- Diana Fuego
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- 2020-10-05 00:00:00
La emblemática bodega, que apostó por el desarrollo de la D.O. Ribera del Duero desde sus inicios, conmemora esta fecha tan especial con Cazador de Sueños, un homenaje a sus raíces, reflejo de la esencia de la familia Pérez Pascuas.
El tiempo, tan efímero y certero: el más valioso y democrático de nuestros bienes extiende sus inevitables raíces sobre nuestras viñas y vidas. Y a veces (no pocas) obra maravillas. A Viña Pedrosa, aquella bodega pionera que contribuyó al nacimiento, desarrollo y consolidación de la D.O. Ribera del Duero como una de las mejores regiones vitivinícolas del mundo, le ha devuelto tanto como ha dado en sus 40 años de existencia.
En los ochenta poseían 35 hectáreas de viñedo de gran calidad, y fue entonces cuando decidieron independizarse de la Bodega Cooperativa de Pedrosa de Duero e iniciar su proyecto familiar por separado: "Teníamos mucha ilusión y estábamos plenamente convencidos de que con unas uvas excepcionales podíamos elaborar un vino de muy alto nivel", cuentan con entusiasmo. Como suele ocurrir en las buenas historias, aquellos comienzos no fueron fáciles, pero aprendieron a suplir las limitaciones y la falta de recursos económicos "con trabajo, confianza e ideas muy claras para alcanzar un vino de personalidad única". En menos de seis meses, vendieron las 80.000 botellas del primer tinto Viña Pedrosa que elaboraron: un vino muy diferente que rompió moldes en la Ribera del Duero y que pronto se convirtió en un icono. En la actualidad, cuentan con 120 hectáreas de un viñedo único que cuidan con mucho esmero: "Es la historia de una conquista y la base de un sueño bodeguero que ha sabido recoger la sabiduría de nuestros antepasados. Un viñedo viejo de Tinto Fino donde la tradición y el respeto a la tierra se alían para conseguir un perfecto equilibrio natural". Esa viticultura responsable es la base para crear vinos fieles al paraje que los ha visto nacer: vinos elaborados con sensibilidad y la menor intervención posible que transmiten la esencia cultural de una comarca dura y generosa; vinos auténticos, sostenibles y con alma.
Cazadores de sueños
Elaboraciones genuinas y arriesgadas que siempre buscaron diferenciarse de las demás: "Los Viña Pedrosa son vinos estructurados y potentes, pero muy elegantes, complejos y finos, con una armonía envidiable. Por otra parte, son vinos de enorme potencial, con gran futuro. Su longevidad es inigualable", destacan desde la bodega ribereña.
A esos vinos especiales hay que sumar su última creación: Cazador de Sueños (100% Tinto Fino), un vino único, de serie limitada (440 botellas), que conmemora sus 40 años de historia y rinde homenaje a sus raíces. Elaborado con uvas de viñedos de más de 60 años –situados a 840 metros de altitud– y criado en bodega cinco años –24 meses en roble americano y francés–, refleja la esencia de la familia Pérez Pascuas: máxima autenticidad en la elaboración y profundo agradecimiento a clientes, trabajadores y amigos. Cristóbal Gabarrón, el artista que ha diseñado la etiqueta, afirma que Cazador de Sueños "es el recorrido de esta gran familia, que ha creado su obra de arte con los nobles productos de la tierra, recogiendo el testigo de una respetuosa e inagotable labor que D. Mauro Pérez, el patriarca, supo sembrar en los corazones de sus hijos y nietos".
Compromiso familiar
Manuel y Adolfo Pérez Pascuas junto con Daniel y Adolfo Pérez Herrero son hoy el alma de la bodega, quienes mantienen vivo el compromiso con la calidad, el medio ambiente y la defensa de una elaboración artesanal que ha marcado el trabajo de la familia desde sus inicios. Manuel, socio fundador y copropietario de Viña Pedrosa, contagia su pasión a todas las personas con las que comparte camino y, junto a su hermano Adolfo Pérez Pascuas, apostó por el desarrollo de la Ribera del Duero e ilusionó a los que, como él, creyeron en el potencial vitivinícola de aquella tierra. Adolfo, responsable comercial, es consciente de que el vino tiene un fuerte componente social, y por eso el valor de la amistad está siempre presente en su forma de trabajar. Daniel, director de viticultura y proyectos agronómicos, lleva el amor por la viña en la sangre. Su enorme deseo por mejorar lo existente y sus profundos conocimientos técnicos han contribuido de forma decisiva en la mejora de las prácticas vitícolas de la Ribera del Duero. Todos ellos, profundamente sinceros y fieles a sí mismos, siempre han defendido que la personalidad y la calidad de un vino se determinan en el viñedo.
Y así, con la misma convicción y entusiasmo, llegan a sus 40 años de historia: "No solo celebramos el pasado, sino la capacidad de renovación continua, de vivir el presente y afrontar el futuro con gran optimismo y pensando en nuevos proyectos".