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La magia de pasar un día de campo, montaña o playa puede ser maravillosa si a los ricos manjares les acompaña un buen vino. Detalle que muchas veces no se toma demasiado en serio. Para ello deberemos tomar con antelación ciertas decisiones, dependiendo del clima: con temperaturas muy elevadas necesitamos beber algo fresco, como la manzanilla La Gitana, o un cava bien frío como el de Llopart, eso sí, brut para que ayude a apagar la sed. Sin olvidar en estos días los rosados nuevos del 2002, frescos y frutosos como Pirineos Merlot-Cabernet, Duc de Foix o Raimat, e incluso un Lambrusco dell’Emilia con ese toque chispeante de carbónico. Estos vinos, al servirse muy fríos (7 a 9º C) son especialmente recomendados con parrilladas de carne, ¡sobre todo para el que se encarga de dar la vuelta a la parrilla! Con comida ligera a base de verduras de temporada, arroces, tortillas y otros pueden participar algunos vinos blancos como el de Viñas del Vero Gewürztraminer o Gramona Chardonnay. Los tintos precisan de su temperatura idónea, que en estos meses futuros serán algo más bajas -un par de grados menos de lo habitual- para refrescar el paladar.