- Redacción
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- 2024-11-11 00:00:00
Vivimos tiempos en los que el blanco está asentándose con claridad entre las preferencias del consumidor. Quizá por su carácter fresco, jovial y fluido, pero también por su capacidad de mostrar finura, elegancia, complejidad y dibujar un paisaje con trazos tremendamente precisos.
Los vinos blancos de la D.O.P. Valencia se han convertido en una expresión fiel del carácter mediterráneo, uniendo la diversidad de paisajes y climas que caracterizan a sus subzonas. Cada uno de estos territorios –Alto Turia, Valentino, Moscatel y Clariano– aporta una personalidad diferencial a los vinos que nacen de sus suelos, pero todos comparten una conexión común con el sol, la tierra y la influencia del Mediterráneo. A través de ellos, es posible sentir los matices de la región, desde la frescura de las alturas montañosas hasta la amabilidad de los paisajes costeros. Sin embargo, también debemos poner el foco de interés en la faceta interpretativa y creativa de los elaboradores: arriesgados, pacientes, originales y amantes de su tierra y de sus tradiciones.
Valencia en estado puro
El Alto Turia es un paisaje de excepcional belleza, donde la vid crece en tierras elevadas, entre los 700 y los 1.100 metros sobre el nivel del mar. Situado en el noroeste de la provincia de Valencia, es un mosaico de montañas agrestes, bosques y profundos valles, un entorno natural que combina la majestuosidad de los altos picos con la serenidad de los cielos despejados. El Alto Turia es, en esencia, la cuna de la frescura enológica de Valencia. Aquí, los inviernos son rigurosos y los veranos secos, un clima extremo que, sin embargo, permite a las cepas desarrollar vinos llenos de carácter y con una acidez vibrante que recuerda a la pureza del aire en las alturas.
Las uvas blancas predominantes, como la Merseguera y la Macabeo, reflejan a la perfección la austeridad y belleza del Alto Turia. La Merseguera, variedad emblemática de la zona, produce vinos pálidos y delicadamente aromáticos, con notas cítricas y herbales que evocan los aromas de las plantas silvestres que crecen entre los viñedos. Estos vinos son frescos, ligeros y profundamente minerales. Cuando se contempla el paisaje del Alto Turia, es fácil entender cómo estos vinos capturan la esencia del lugar: un rincón escondido entre montañas, donde la naturaleza todavía dicta el ritmo de las estaciones y donde la vid ha aprendido a sobrevivir en un entorno difícil.
Al alejarse del Alto Turia y adentrarse en las tierras más bajas, la subzona de Valentino destaca por poseer una diversidad que también se refleja en sus vinos. Ubicada en la parte central de la provincia de Valencia, Valentino goza de suelos variados y una mayor cercanía al Mediterráneo, lo que se traduce en vinos directos, amables y cercanos. Aunque encontramos Macabeo, Planta Fina y otras variedades foráneas como la Chardonnay, perfectamente adaptada, el perfil de la Merseguera es diferente fundamentalmente por la diferencia de altitud: es más frutal y voluminosa.
Iconos atemporales
En las dos subzonas que nos quedan, las variedades blancas han tenido un papel muy relevante en la construcción de vinos arraigados a la identidad del territorio. En la subzona de Moscatel, el carácter mediterráneo se siente en toda su expresión. Las tierras cálidas y soleadas permiten que la Moscatel de Alejandría dé origen a los famosos vinos de licor de la región, como la Mistela de Moscatel. De intensos aromas a frutas de hueso, piel de cítricos y especias, son un homenaje a la tradición valenciana, un trago sugerente que te transporta a las tardes cálidas junto al mar, con su brisa acariciando los viñedos a punto de ser vendimiados. Sin embargo, si algo distingue a esta uva es su gran versatilidad. No debemos olvidar su potencial para crear vinos secos, dulces, incluso aromáticos espumosos que encajan a la perfección con una amplia oferta gastronómica.
Finalmente, en la subzona de Clariano, en el sur de la provincia, puerta de entrada al altiplano levantino, el microclima deja su huella en los vinos. Aquí, a escasos 60 kilómetros del mar y en una zona de dos valles entre montañas que facilita aún más la llegada de la brisa marina, las variedades blancas –como Verdil, Tortosí o Planta Fina– sacan a relucir su expresión más puramente mediterránea con los detalles de monte y florales que recuerdan al perfume que inunda la primavera mediterránea. En Clariano, los vinos blancos capturan el agradecido equilibrio perfecto entre la frescura aportada por las brisas marinas y la complejidad que surge de los suelos y la inspiración del elaborador.
El potencial blanco de la D.O.P. Valencia radica en dos aspectos interesantes a partes iguales. Por un lado, la elegancia y el desparpajo que encontramos en las zonas más elevadas –como el AltoTuria– y el carácter amable y cercano de las zonas más bajas y cercanas al Mediterráneo. Sin duda, es tiempo de blancos mediterráneos como los de la D.O.P. Valencia.
C.R.D.O.P. Valencia
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