- Antonio Candelas, Foto: Xurxo Lobato / DO Ribeiro
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- 2022-09-28 00:00:00
Pocas veces el carácter de una uva ha sido capaz de influir en el paisaje de una comarca, asentar sobre ella el orgullo de un pueblo y confiarle algo tan valioso como su futuro. Esta uva blanca cubre el Ribeiro, el eterno valle del vino, con su manto de aromas evocadores.
"L a verdadera tradición no emana del pasado, ni está en el presente, ni en el porvenir; no es sirviente del tiempo. La tradición es el alma eterna de Galicia, que vive en el instinto popular y en las entrañas granítica de nuestro suelo. La tradición no es la historia. La tradición es la eternidad". En estas palabras, Castelao define como nadie la verdadera esencia gallega sustanciada en lugares tan singulares como el valle del Ribeiro. De esas entrañas graníticas emergen hoy las cepas plantadas por el sabio instinto popular como medio para garantizar la subsistencia, pero también como hilo con el que tejer una cultura imperecedera que sirva de anclaje a generaciones enteras.
En aquel valle de la Galicia interior, sobre una uva blanca de nombre Treixadura y carácter ilustre, que no entiende de egos ni protagonismos vanidosos, se ha creado ese fuerte vínculo entre historia, cultura, tradición y, por lo tanto, eternidad.
Culto al vino
Y es que hablar de Ribeiro es hablar de vino y, sobre todo, de Treixadura. La vida en aquella comarca no sería igual si no girara todo en torno a su emperatriz blanca. Desde las particulares labores vitícolas para aprovechar las cualidades del terreno y crear los conocidos bancales que imprimen personalidad al paisaje hasta las propias fiestas de los pueblos que salpican la comarca. Todo lo que allí sucede lleva impregnado el sabor de una uva que ocupa gran parte de las 1.300 hectáreas de viña que están protegidas por la D.O.P. Ribeiro, la más antigua de Galicia.
Aunque hoy el vino se percibe en cualquier enclave del valle, el recorrido a lo largo de la Historia ha tenido momentos de un esplendor magnífico –durante la Edad Media y los siglos XV y XVI– y otros no exentos de dificultades, especialmente a lo largo del siglo XIX, cuando la trilogía de plagas (oídio, mildiu y filoxera) dejó mermada la comarca. Pero el verdadero valor que ha mantenido viva esta zona es la grandeza del viticultor. Aquí se ha tomado siempre la viticultura muy en serio y se ha desarrollado una labor basada en la experiencia y el conocimiento de cada parcela, de cada viña. El viticultor vive comprometido con la viña y se dedica en cuerpo y alma a cuidarla, conocer las mejores ubicaciones, identificar los peligros de cada cosecha y aplicar las labores necesarias para ponerla a salvo. Esta especie de liturgia reverencial que se vive en el Ribeiro en torno a la viña y al vino desde hace siglos ha logrado calar en la vida cotidiana de sus habitantes.
La uva espléndida
Ya en la cata central del número anterior de MiVino pudimos dar buena cuenta de las posibilidades de las elaboraciones de la D.O.P. Ribeiro. Aunque vimos creaciones a partir de uvas blancas más allá de la Treixadura, e incluso algún tinto, hay que destacar el papel de su uva más cultivada y conocida. Su expresividad es tan maravillosa como la capacidad que tiene de sentirse cómoda con las otras compañeras preferentes de viaje (Torrontés, Godello, Albariño, Loureira, Lado y Caíño Blanco). Cada una aporta un punto de distinción y es ahí donde la mano del bodeguero escoge la proporción más adecuada para su particular interpretación del Ribeiro.
Pero la Treixadura es tan sorprendente como la historia de su tierra y aunque podamos apreciar los aromas del paisaje en sus vinos, sazonados con una pizca de Torrontés, Albariño, Loureira... y disfrutar con la frescura y amabilidad de sus sensaciones siempre sugerentes, sus posibilidades van más allá. Nos referimos al vino tostado. Otra joya de este valle, que en otros tiempos distinguía a las familias que lo servían en sus encuentros sociales. Una elaboración naturalmente dulce que se ha rescatado recientemente y que se elabora a partir de uvas pasificadas a cubierto con una posterior crianza durante la que se afina.
La riqueza histórica de este territorio está íntimamente ligada a la Treixadura, pero lo realmente importante es que su señorío nunca se verá empañado porque la eternidad le ha sido otorgada. Eso sí, a través de la tradición. Antonio Candelas
D.O.P. Ribeiro
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