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Fino Tío Pepe, el último navegante de González Byass

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  • Mara Sánchez
  • 2023-02-01 00:00:00

Rebautizado como Tío Pepe Estrella de los Mares, ha estado cinco meses a bordo del Buque Escuela Juan Sebastián de Elcano, un viaje del que ha vuelto diferente. Esta es su historia.


Ha sido el tercer vino de ida y vuelta de Bodegas Tío Pepe y por el momento el último, nos adelantaba Antonio Flores, enólogo de la casa y principal responsable de la elección de estos vinos viajeros de González Byass. Una selección, en las tres ocasiones en las que una de sus elaboraciones ha embarcado, condicionada por tres variables: el tiempo que el líquido estaría surcando los mares, los destinos de la ruta y el lugar en el que se ubicarían las barricas en cada viaje.
Atendiendo a dichos condicionantes, el último navegante de la casa ha sido su emblemático fino Tío Pepe. La más joven elaboración de la bodega, pues ronda los seis años, ha sido la elegida para la vuelta al mundo que el pasado año realizaba el Buque Escuela de La Armada Juan Sebastián de Elcano, un viaje por varios puntos del Atlántico y el Mediterráneo que además ha formado parte de los actos conmemorativos del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano, y que entonces salió desde Sanlúcar de Barrameda (donde regresó con una tripulación mermada y en un estado lamentable un 6 de septiembre de 1522, tres años después de su partida) debido, entre otras razones, a que la desembocadura del río Guadalquivir la conectaba con Sevilla, cuyo puerto era el único habilitado para la salida y llegada de los navíos en los viajes ultramarinos. Y fue allí, al puerto sevillano, donde regresaba aquel día de septiembre la nave Victoria, la única que completó el periplo.
En el marco de tan relevante acontecimiento zarpaba el fino elegido en febrero del pasado año, en esta ocasión en la cubierta del barco, después de que lo hicieran un palo cortado en 2018 –el que sería el primer viaje de ida y vuelta de un vino jerezano– y un amontillado en 2020, pero en su caso en una ubicación distinta. El resultado de esta última vuelta al mundo (la 94ª que realiza el Buque Escuela), que ha durado cinco meses, ha sido Tío Pepe Estrella de los Mares, un vino que González Byass presentaba a finales de diciembre en otro emblemático lugar, el Archivo General de Indias de Sevilla. Porque es en este edificio donde se conserva, en más de nueve kilómetros de extensión, toda la documentación relativa a las expediciones, negocios y actividad de España con América y Filipinas, información de indudable valor histórico. Y ahí están también los documentos relativos a aquella primera vuelta al mundo, con los que podemos saber que en su cargamento se incluyeron buenas partidas de vinos de Jerez.  

Una crianza sumergida
Esta travesía comenzaba el pasado febrero, cuando dos medias botas construidas para la ocasión del icónico fino jerezano se subían al Juan Sebastián de Elcano para surcar los mares del Atlántico y el Mediterráneo. El viaje terminaba en el mes de julio, cuando el buque llegaba a Cádiz y Tío Pepe regresaba a su casa convertido en un vino distinto fruto de las vicisitudes del recorrido y, por ende, especial y único. De ahí que se presentara con un nuevo nombre, Tío Pepe Estrella de los Mares. Ha ganado en complejidad y riqueza aromática, están más presentes los aromas procedentes de la crianza en madera (panadería), pero no falta cierto recuerdo cítrico junto a sensaciones amieladas y una indudable persistencia sápida en el postgusto. Y a la vista se muestra más dorado que el Tío Pepe original.
Un resultado fruto de las inclemencias climáticas padecidas, la temperatura, la presión, la ubicación (en las bodegas al nivel del mar) y por supuesto los vaivenes producidos por el oleaje. Es por eso que es importante referir la "crianza sumergida" que apuntaba Antonio Flores el día de la presentación de este vino. Y es que fruto de esos constantes vaivenes la flor no podía mantenerse en la superficie del vino (dentro de las botas), sino que constantemente se hundía, con lo que la oxigenación del líquido ha sido mucho mayor, acelerando la actividad de la levadura, es decir, la crianza biológica.
Un efecto sobre el vino que ya antaño se había considerado por la mejora que suponía para sus condiciones organolépticas, con lo que multiplicaban –y mucho– su valor. Era entonces cuando se hablaba de los vinos de ida y vuelta o mareados. El propio Mauricio González-Gordon, presidente de la bodega, recordaba en su intervención en el Archivo de Indias un dicho de la época que rezaba: "Mareado, el buen vino de Jerez, si valía cinco vale diez". Este Tío Pepe Estrella de los Mares (99 €) es de la vendimia 2016, de los pagos de Macharnudo y Carrascal, y solo hay 600 botellas.

Los otros vinos viajeros

Como se ha apuntado, este fino ha sido el tercer navegante que la casa jerezana ha podido embarcar en el Buque Escuela. El primero que lo hizo fue un palo cortado en 2018, el XC Palo Cortado, que recorría el Atlántico y el Pacífico en dos medias botas situadas una a babor y la otra a estribor pues, como explicaba Antonio Flores, "al ser un vino de crianza oxidativa, los contrastes de temperatura y vientos en la cubierta le iban a ir bien". Después, en 2020, lo hacía un amontillado, Viña AB, que por causa de la pandemia fue el que más tiempo permaneció a bordo: viajó durante once meses porque la tripulación también estaba confinada. 

González Byass
C/ Manuel María González, 12
11402 Jerez de la Frontera (Cádiz)
Tel. 956 357 000
www.gonzalezbyass.com





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