Política sobre cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).

Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.

Configuración e información Ver Política de Cookies

Mi Vino

Vinos

CERRAR
  • FORMULARIO DE CONTACTO
  • OPUSWINE, S.L. es el responsable del tratamiento de sus datos con la finalidad de enviarles información comercial. No se cederán datos a terceros salvo obligación legal. Puede ejercer su derecho a acceder, rectificar y suprimir estos datos, así como ampliar información sobre otros derechos y protección de datos aquí.

Sur de Brasil. El boom del vino a ritmo de samba

  • Redacción
  • 2012-03-01 09:00:00

La economía de Brasil crece. Y con ella, la joven industria del vino. Pero el increíble aumento cuantitativo no siempre va de la mano de la calidad.

Con mano firme, Juliano Maroso abre una botella de vino espumoso e inmediatamente se entusiasma: “Nuestros espumosos brasileños son de categoría mundial.” Este aficionado al vino trabaja en Vinum Enoteca, en el corazón de Porto Alegre. Situada al sur del Brasil, esta ciudad se cuenta entre las localidades con mayor calidad de vida de todo América del Sur. Es la capital del estado federal brasileño de Rio Grande do Sul, donde se halla más del 60 por ciento de los viñedos del país. Y a pesar de ello, solo hay un puñado de locales como este, con un sumiller que aconseja y donde también se puede comprar una botella de vino para llevar a casa. La taberna de vinos Vinum abrió sus puertas hace solo un año: es tan joven como el mundillo del vino en Brasil.
En el año 1991, el actual jefe de Ventas Juliano Maroso trabajada en una tienda de alimentación en el centro de la ciudad. Fue el año en el que el presidente Fernando Affonso Collor de Mello no solo confiscó los ahorros de los brasileños, con el fin de contrarrestar la tremenda inflación, sino también abrió por vez primera las fronteras a la importación. Uno de los primeros productos importados que Maroso colocó en las estanterías de la tienda de alimentación fue el vino abocado blanco alemán Liebfrauenmilch. “Alguien en Alemania hizo un buen negocio con nosotros”, dice Juliano Maroso con una amplia sonrisa. “Liebfrauenmilch era entonces lo más noble que podíamos conseguir. En nuestra familia, lo bebíamos en Navidad. Aún recuerdo el terrible despertar a la mañana siguiente.” Y aun así, Maroso sitúa el origen del saber de vinos en Brasil en los acontecimientos a principios de los años noventa, ya que hasta ese día los brasileños sólo podían beber sus propios productos: vinos de mesa sencillos hechos con uvas de cepas americanas e híbridas.

País de inmigrantes

Desde Porto Alegre, en dirección Norte unos 120 kilómetros, las carreteras están tan cuidadas que, si no fuera por alguna que otra palmera surgiendo del denso verdor, uno se creería en el sur de Europa. Al borde del camino, inmensos carteles publicitarios con nombres centroeuropeos: “Pneus Ost” o “Restaurante & Lancheria Kessel”. El sur de Brasil es una zona de inmigrantes. Los antepasados de los actuales pobladores llegaron a mediados del siglo XIX desde Alemania, Italia y Polonia. Justo al pasar la Frutteria Stein, el conductor se desvía en dirección a Bento Gonçalves, la capital del vino brasileño en el corazón de la zona vinícola de Serra Gaúcha. Es una localidad turística, con un tren de vapor que ofrece un programa folclórico en italiano y música en vivo, además de una cata de vinos de escasa calidad en cada estación. En muchas fincas vinícolas también se puede pernoctar y pisar la uva con los pies en época de vendimia.
Vinícola Salton recibe miles de visitantes al año. Esta empresa familiar es una de las mayores productoras de vinos del país. La cosecha de enero de 2011 arrojó nada menos que 18 millones de litros. La capacidad de la bodega es de 24 millones de litros. Y Salton no solo hace vinos tranquilos: el 15 por ciento de la producción son vinos de calidad de cepas vitis vinifera, un 26 por ciento vinos de mesa de cepas americanas y un 18 por ciento zumo de uva y bebidas ligeramente fermentadas con carbónico añadido de las mismas variedades. Pero el negocio principal de Salton son los vinos espumosos, un 41 por ciento del total, lo cual supone un 40 por ciento del mercado de Brasil. Todos producidos con el procedimiento Charmat (fermentados en grandes cubas de acero). “Salton ya era una gran empresa antes de la apertura de Brasil en 1991”, explica Maurício Salton, de 28 años de edad y, desde hace diez, director de la empresa familiar. Pero cuando llegaron al mercado brasileño vinos de todo el mundo, el gigante Salton tuvo que hacer algo para estar a la altura. “De repente, la gente tenía una referencia para la calidad del vino.” Así que la empresa redujo su volumen de cosecha, plantó más vitis vinifera e invirtió en tecnología de bodega. Además, desde 2004 hasta 2005 contrató los servicios del asesor argentino Ángel Mendoza. Mereció la pena: “Después del año 2000, el mercado brasileño explotó”, relata Maurício Salton. Las cifras lo demuestran: antes del cambio de milenio, Salton aún producía un millón de litros de espumoso; en únicamente diez años, el volumen ya se ha multiplicado hasta por siete.

