- Redacción
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- 2016-10-06 17:02:23
Cualquiera que recorra España estos días encontrará a lo largo del camino el movimiento inconfundible de la cosecha de la uva, pero para disfrutar lo bueno de la vendimia lo mejor es situarse en la bodega, en el corazón del Duero.
La viña, bajo el primer sol de otoño, aún bulle de gentes protegidas bajo el ala de sus sombreros de paja. Se afanan con tijeras y hocecillas, con cestos y cajas perforadas de colores y tamaños diversos, con vehículos grandes o pequeños que van y vienen camino a la bodega.
A pesar de los adelantos, de la mejora de los trasportes, de la proximidad de la bodega, de la ropa ligera y los utensilios, lo cierto es que la tarea sigue siendo dura, manual, artesanal. Requiere buenas manos y una espalda resistente, pero sobre todo exige cuidado y conocimiento, atención para que no se cuelen granos imperfectos, mimo para que cada racimo repose sin apreturas, sin oprimir a sus vecinos. Así llegarán sanos y salvos a la bodega para entregarse intactos a su fin, a convertirse en vino.
Suena bien, pero, de verdad de la buena, que es una dura tarea. Por eso lo mejor es vivirla plenamente, pero como espectadores de lujo, a lo sumo con un paseo por la viña picoteando como pajarillos aquí y allá, para saborear y conocer cada variedad de uva cuando aún es uva, antes de que fermente y nos regale su alma: su vino.
El plan perfecto
Para llegar a buena hora, con la fresca, como los propios vendimiadores, el truco es dormir a pie de la viña, envueltos, sin ir más lejos, en el confort de la Bodega Hotel & Spa Arzuaga, tras una opípara cena, regada con los vinos de la casa, que es lo más apetecible después de una durísima tarde de balneario, con su spa de vino y con una tanda de masajes que relaje y renueve hasta el último rinconcito de cuerpo y espíritu.
Y después del desayuno tempranero -más o menos-, es tiempo de dedicar la mañana a visitar los viñedos de Finca la Planta que dan nombre a uno de los vinos más populares de Arzuaga, y de contemplar entre las encinas y las sabinas que limitan el viñedo los plácidos paseos de los ciervos, sus espectaculares cornamentas, sus correteos y sus juegos sociales, las aves que levantan el vuelo en la espesura, las huellas de los jabalíes y el perfume del monte bajo, de romeros, tomillos y otros aromas que ya en la cena, en la copa, se insinuaban a la nariz y en el posgusto.
Escenario de cata y disfrute
Hoy será buen momento para profundizar en esos descubrimientos propios de la sensualidad del vino. El taller de iniciación a la cata lo conduce el sumiller de la bodega y es un recorrido por cuatro de sus vinos para mostrar la forma en que los diferentes suelos y orientaciones en que está plantada cada viña influyen en el resultado, en la uva, y cómo los diferentes procesos de elaboración, además del tiempo de crianza y la madera y el tostado de las barricas aportan su toque distintivo a cada tipo y añada de vino. Hoy será un buen momento para contemplar con fascinación la forma de trabajar del nuevo fichaje de la bodega, una novedosa máquina de selección óptica de la vendimia que escudriña cada grano vendimiado y elimina aquellos que no se ajustan a los parámetros de calidad determinados por el equipo técnico, según nos cuenta Javier Herrero, el encargado de la bodega. Y todo ello a una velocidad de vértigo. Está claro que una meticulosa vendimia de los viñedos más antiguos y un cuidadoso trabajo de vinificación parcelaria necesita de unos recursos técnicos y un parque de barricas (hasta 18 de las mejores tonelerías del mundo) acordes con el vino que se quiere elaborar. Cada rincón de la bodega tras la ampliación acometida en los últimos meses está pensado para trabajar con mayor desahogo, dedicando el espacio necesario a cada una de las fases de elaboración (sala de barricas, planta embotelladora, de expedición…). Y no solo el espacio, también mima el descanso del vino, cuyo tiempo de reposo en barrica puede llegar a ser de hasta cuatro años. Una de la nuevas naves de fermentación consta de pequeños depósitos de unos 20.000 litros -en los que solo se trabaja por gravedad respetando al máximo la integridad de la uva- con el único fin de aplicar hasta las últimas consecuencias la elaboración por separado de los diferentes majuelos, que llegan a ser clasificados por suelos y alturas. La culminación de todo este sistema se materializa por un trato exquisito tanto a la vendimia como a los diferentes movimientos que se le dan al vino para que estos sean los mínimos posibles, respetando siempre sus virtudes. En Bodegas Arzuaga Navarro parece estar todo bajo control. Todas las piezas están perfectamente engranadas y sincronizadas para que llegado el momento el vino comience a fluir por depósitos, barricas y botellas. Mientras tanto, en una de las salas nos topamos con el fudre de 5.800 litros en el que se elabora una de las más preciadas elaboraciones de esta firma: Amaya Arzuaga Colección. En él se introduce la uva entera, sin despalillar y se pisa a la manera más tradicional. Aquí, tradición y modernidad parecen haber encontrado el punto exacto de equilibrio.
Los cuidados del vino
La visita a la viña y bodega y la cata de vinos son el eje de cualquier tipo de estancia en Arzuaga, sea con las ofertas temporales de Vendimia o con las permanentes, como Descanso entre viñedos o la Experiencia romántica. Incluyen mucho más: una o dos noches de alojamiento en el hotel de cinco estrellas, desayuno mediterráneo a la carta, una gastronomía que combina la tradición y la nueva cocina, con sugerencias para la combinación adecuada de vinos y alimentos. Y en el balneario, un ritual de spa y vinoterapia con un novedoso rocío de agua marina y masaje con pindas, más el descubrimiento de los usos externos del vino, sus efectos vivificantes, rejuvenecedores, provenientes de su alto contenido en resveratrol, que es uno de los antioxidantes biológicos más poderosos.
El Hotel y Spa Arzuaga es un pionero en enoturismo y ha ido creciendo y transformándose acorde a los gustos cada vez más exigentes de los clientes. Fue sencillo, ya que ha contado con lo esencial, la bodega en la milla de Oro de la Ribera del Duero, y aún mucho antes, la finca, un espacio milagroso, conservado como silvestre, en flora y fauna, de 1.500 hectáreas de las que 90 han sido domesticadas y se dedican a la viña, donde se cultiva sobre todo la joya local, Tempranillo, pero también la complejidad y eternidad de la Cabernet Sauvignon o la Pinot Noir, la amable Merlot o la blanca Chardonnay que, una vez transformadas en vino, son vestidos en algunos casos con etiquetas de la diseñadora Amaya Arzuaga, hija de los propietarios, que también da imagen a detalles del hotel, mientras que su hermano Ignacio se ocupa personalmente de la bodega.
Bodegas Arzuaga Navarro
Ctra. N-122 Aranda-Valladolid, Km. 325
47350 Quintanilla de Onésimo (Valladolid)
Tel. 983 681 146
www.arzuaganavarro.com