- Redacción
- •
- 2018-11-08 00:00:00
Vides y olivos milenarios ya gobernaban el fértil valle agrícola que se extiende entre las sierras castellonenses y el mar Mediterráneo en la época romana. La Ruta del Vino de Castellón no solo da a conocer los inesperados vinos de este recóndito bastión, también potencia el valor de otros excelentes productos de la tierra y la conservación de un patrimonio histórico, cultural y natural único.
L a vid encuentra su hogar en rincones inesperados: enreda sus raíces en tierras inhóspitas, empinadas pendientes, cubierta de piedras, entre fósiles marinos, sobre cenizas de lava... y, algunas veces, se acomoda entre el mar y la montaña formando recónditos bastiones vinícolas que esperan ser descubiertos para mostrar toda su riqueza y potencial a quien sepa valorarlos. Esto es lo que sucede en el fértil valle agrícola que ocupa el centro de la provincia de Castellón, rodeado por escarpadas sierras y envuelto en la calidez del mar Mediterráneo. Las viñas y olivos milenarios que ya abastecían de vino y aceite al Imperio Romano laten con la misma viveza que antaño en una comarca que custodia un legado patrimonial histórico, cultural, arqueológico y paisajístico único.
Esta región, enclave estratégico en la ruta de comunicaciones que unía la meseta con el mar Mediterráneo, luce con orgullo las huellas de las diferentes civilizaciones que lo habitaron: vestigios del Paleolítico y la Edad del Bronce, de asentamientos iberos, construcciones romanas y árabes, escenarios de batallas históricas, castillos templarios...
Su indudable magnetismo turístico, con variadas propuestas que van desde las cristalinas playas de Peñíscola a las cumbres del Maestrazgo, el impresionante Parque Natural del Desert de les Palmes o el insólito archipiélago volcánico de las Islas Columbretes, se potencia gracias a la atractiva Ruta del Vino de Castellón.
De vides y naranjos
En este territorio impregnado del aroma de los naranjos, el vino también juega un papel muy importante; vino que embriagó a los conquistadores romanos y que representa a la perfección la esencia de la vida agrícola tradicional. Alimentadas por un clima privilegiado, crecen uvas autóctonas como la Monastrell –con sus característicos recuerdos a frutas mediterráneas–, la también tinta Bonicaire (o Embolicaire) –tan silvestre y especial–, o la blanca Macabeo, que matiza su gran expresión frutal con aromas especiados y tostados. Suelen dar vinos de autor de gran calidad que nacen de producciones muy cuidadas acogidas a la indicación geográfica Vinos de la Tierra de Castelló.
La Ruta del Vino de Castellón nació con el objetivo de dar a conocer estos sorprendentes vinos, pero también para potenciar el valor de otros excelentes productos de la tierra (como el aceite de oliva) y la conservación del patrimonio natural y cultural. Los municipios, bodegas, restaurantes y alojamientos singulares de la zona se han unido para ofrecer una experiencia auténtica que permita sumergirse a fondo en la vida cotidiana del territorio.
Castellón tiene dos zonas vitivinícolas diferenciadas: las comarcas centrales y el Alto Palancia. Las comarcas centrales cuentan a su vez con dos rutas distintas: una dedicada a conocer el origen del cultivo de la vid y la producción de vinos en la zona (El origen del vino), y otra que incide en la presencia romana en estas tierras y su relación con el cultivo del vino (El vino y los romanos). Ambas opciones incluyen visita a bodegas y viñedos, la posibilidad de degustar especialidades gastronómicas de la zona y actividades de carácter cultural, como la visita a Villafamés (reconocido oficialmente como uno de los pueblos más bonitos de España), al Museo dels Pelegrins de Les Useres o al Arco Romano de Cabanes. También ofrecen la oportunidad de conocer otros municipios como Benlloch y Vall d’Alba.
En la zona del Alto Palancia, los viajeros podrán disfrutar de la riqueza patrimonial de sus poblaciones y de los espectaculares paisajes que ofrecen la Sierra Calderona, la Sierra de Espadán y el Río Palancia y alojarse en alguno de los encantadores hoteles o casas rurales que colaboran con la Ruta del Vino de Castellón.
Los visitantes pueden programar las rutas a su ritmo, y reservar las visitas a bodegas, alojamientos y restaurantes desde la web de la Ruta (www.rutadelvinocastellon.com): el precioso hotel El Jardín Vertical, el pintoresco hotel rural L'Antic Portal, el restaurante La Farola...
Suculencia mediterránea
Los afrutados y evocadores vinos de Castellón, sus aromáticas mistelas y sus licores –como el famoso licor carmelitano– encuentran en la variada y rica gastronomía de la zona un acompañamiento sublime. Los arroces son los grandes protagonistas de la tradición culinaria: paella valenciana, marinera, de verduras; arroz a banda, negro, caldoso, al horno... En la costa, pescados y mariscos –como el incomparable langostino de Vinaròs o los dátiles de mar de Peñíscola– llevan hasta el paladar la frescura del Mediterráneo; en el interior, el cerdo se convierte en la estrella de diferentes recetas e incluso se puede añadir –en forma de oreja y manitas, hueso de jamón y morcilla– a platos tan emblemáticos como la olla, un suculento guiso que se prepara con hortalizas, garbanzos o alubias, arroz, pimentón dulce, tomate y azafrán. En la despensa castellonense también hay magníficas frutas y verduras (la extraordinaria alcachofa de Benicarló, naranjas y limones, cerezas de Caudiel y La Salzadella), queso (de Catí), aceite de oliva, embutidos, trufas y exquisitos dulces. Un sabroso e insospechado territorio por descubrir.