- Redacción
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- 1997-12-01 00:00:00
No hay comida festiva que no termine en final repostero. Pero este amor por los dulces finales alcanza el paroxismo en las fiestas navideñas. Es el reinado de los mazapanes, frutas escarchadas, guirlaches, polvorones... todos ellos gobernados por el rey de nuestros dulces navideños: el turrón.
Ni duro como una piedra, ni blando como un chicle, así debe ser el buen turrón de Alicante, una maravillosa amalgama de almendras, miel y clara de huevo, encuadernada entre dos finísimas obleas. Debe ofrecer al diente gozoso la suficiente resistencia como para crujir sin lastimar. Luego vendrá una auténtica marea de sabor donde lo meloso se armoniza con el ligero toque amargo de la almendra; el recuerdo ahumado del tueste se suaviza entre azúcares caramelizados. El mejor turrón se hace en Jijona, donde la tradición está tan arraigada que prácticamente todo el pueblo vive por y para este dulce de origen árabe. Hoy está protegido por un riguroso Consejo Regulador que exige, para otorgar su sello, las siguientes proporciones mínimas: 52% de almendras, un 10% de miel, azúcares hasta un 37%, y un 1% de clara de huevo. Tal es la maestría alcanzada en esta zona levantina que es difícil encontrar en el mercado un turrón que no supere el porcentaje de almendra, sobre todo los de calidad “suprema”. De la correcta elección del fruto seco -que debe ser una soberbia almendra “marcona” entera-, la homogeneidad en el punto del tueste, la variedad y aromas de la miel, preferentemente de azahar, y, sobre todo, la habilidad del Maestro Turronero, dependerá la calidad del turrón.
Y para acompañar con decoro tan exquisito don navideño, nada mejor que alguno de los magistrales vinos dulces de la enología española. Los hay para todos los gustos: viejísimos Pedro Ximénez jerezanos, refrescantes moscateles con ligero toque de roble, estilizadas malvasías de aroma exótico. Una golosa sinfonía de sabores.
CASTA DIVA COSECHA MIEL
B. Gutiérrez de la Vega.
Dorado límpido y brillante. Los aromas suben en una espiral desde los florales a los de crianza con gran complejidad. Suave y dulcemente glicérico, muy joven y vivo.
HOYO DE MAZO
B. El Hoyo.
Atractivos dorados, denso y brillante. Los aromas de frutos exóticos son origiales, potentes. Es glicérico y dulcemente meloso, intenso en el paso de boca, y muy largo.
NOÉ
González Byass.
Muy oscuro, con bella lágrima yodada. Muy complejo; resaltan los aromas de fruta pasificada. Dulce, untuoso y concentrado.
SATINELA
Unión Vitivinícola.
Dorado pálido y brillante. Vino ligero, de aromas frutosos y paladar suave, de fácil degustación para los poco aficionados a los sabores dulces.
VENDIMIA TARDÍA
B. Julián Chivite.
Dorado pálido. De gran complejidad aromática: uva, rosas, especias... En boca, muy vivo, ligero y con un dulzor equilibrado.
VI DOLÇ RESERVA ESPECIAL
Rotllán Torra.
Ambarino con tonos brillantes. El aroma de moscatel se enlaza con notas de oxidación. En boca, untuoso y dulcemente agradable.