El vino forma parte de un estilo de vida

La economía de Brasil está en auge en todos los sectores. Los precios de las viviendas y hoteles, pero también de los alimentos, han subido enormemente. En estos últimos diez años, 30 millones de personas han pasado a pertenecer a la clase media. Naturalmente, quieren consumir, y el vino forma parte de ese estilo de vida. No es sorprendente, por tanto, que el desarrollo de Salton vaya paralelo al del resto del mercado del vino en Brasil. Aunque los vinicultores intentan aumentar la parte de vitis vinifera –la superficie se ha duplicado de 2010 a 2011-, los productos de uvas americanas e híbridas, de mucho rendimiento y menor calidad, todavía son demasiado importantes económicamente, pues todavía hoy suponen más de un 80 por ciento.
Mientras que el volumen de vino de calidad producido en Brasil desde 2008 se mueve cerca de los 18 millones de litros, cada año aumenta la producción de espumoso. Maurício Salton intuye por qué: “A los brasileños les gustan menos nuestros vinos tranquilos que los de Argentina o Chile, pero con los espumosos sucede lo contrario.” ¿Y el resto del mundo? No es un tema que preocupe a Salton, pues solamente un uno por ciento de su volumen de producción logra cruzar la frontera. Además, el potencial de consumo en el propio país es enorme, 1,8 litros por cabeza.
Al oeste de Bento Gonçalves está el Vale dos Vinhedos, la región más importante para la producción de vinos de calidad de variedades de vitis vinifera. Con sus hoteles y programas turísticos, recuerda a Napa Valley. Solían cultivar las cepas americanas e híbridas sobre pérgolas sujetas a pequeños plátanos. Estos arbolitos siguen dividiendo las hileras de vides, aunque ahora se cultive la vitis vinifera en espaldera. El Vale dos Vinhedos fue la primera región vinícola de Brasil en ser reconocida por la Unión Europea como Denominación de Origen. Hay reglamentaciones para el cultivo, la poda y la elaboración de la uva. La denominación de origen también compromete a los vinicultores a plantar al menos un 60 por ciento de Merlot en sus parcelas de tinto y, por lo demás, sólo se permiten Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Tannat. En el caso de los blancos, la Chardonnay debe ocupar al menos un 60 por ciento de la superficie cultivada. Aunque las cepas más antiguas de Merlot no tienen ni 14 años, el instituto agrario brasileño Embrapa está convencido de que estas variedades darán los mejores resultados en el húmedo clima del valle. Se basan en estudios de laboratorio.

Botellas caras

En Brasil no se han plantado muchos viñedos desde 1998. Para nosotros son recientes, pero para los brasileños son viejas viñas. La finca Lidio Carraro posee dos de estas parcelas en el Vale dos Vinhedos. Patricia Carraro, responsable de Marketing y Exportación, nos explica con entusiasmo el concepto enológico y la filosofía de su finca, que embotelló en 2001 por vez primera. “Queremos hacer un vino lo más puro posible, queremos elaborarlo de modo que el terruño se exprese.” Puede que se deba a la juventud de las cepas, pero los vinos de Lidio Carraro están aún muy lejos de lo que nosotros consideramos vinos de terruño. Suelen tener mucho extracto y mucho alcohol. La acidez presente, que confiere a algunos vinos brasileños frescor y elegancia, aquí está en segundo plano, y predomina la fruta. Precisamente las añadas más antiguas aún resultan poco armónicas. “Trabajamos sin madera, es nuestro concepto de pureza”, asegura Patricia. El vino más caro de Lidio Carraro es un Tannat 2008 de una viña de 10 años, con nada menos que un 16 por ciento de alcohol, a 280 reais, unos 120 euros. Y exporta un 25 por ciento de la producción.
Pero, como ya hemos dicho, la exportación no es un tema importante para la mayoría de los productores de vino de Brasil. También Luiz Argenta, la finca de un gran comerciante de aceite mineral y propietario de 52 gasolineras en la región, vende sus vinos casi exclusivamente en Brasil. La impresionante bodega está a la última en tecnología, incluso asistida por ordenador. Los vinos se embotellan en modelos de botella que más bien recuerdan a las de licor o aceite de oliva, a partir de 25 euros en la finca. Luiz Argenta también ofrece a clientes especiales barricas enteras con el ensamblaje que deseen. Para ellos hay un helipuerto en el tejado. Pero se echa en falta el mismo entusiasmo por el oficio de hacer vino.

