- Redacción
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- 2002-01-01 00:00:00
De los tres tipos de brandy de Jerez: Solera, Solera Reserva y Solera Gran Reserva, el primero es el de mayor consumo en España. Un brandy de color amarillo-ámbar, con aromas de vainilla y caramelo -si envejeció en botas de vino oloroso-, ligeras notas salinas -cuando reposó en botas de fino-, y seco, del que salen al mercado anualmente sesenta millones de botellas. Sobre los Soleras se cimentó buena parte de la estabilidad económica de las empresas productoras del brandy de Jerez; y anuncios como el del toro de Osborne -que aún hoy, gracias a un inteligente indulto, domina el paisaje- fingieron ser el logotipo de la marca “Spain” para los millones de turistas que contribuyeron con sus divisas al desarrollo español de la postguerra.
El brandy de jerez Solera, antes castizo “coñá”, rey de las tertulias, es testigo importante de la vida de relación, ocio y negocio de los españoles, desde las primeras horas de la mañana -en su popular forma de “carajillo”-, como mecha que enciende el organismo, hasta la copa larga de la noche. De él dicen por tierras jerezanas que quita las telarañas de la cabeza y que pone a punto lo mejor del cuerpo y de la mente.El desarrollo de su calidad ha ido parejo a la mejora en la elaboración de los vinos. Porque el control de Calidad del que hablábamos en el número anterior está presente en todo el proceso: en la selección de la uva, en los vinos procedentes de vinificaciones más cuidadas y fermentaciones mejor controladas, en las técnicas de destilación, en el envejecimiento de las holandas...
Por su menor tiempo de envejecimiento, el Solera ha extraído menos sabor a madera de las botas de roble americano donde ha madurado. Ésto, unido a su graduación de solo 36° -cuatro menos que el Whisky- lo hace más suave que el resto de las bebidas espirituosas, y en el paladar entrega los matices más frutosos y alegres del vino del que procede.
Los publicistas afilaron con ellos sus mejores armas y generaciones enteras acabaron canturreado la música de sus mensajes publicitarios. La mención de sus nombres es casi un recorrido por la España del desarrollo, por la incipiente sociedad de consumo:
Soberano, con aromas de pastelería, elegante, equilibrado y suave; 103, de aroma frutal, ligero y sabroso; Centenario, con aromas salinos, y recuerdos de frutos secos en boca; Veterano, de aromas a cereal tostado, untuoso y suave; Espléndido, con recuerdos a vino oloroso, suave y dulce; Montado, con los aromas de fino y amontillado presentes; Magistral, delicado, tánico; Decano, que recuerda al oloroso, untuoso y suave; Marqués del Real Tesoro, de aromas de vainilla y fino; Felipe II, de recuerdos a cereal; Abolengo, suave y ligeramente tánico; Luque, con aromas de pastelería, ligero y sabroso; 501 etiqueta amarilla, con recuerdos de cereal, equilibrado y sabroso; Fabuloso, fresco, de aromas herbáceos, punzante; Williams, de aromas también herbáceos, suave y ligero; Croft, muy seco y profundo; Capa Negra, suave y untuosos; Felipe II, con recuerdos de olores, etc..
Todos ellos dignos representantes de la bebida espirituosa con mejor relación calidad/precio del mercado.