- Diana Fuego
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- 2020-10-05 00:00:00
A casi 1.000 metros de altura, en el Páramo de Corcos –la zona más dura de la Ribera del Duero–, nace uno de los proyectos más apasionantes de la compañía de vinos Vintae, dedicado a los viticultores de la zona.
De la hostilidad y belleza de una tierra de extremos nace el proyecto de la compañía de vinos Vintae en la Ribera del Duero: Bodegas Bardos, un homenaje al esfuerzo y la valentía de esos viticultores que dedican su vida a cuidar el viñedo en un territorio límite. En el Páramo de Corcos –entre los pueblos burgaleses de Fuentemolinos y Moradillo de Roa–, la vid crece a 960 metros de altura, soportando temperaturas de 40°C en verano y -15°C en invierno: allí solo sobreviven las mejores cepas, y la calidad de su fruto es excepcional. Con él se elaboran tres vinos tintos con la uva Tempranillo –o Tinta del País, reina indiscutible de la D.O.P. Ribera del Duero– como protagonista: Bardos Romántica Crianza, Bardos Reserva y Bardos Suprema (completa la colección un Verdejo de Rueda muy singular procedente de viñedos de La Seca –Valladolid–).
La Ribera más desconocida
"Elaboramos los vinos de forma artesanal, tratando de que sean el reflejo del paisaje y el clima castellano, de un lugar en el que solo los más valientes se atreven a trabajar la tierra en las condiciones más extremas, donde el frío encoge los huesos, el viento corta la carne y el sol abrasa la piel", explica Richi Arambarri, director general de Vintae. En su búsqueda de las regiones vitivinícolas con más potencial de España, descubrieron el Páramo de Corcos, la zona de mayor altitud y con las condiciones climáticas más severas de la Ribera del Duero. Esta superficie de 10.000 hectáreas es una planicie prácticamente horizontal que solo conoce los extremos: las escasas precipitaciones y unas diferencias de temperatura salvajes someten a la uva a un sufrimiento sobrehumano. De hecho, si no fuera por los peculiares suelos del viñedo, franco-arenosos con canto rodado en la superficie –que almacena el calor– y capas de arcilla en sus profundidades, la uva no podría madurar. Solo los viñedos más fuertes, los que se han aclimatado durante décadas, son capaces de sobrevivir en el Páramo. Su edad oscila entre 30 y 60 años (las más jóvenes corresponden al pequeño porcentaje de Cabernet Sauvignon de Bardos Reserva), aunque también alberga vides centenarias.
Los viticultores, que mantienen el legado de sus ancestros cuidando de este viñedo en unas condiciones extremas, se contagian del espíritu heroico de esas tierras, solo aptas para "auténticos bardos del vino". Al igual que hacían los bardos en la antiguedad, transmitiendo las historias y leyendas de sus pueblos a través de poemas cantados, los viticultures mantienen viva la memoria de aquellas tierras; por eso esta colección de vinos tan especial les rinde homenaje y lleva su nombre.
Etiquetas vivas y 'excelentes'
Para hacer honor a su dura labor, en la bodega trabajan la uva de forma artesanal, utilizando solo levaduras autóctonas y barricas de roble francés seleccionadas. Raúl Acha, director técnico de Vintae y de Bodegas Bardos, dice que así es como consiguen crear vinos que reflejan “el perfecto balance entre potencia y finura, complejidad e intensidad, de tanino fino, elegantes y muy frescos”.
Las etiquetas de los tres Bardos tintos –Bardos Romántica Crianza, Bardos Reserva y Bardos Suprema– , cobran vida a través de la realidad aumentada, y te llevan a descubrir el Páramo y escuchar los pensamientos de los bardos del vino. Las botellas se transforman en poesía visual y sonora, en una experiencia que implica todos los sentidos antes de descorcharlas y también después, pues en cada corcho hay un poema que invita a vivir el presente. Además, ya han cosechado grandes éxitos de crítica. Entre ellos, la calificación de "excelentes" en la Guía Peñín, con 91 puntos para Bardos Romántica Crianza –amable y honesto–, 92 para Bardos Reserva –fresco y sutil– y 93 para Bardos Suprema –potente y complejo–.