Sí es posible

“No queremos crecer”, asegura Daniel Geisse con firmeza. La finca Cave Geisse también podría vender mucho más de lo que produce: 300.000 botellas de vino espumoso de diversas calidades, todas con segunda fermentación en botella siguiendo el método tradicional. Todo se hace a mano, desde la poda hasta el degüelle. “Para el degüelle hace falta bastante habilidad”, confiesa el director de ventas Daniel Geisse. “Pero así podemos controlar la calidad de cada botella.” Fuera de Europa hay pocas bodegas tan orientadas hacia la calidad. Esta finca es especial sobre todo por una razón: el vinicultor chileno Mario Geisse, buscando terrenos para viñas en los años setenta por encargo de la empresa Chandon -que finalmente no se asentó en Brasil-, encontró parcelas para plantaciones propias en la subregión Pinto Bandheira. El Brut Terroir 1998 de la finca fue seleccionado por la conocida crítica enológica británica Jancis Robinson como uno de los quince vinos que presentaría en exclusiva en Wine Future, en noviembre de 2011 en Hong Kong.
También brilla Pizzato con sus premios internacionales. El Merlot DNA 99 es el orgullo de la finca, uno de los mejores tintos de todo Brasil. Pizzato es una empresa familiar modélica: Plinio, el padre, se ocupa de las cepas; el hijo, Flavio, de la bodega y las hijas, Flavia y Jane, de la administración y las ventas. Plinio trabaja en el viñedo desde hace 60 años. “Nunca he hecho otra cosa”, dice. Sabe perfectamente qué suelos son mejores para qué variedades, importa vides jóvenes del extranjero, porque son más resistentes a las enfermedades. Plinio Pizzato es un hombre con experiencia, que nos explica su filosofía de la viticultura y qué clones prefiere. Desde hace años, experimenta con cepas europeas como la portuguesa Alicante Bouschet. “No es cierto que la vitis vinifera no llegara aquí hasta los noventa. Es que había pocas familias que la cultivaran.” Plinio Pizzato es un hombre tranquilo, algo así como un iluminado en el joven mercado del vino brasileño que se orienta en la calidad. Porque sabe que, a la larga, merecerá la pena. “Los vinos son como las personas: algunas llevan maquillaje, que en el vino es el azúcar residual o la excesiva madera. Pero, pasados unos años, se nota que todo es fachada.”


«A los brasileños les gustan menos nuestros vinos tranquilos que los de Argentina o Chile, pero con los espumosos sucede lo contrario.»
Maurício Salton Director, Vinícola Salton, Bento Gonçalves

«El Liebfrauenmilch -un vino abocado alemán- era lo más noble que podíamos conseguir en 1991. En casa lo bebíamos incluso en Navidad»
Juliano Maroso Director de Ventas, Vinum Enoteca, Porto Alegre

«Trabajamos sin madera, es nuestro concepto de pureza.»
Patricia Carraro Responsable de Marketing y Exportación,
Lidio Carraro, Bento Gonçalves

«Los vinos son como las personas: algunas llevan maquillaje, que en el vino es el azúcar residual o la excesiva madera. Pero pasados unos años, se nota que todo es fachada.»
Plinio Pizzato Viticultor,Pizzato Vinhas e Vinhos, Bento Gonçalves

Zonas vinícolas de Brasil


No solo crecen uvas en Serra Gaúcha, la región vinícola que rodea a la ciudad de Bento Gonçalves. En otras tres regiones se hace vino con mucho estilo.

Serra Gaúcha
Es el centro de la vinicultura de Brasil. Además de grandes empresas como Salton, Miolo o Casa Valduga, esta región está definida por las pequeñas empresas. El corazón de Serra Gaúcha es Vale dos Vinhedos. La subregión de Pinto Bandheira está entre los mejores terruños de vino espumoso de América del Sur.

Campanha und Serra do Sudeste
Joven región vinícola en el extremo más meridional de Brasil, junto a la frontera con Uruguay. Muchas empresas de Serra Gaúcha están plantando aquí nuevos viñedos, ya que la zona es más seca y más sencilla de trabajar, por ser más plana que las colinas de su patria originaria.

Vale do Rio do Peixe
Fresca meseta con un largo ciclo vegetativo. La vendimia aquí se lleva a cabo especialmente tarde. Excelentes condiciones para la Sauvignon Blanc y la Pinot Noir, con unas temperaturas medias de entre 18,5 y 22 grados en verano.

Vale do São Francisco
La temperatura media en verano en el Vale do São Francisco es de 31 grados Celsius, por lo cual esta región está considerada como la más ecuatorial del mundo. En este clima extremo es posible vendimiar dos veces al año. Pero las vendimias no tienen lugar en épocas fijas, más bien cada viñedo recorre su propio ciclo vegetativo, de modo que se puede vendimiar continuadamente.

enoturismo


gente del vino