- Sara Cucala
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- 2011-06-01 00:00:00
La reinvención de la invención de una taberna. La sofisticación llevada al límite de lo funcional. Un templo del tapeo con la mejor bodega de Valencia, un capricho envuelto en maderas claras, con su manojo de mesitas sencillas salpicadas en una sala que se pierde en el corazón de un jardín vertical. Lo llamó Vuelve Carolina porque sí, porque así se lo sugirió la casualidad y así se le antojó al chef, Quique Dacosta, que lo moldeó con la idea de hacer una taberna sofisticada donde tapear sentado a ritmo de una carta de alta cocina como homenaje a los grandes chefs y amigos, sirviendo en miniaturas las recetas que han marcado una época en la historia culinaria: Yogur de foie gras (en espuma), Migas caramelizadas y frutos secos rallados; Jarrete de cerdo lacado con puré-espuma de patata (homenaje a Joel Robuchón); y, ¡cómo no!, arroces: Carnarolli meloso en fondo de anguilas ahumadas, perlas de cereza y aceite de romero (histórico de Quique Dacosta); y de postre, el bosque de chocolate (homenaje a Torreblanca) o el Yogur y violetas (homenaje a Mario Sandoval). En cocina, Quique se rodea de un tándem magnífico de jóvenes cocineros que saben darle el punto exacto a esta carta-homenaje: Germán Carrizo y Carito Lourenço. En la sala, Luján Carnicer; y en la dirección de la más sorprendente y brillante bodega de un gastrobar, Manuela Romeralo. La sumiller, que acaba de recibir el Premio Sumiller otorgado por la Academia Internacional de Gastronomía, ha creado la carta de vinos más caprichosa de cualquier barra valenciana: comienza con sugerencias por copas en las permite darse un capricho a base de Finca Terrerazo 2007, Pétalos del Bierzo 2008 o un Piper Heidsieck Brut Cuvée; y continúa con una apuesta por los generosos: la bota de Palo Cortado Nº21 o el Fino La Panesa. Y así va pasando por el mundo del espumoso y de ahí a una selección de vinos del mundo que es un magnífico ejemplo a seguir por las tabernas del resto de España. Su carta, elaborada con mimo, es un sentido homenaje a amigos y buenos bebedores, a quienes ha pedido prestados sentimientos y pensamientos relacionados con el vino como el de Winston Churchill: “Yo no puedo vivir sin champán; en caso de victoria lo merezco, en caso de derrota me consuela.” A la mesa La comida: Mediterránea creativa y en miniatura. Dos menús: uno para Compartir y otro para degustar Individual. El vino: Selección cuidada y caprichosa, más de 80 referencias en carta y una treintena para disfrutar por copas. Su sello especial Los arroces de Quique Dacosta en miniatura. Dirección: C/ Correos, 8. Valencia. Tel. 963 218 686. Horario: de 8.30 a 17.00 h y de 20.30 a 23.30 h.