-30000 Fez
www.riadfes.com
Le Ryad du Vigneron
Domaine des Ouled Taleb
MA-13000 Benslimane
www.dianaholding.com
El milagro del vino sirio
Johnny R. Saadé y sus hijos Karim y Sandro proceden de una familia acomodada de comerciantes cristianos ortodoxos con raíces en Siria y el Líbano. En 1998 emprendieron la construcción de Château Marsyas, en el valle de Bekaa en el Líbano, y de la bodega Bargylus, a sesenta kilómetros al este de la ciudad portuaria siria de Latakia, controlada por tropas de Bashar-al-Asad. Las cepas están plantadas en las estribaciones de la cordillera de Al-Ansariyah, sobre suelos arcillosos y calizos. Aunque el inicio de su actividad coincidió con la guerra civil y en 2014 cayeron granadas de mortero en una parcela de Chardonnay, los vinos de Bargylus han hecho furor de modo fulgurante en todo el mundo. Producen una cuvée blanca extraordinariamente elegante, incluso sutil y compleja, de Chardonnay (55 por ciento) y Sauvignon Blanc, además del tremendamente concentrado, casi sólido, Château Bargylus, un ensamblaje de Syrah (60 por ciento), Cabernet Sauvignon y Merlot. www.bargylus.com