- Redacción
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- 2022-09-28 00:00:00
El territorio valenciano custodia desde hace siglos un legado vinícola singular, forjado por el sol, la brisa del mar y la orografía. Desde tiempos remotos, la zona atrajo a diferentes civilizaciones que impulsaron una apasionada cultura del vino y supieron transmitirla en un legado histórico y de valor incalculable que ha llegado a nuestros días.
Y es que aquellas tierras de viñedos que abastecían de vinos a fenicios y a la Antigua Roma, hoy se dejan querer y acariciar por el mismo sol, cálido y generoso. Desde Castellón, pasando por la provincia de Valencia y llegando hasta la de Alicante, la Comunitat cuenta con diferentes Rutas del Vino que permiten descubrir una oferta enoturística muy atractiva donde lo cultural, lo histórico, lo paisajístico y lo gastronómico maridan perfectamente con unos vinos cargados de diversidad y singularidad. Una ruta que transcurre por un territorio salpicado de aventuras, de toda clase de batallas pasadas y de innumerables tesoros. En el yacimiento arqueológico de Benimaqua, de Denia, por ejemplo, se encuentra uno de los lagares más antiguos de Europa, pegado al mar y con vocación de exportación, algo común durante toda la historia de los Vinos Alicante DOP.
Realizar cualquiera de estos recorridos es una manera de embeberse de unos productos procedentes de microclimas, suelos y uvas diferentes, pero que han sido acunados por el mismo mar, compañero inseparable de estas costas luminosas, de sus ondulantes montes y en cuyos vinos queda el rastro inseparable del sabor dulce del pasado.
Vinos tintos, blancos, rosados, orgánicos, aromáticos, frescos, jugosos, espumosos, dulces, fondillones… En definitiva, espléndidos y ligados estrechamente a una gastronomía única que invita a degustar el Mediterráneo de la manera más profunda y natural.
La provincia de Alicante es muy conocida por sus playas, su clima y su hospitalidad, pero esconde un tesoro en forma de viñedos que se extienden desde el mar hasta la montaña. Su riqueza vitivinícola está marcada por la uva tinta autóctona Monastrell, la blanca Moscatel de Alejandría y esa joya llamada Fondillón. También hay variedades que tienen un magnifico comportamiento en la zona, como la Syrah o la Merlot, así como las clásicas Cabernet Sauvignon, Pinot Noir, Petit Verdot... En todas ellas predomina siempre ese toque de buena maduración e intensidad que da el clima de Alicante y sus veranos intensos. Sin embargo, la variedad que más fama le ha dado a Alicante como zona de vinos con color es la Garnacha Tintorera. Conocida en parte del mundo como Alicante Bouschet, se trata de una variedad única cuyo interior y hollejos son del mismo color, lo que la convierte en una variedad reclamada para dar color, una característica que diferencia todos sus vinos.
Comienza el viaje
Conocer todas y cada una de ellas supone un viaje apasionante por los pueblos que conforman la Ruta del Vino de Alicante. Al norte, en la zona de La Marina, encontramos los municipios de Alfaz del Pi, Teulada, Moraira y Calpe; junto a la Vall de Pop, los de Castell de Castells, Benigembla, Murla, Parcent, Alcalalí, Xaló, Llíber, Senina y Benisa. Al sur se encuentran las comarcas del Vinalopó i L’Alcoià, con municipios como Algueña, Monóvar, Novelda, Petrer, Pinoso, Salinas, Sax, Cañada o Villena. No cabe duda de que el enoturismo es una manera directa y espectacular de adentrarse y conocer esos rincones de la provincia alicantina, visitando sus bodegas y acercándose a sus excelentes vinos con D.O.P. Un acceso fácil a la información de toda esta oferta se encuentra en https://enoturismo.comunitatvalenciana.com
Obviamente, los sorprendentes contrastes que influyen en el clima y la orografía de esta región se reflejan en la personalidad de los diferentes Vinos Alicante DOP. Tierra rica en microclimas –de influencias continentales en su interior y más suavizadas en el litoral– y con suelos óptimos para el cultivo de la vid, tanto por su elevada porosidad como la permeabilidad.
La estoica Monastrell –resistente donde las haya a la sequía y a los tórridos veranos– es la variedad por excelencia de esta Denominación de Origen, ya que representa el 75% del cultivo. Esta uva es fresca y de fácil combinación con otras variedades, y ofrece vinos jugosos y llenos de aromas a frutas tan mediterráneas como las ciruelas, las cerezas o los frutos del bosque.
La variedad Moscatel de Alejandría es una fiel acompañante en esta zona de la Monastrell, pero posee su propio encanto y una profundidad aromática incomparable. La versatilidad que despliega permite elaborar vinos blancos y espumosos, con sabrosos toques florales y frutales, además de vinos de licor, como la mistela de Xaló.
