- Redacción
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- 2018-12-14 00:00:00
Marinero sin mar, camaleónico y charlatán. La singularidad del pescado más codiciado de estas fiestas no conoce límites.
D ecía
el escritor gallego Julio Camba que "el besugo es el más madrileño de
todos los pescados del mar”. Y aunque no es la primera vez que una
criatura acuática cambia las saladas aguas del océano por una colonia en
tierra firme por motivos religiosos (no hay más que ver a los
crujientes y todopoderosos calamares de la madrileña Plaza Mayor), no
deja de asombrarnos esa capacidad de supervivencia extrema. En cualquier
caso, el besugo –o "voraz"– es un enigmático pez de ojos enormes y
color rojizo con una naturaleza nada común. Empezando por su curioso
hermafroditismo: todos los besugos son machos al nacer, pero al alcanzar
la madurez se convierten en hembras y se lanzan a la conquista de aguas
más profundas. Otra de sus singularidades más sonadas (nunca mejor
dicho) es su comentadísima capacidad para dialogar, esa supuesta
elocuencia que se les presupone, y que fue descubierta por casualidad
durante la II Guerra Mundial: al intentar rastrear los submarinos, los
sónares quedaron abrumados por la inmensa (e inesperada) cantidad de
sonidos que se escuchan bajo el mar (entre ellos, animadas
conversaciones de besugos). Además, es una especie de camaleón acuático:
en teoría es un pescado blanco, semigraso; pero debido a su alto
contenido en grasa, puede transformarse en pescado azul durante los
meses más fríos del año. En Japón, donde lo convierten en sushi con
precisión de samurái, es uno de los bocados más apreciados que existen
desde tiempos inmemoriales: lo consideran un símbolo de buena suerte, ¡y
hasta han inventado un insólito helado de besugo! Probablemente sea el
único lugar del mundo donde lo adoren tanto como en Madrid, y aquí va un
dato que ilustra el ansia besuguil de la capital: entre el 23 y el 25
de diciembre de 1903 se vendieron en Madrid 40.000 besugos procedentes
del Atlántico y el Cantábrico (como el de la suculenta receta de La
Chalana, frente a la rula de Avilés –Asturias–). Casi nada.
Astobiza 2017
Bodega Astobiza
D.O.P. Arabako Txakolina
www.astobiza.es
Ondarrabi Zuri
Consumo: 10 ºC | PVP: 9,5 €
Este txakoli se expresa auténtico, limpio y con altas dosis de toques silvestres que resultan evocadores a la vez que muy adecuados para combinarlo con este bocado de mar tan demandado en estas fechas. Su longitud y expresión cítrica hacen que el sabor del pescado perdure en el tiempo.
Príncipe de Viana Ecológico 2017
Bodegas Príncipe de Viana
D.O.P. Navarra
www.principedeviana.com
Garnacha Blanca
Consumo: 10 ºC | PVP: 8 €
Aunque seguimos con una opción blanca, cambiamos de uva y por tanto de carácter. Su presencia aromática basada en recuerdos anisados y frutales y ese cuerpo que se aprecia en boca sacan a relucir las virtudes del bocado potenciando sus sabores sin perder la agilidad.