- Redacción
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- 2001-12-01 00:00:00
Esta es una de las armonías culinarias más sugerentes y placenteras para estas fechas. Un homenaje al gusto y al cuerpo. Como aperitivo o como primer plato, los ahumados y el Champagne hacen una combinación sublime.
La historia del ahumado y de su técnica se hunde en la noche de los tiempos. Se desconoce cuándo exactamente el ser humano comenzó a almacenar y conservar alimentos para poder ingerirlos más tarde sin que se pudrieran, aunque se supone que la necesidad verdaderamente acuciante se inició durante el neolítico. Desde entonces, el secado, ahumado, curado y salado han sido los procesos de conservación más comunes. El ahumado de carne de todo tipo de animales comestibles, fue en sus comienzos una técnica muy empleada en Europa, América del norte y Polinesia. Hoy en día contamos con toda clase de ahumados, de un sinfín de procedencias y de características muy singulares.
El método de ahumar pescado es uno de los más antiguos, y en él se combinan las técnicas de cocido y secado. El cocido destruye enzimas mediante la acción del calor y disminuye la actividad bacteriana; el secado, reduce la humedad en la carne, por lo que se evita el crecimiento de microorganismos; y el efecto bactericida del humo protege al pescado, además de impregnarle de aromas a través de las esencias del combustible empleado (madera de roble, álamo...), dándole a su vez un atractivo color. Las especies de pescado recomendadas para ahumar son aquellas que tienen un alto contenido de grasa como el salmón, la trucha, el atún, el pez espada... Eso sí, partiendo siempre de una materia prima de buena calidad.
Prepare una cromática tabla de ahumados para acompañar al Champagne. Elija cualquiera de estos excepcionales vinos que aquí proponemos, enfríelo adecuadamente
-la temperatura ideal está entre los 6 y 8 grados-, y disfrute con la finura y la complejidad de sus aromas.
Ayala Brut
Notas de manzana e hinojo, excelente limpieza de aromas, un buen equilibrio en el paso de boca, un carbónico expresivo, quizá demasiado, porque domina al final.
HEnry Abele
Larga estancia en rima, de complejo buqué, aromas de mantequilla, fruta confitada. Con cuerpo, cremoso, bien estructurado, notable acidez que le da frescura.
Mumm Brut
Aromas poco convencionales (piña, melocotón) que se adhieren a los típicos de manzana o flor de violeta marchita. Algo goloso en boca, envolvente y amplio.
Perrier Jouët
Excelente buqué de crianza, recuerdos de pan dulce, fruta muy madura o frutos secos. Elegante, cremoso en el paso de boca, largo y muy persistente.
Ruinart Brut
Buen buqué de crianza con recuerdos frutosos, de corteza de pan y flores secas. Muy equilibrado, con cuerpo, una cremosidad cubre el paladar con mimo, amplio y largo.
Veuve Clicot Ponsardin
Expresivo, pan tostado, flores secas y recuerdos de champiñón muy atractivos. Un vino con cuerpo, fragante y espléndido final, lleno de cremosidad.