Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Si hicieran falta pruebas de los beneficios, de las ventajas, de los óptimos resultados del mestizaje, no habría más que pensar, sentir, disfrutar, de una sobremesa al modo clásico. ¿En qué consiste? En compartir, sin prisa, café, brandy y puro. Tres sólidas columnas procedentes de tres continentes para sostener el artesonado de ese monumento que se puede llamar felicidad o, cuando menos, satisfacción, que no es poco.
La combinación es perfecta, el humo inciensa una ceremonia en la que se funden -esto sí que es la cacareada “fusión”- los descarados aromas exóticos con el refinamiento de las añosas maderas, los punzantes amargos del café con los golosos y aún frutales alcoholes del aguardiente.
No es gratuita esa acrisolada combinación de brandy y café que han bendecido siglos de cultura gastronómica. La armonía se basa en ciertas similitudes de su composición (ambos proceden de frutos procesados y, en su caso, fermentados) y de su expresión, el equilibrio y la delicadeza con que ambos han de mostrarse a los sentidos, al olfato, al gusto y al tacto en el paladar.
Lo que resta para el juego personal es elegir la combinación favorita. ¿Continuidad o contraste? ¿Fuerza o delicadeza? Lo único fundamental es la calidad, lo demás es capricho y tanto en cafés como en Brandy hay mucho donde elegir.
NUESTRA SELECCIÓN:
Jaime I
Miguel Torres.
Aromas complejos in crescendo, notas de cacao, cereales. Paso aterciopelado, muy conseguido y pleno.
Mascaró
Cuvée MM X.O.
Antonio Mascaró, S.L.
Muy fino, complejo. Integración perfecta del alcohol, sedoso, con un final rotundo.
Peinado 20 años
Hijos de J. A. Peinado.
Notas bien definidas de frutos secos, maderas aromáticas. Lo mejor su delicado paso, intenso.
Satie
Alvisa.
Un estilo moderno donde destacan la limpieza y los atributos de una madera bien ensamblada. Buen paso, lleno de matices y corte seco muy vivo.
Lepanto PX
González Byass, .
Carácter singular infundido por las barricas de PX, potente y espectacular. Goloso, armónico y largo.
1885 Gran Reserva
López Hermanos, S.A.
Buqué clásico, con la solera de donde procede. Potente, equilibrado, con gran longitud en el final.