El Fondillón es el vino de los navegantes. La D.O.P. Alicante no sería la que es sin esta rareza vinícola. Se puede decir con orgullo que es un vino único en el mundo. De hecho, está reconocido por la Unión Europea y se le ha otorgado una especial protección dentro de la Denominación de Origen. El Fondillón fue el primer vino que dio la vuelta al mundo. Una historia tan apasionante no puede dejar de ser inspiración de artistas, monarcas y navegantes. El Fondillón nace de la sobremaduración de la Monastrell en la cepa, y se produce gracias a los largos veranos levantinos y a la falta de humedad otoñal. Su elaboración es lenta, ya que se trata de un vino añejo natural de Monastrell con más de diez años de crianza, forjado en viejos toneles alicantinos que las bodegas han ido guardando y juntando a lo largo de los años para obtener un rico patrimonio de toneles que hoy forman parte de la singularidad del producto. Mediante el ancestral sistema de soleras y su fermentación biológica –el alcohol procede exclusivamente de la uva– se produce una intensificación que hace posible ese dulzor penetrante y cálido tan admirado en todo el mundo. Este vino es todo un lujo. Su elaboración y guarda no es un legado fácil de acometer, por lo que son muy pocas las bodegas que lo elaboran.
Mucho más que viñas
Pero no solo los viñedos son emblemáticos en este paisaje. El territorio alicantino alberga otra singularidad, en esta ocasión constructiva: los riuraus, curiosos edificios porticados, de planta rectangular, que antiguamente se utilizaban para proteger la uva pasa de la humedad. Son lugares cargados de historia y singularidad, así como de un gran valor arquitectónico, que todavía salpican el paisaje de la Marina Alta.
Desde finales del siglo XVIII, estos edificios emblemáticos y únicos en el mundo marcaron los paisajes rurales de esta comarca. La estructura que los conforma está diseñada específicamente para poder secar la uva y convertirla en pasa. De ahí que cuenten con un espacio con porche abierto por la parte longitudinal mediante tres, cuatro, cinco o más arcos. El caso de Benigembla es significativo porque es el pueblo de la comarca que más restos de riuraus conserva dentro del casco urbano. En uno de ellos, podemos ver una estufa de pasa, una cámara de secado que permitía la semiindustrialización del proceso de secado para reducir el tiempo de producción y por tanto mejorar el rendimiento de la venta del producto. Llíber también es importante por sus riuraus. Allí podemos encontrar dos grupos diferenciados: por un lado, los que están situados en la falda de la montaña –que preservaban la pasa del rocío que solía producirse en esta área– y, por otro, los riuraus de la partida de Els Cairons.
De la bodega a la mesa
Para conocer a fondo todas las historias evocadoras en torno a las variedades de uva de la D.O.P. Alicante, es más que recomendable que los viajeros se suban a la Ruta del Vino de Alicante, se pierdan en sus viñedos, vivan el proceso de elaboración del vino en sus bodegas, se hospeden en cualquiera de sus encantadores alojamientos rurales y saboreen su extraordinaria gastronomía. No hay mejor manera de adentrarse en la extensa cultura del vino de la provincia y sentir el influjo y la acogida de este territorio. Para ello, el Bus del Vino recorre fincas con más de 300 años de historia, nos acerca a viñedos ecológicos, enclaves con castillos y fortalezas, pueblos de calles serpenteantes, rincones exuberantes de verdor, calas secretas, espectaculares montañas...
Degustar los deliciosos vinos que se elaboran en la provincia de Alicante es una experiencia que no te puedes perder. Bodegas centenarias, familiares, sostenibles o con la más avanzada tecnología esperan al visitante para que pase momentos repletos de sensaciones y, en definitiva, celebre la vida.
Los aficionados al arte y la cultura están también de suerte. Aquí podrán disfrutar de la visita a bodegas históricas, a centros de interpretación del vino, con guías que nos descubrirán todos los secretos sobre los sistemas enológicos y vinícolas de cada época y con posterior degustación de vinos de la zona. O conocer cascos históricos acompañados de guías expertos con los que pasear por calles medievales que nos desvelarán algunas claves históricas.
Los gourmets más expertos también tienen su sitio, pues hay lugares en los que, además de participar en catas, disfrutarán de maridajes con la gastronomía típica, con las comidas tradicionales de la zona.
Y es que para acompañar los singulares vinos de esta Denominación de Origen, qué mejor que la sabrosa gastronomía de la zona, un recetario tanto tradicional como de vanguardia, con un merecido reconocimiento gracias a una despensa magnífica con productos tan apreciados como la gamba roja de Denia, el langostino de Guardamar del Segura, las cerezas de la Montaña, el tomate de Mutxamel, la granada Mollar de Elche o el turrón de Jijona. Y, cómo no, sus suculentos y sabrosos platos: arroces melosos, en caldero, secos, la olleta, la pericana, el gazpacho alicantino, el cocido con pelotas… Sin olvidarnos de que Alicante atesora unos excepcionales restaurantes que suman un total de dieciséis estrellas Michelin.
En definitiva, sabores que nos cuentan mil y una historias del mar y de vinos únicos que hablan de un brillante legado.
Más información:
www.enoturismo.comunitatvalenciana.com