- Ana Lorente
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- 2011-12-01 00:00:00
En vez de una tarta, una nueva confitería repleta de tentaciones dulces y saladas, con una bodega espléndida y, como guinda, un restaurante, o dos... Parecería un regalo excesivo, pero cuando uno cumple 80 años, se lo merece todo. Y Mallorca ha llegado a esa madurez como una rosa. Un par de retratos en la pared pueden ser la máquina del tiempo. Es 1931. María, embarazada, da los últimos toques al local. Y así nacen a la par su hijo Manolo y Mallorca, la creación de su marido, Bernardino, que se independiza a su propia tienda, a su propio obrador, tras haber aprendido todos los secretos en el gremio de la repostería, los bombones y las golosinas. Sus nietos los recuerdan, sus bisnietos solo conocieron la imagen mítica de aquel maduro caballero gourmet que no bebía más que champán y dejó sentadas las sólidas bases de una saga familiar. Por eso todos siguen allí, unos en cocina, otros en gestión, otros incluso en la arquitectura que personaliza la nueva casa... Ahora son 20 establecimientos, una espiral que ha convertido en símbolo la ensaimada que le dio nombre. Ahora son casi mil personas las que garantizan el lema Hecho en casa que vio nacer, por ejemplo, los primeros macarrons, los históricos, que ahora están tan de moda. O la incorporación reciente de la panadería variada y de los panettones, que les han costado unas cuantas visitas y profunda investigación en su cuna, en Italia. Esa es su forma de trabajo desde siempre, adivinar y diseñar tendencias, y seleccionar, crear o perfeccionar delicias de cualquier procedencia. Ahora, en el nuevo espacio Mallorca Market, eso se refleja no solo en los mostradores sino en las cartas del comedor informal de la primera planta y el más relajado abajo, en torno a un patio ajardinado que es un milagro en pleno centro. A la cocina se ha sumado una bisnieta, Yolanda, que atenta a los tiempos, simplifica y rejuvenece oferta y precios. Así se puede empezar con ensaladas y unas tablas de lo más exquisito de la tienda y concluir con risotto, pasta, asados sencillos... Y así conservar el deseo a la hora del postre, el bocado dulce, la inevitable guinda. A la mesa La comida: Carta joven y al gusto global, pero tratada como cocina auténtica: hamburguesa, risotto. El vino: Nacionales y foráneos, y algunas elaboraciones exclusivas con su marca. Lo mejor, la conservación. Su sello especial: Comedores integrados en la tienda; así, se puede degustar cualquier capricho. Y la preciosa obra. Dirección: Génova 12. Madrid. Tel. 914 100 020. De 9 a 21 h.