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S u vibrante color es un atractivo reclamo que se intensifica con ese aroma irresistible que desprenden cuando se asan a fuego lento. Los Pimientos del Piquillo de Lodosa, el oro rojo de la fértil huerta navarra, son autóctonos del suroeste de la provincia; pero los exóticos orígenes del pimiento –la planta pertenece al género Capsicum Annuum, familia de las solanáceas–, que hunde sus raíces en la América precolombina, poco tienen que ver con estas tierras norteñas. Eso sí, este ecotipo de la variedad piquillo es diferente a todos los demás: se produce solo en los municipios de Lodosa, Andosilla, Azagra, Cárcar, Lerín, Mendavia, San Adrián y Sartaguda, y sus cualidades únicas le han hecho valedor de una Denominación de Origen propia. El Piquillo de Lodosa es de color rojo vivo, pequeño, triangular, con la punta ligeramente curvada, "de poca carne y muy fino, porque se recolecta ya maduro, y con un sabor muy especial", como destacan desde la D.O. En el mes de mayo se plantan, y aunque su mejor época es de septiembre a diciembre, recién recolectados, se pueden encontrar el resto del año en conserva de las categorías Extra y Primera, amparadas por la D.O. (se envasan en su jugo, sin añadir ningún líquido). Precisamente en otoño se celebra una gran fiesta en su honor en la "capital del piquillo", Lodosa, con deliciosas degustaciones, divertidos concursos, el Mercado del Piquillo... Estos sabrosos pimientos se suelen comer como entrante: con ajo, en vinagreta, rellenos, en guarnición e incluso en mermelada. Ricos en vitamina C y capsaicina –inhibe la sustancia P, asociada al dolor–, actúan como antiinflamatorio y analgésico naturales... ¡Al Ibuprofeno le ha salido competencia!