- Antonio Candelas, Laura López Altares
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- 2019-03-29 12:52:00
El postre nos tienta desde tiempos inmemoriales. Nació fruto de una atracción atávica por el dulce, pero también con una voluntad práctica debido a los poderes conservantes de la miel y el azúcar. Antaño febril antojo de nobles y reyes, hoy vicio confesable.
E l dulce provoca una atracción innata e incontrolable: desde que es detectado por las papilas gustativas de la lengua, el cerebro lo identifica como un sabor "potencialmente seguro" –en oposición al amargo, asociado al veneno– y se deja llevar por la cálida promesa de un glorioso bocado.
Bizcochos, cruasanes, magdalenas, pasteles, galletas, tartas, hojaldres... la adictiva dulzura puede materializarse en diversas formas, texturas y colores, pero todos estos postres comparten ese hueco especial para el que siempre hay sitio y tres ingredientes imprescindibles: harina, huevos y, por supuesto, azúcar.
Nuestros antepasados prehistóricos ya se embriagaban con mieles silvestres, y en la Antigua Grecia reservaban los pasteles para ocasiones especiales (también se dice que inventaron la tarta de queso para alimentar a sus ilustres deportistas). Fueron los romanos quienes introdujeron los secundae mesae –uno de sus favoritos era el pan con levadura y miel– en sus fastuosos banquetes, aunque ellos los tomaban entre platos salados.
En aquellos tiempos, el poder conservante de la miel resultaba deliciosamente práctico, aunque la verdadera revolución dulce se inició con la llegada de la exótica caña de azúcar –los árabes la mezclaban con frutos secos–, considerada un producto de lujo hasta el siglo XIX. Con la extracción industrial del azúcar de remolacha, la repostería experimentó un notable impulso, y hoy en día es la más precisa, bella y exigente especialidad culinaria.
Infinitus Moscatel
Cosecheros y Criadores
V.T. Castilla
www.familiamartinezbujanda.com
Moscatel de Grano Menudo
Nos hemos decantado por esta primera opción por la franqueza de sus aromas perfectamente adaptados al momento dulce. Es fácil de beber, agradable y con mucha frescura para limpiar el bocado y continuar disfrutando de sus matices y texturas. No hay que oividar que tras esa amabilidad tiene que haber un punto dulce que no desatienda la armonía.
Vi de Glass 2016
Cavas Gramona
D.O.P. Penedés
www.castelodemedina.com
Xarel·lo
Hay que elegir bien el dulce con el que acompañar esta delicia. Las notas de manzana asada, piel de limón y los recuerdos florales hay que tratarlos con mucho mimo para que todo quede equilibrado. Proponemos un delicioso pastel ruso. Su esponjosa textura y delicado sabor a avellanas y almendras harán que el disfrute sea máximo.
Solera 1847
González Byass
D.O.P Jerez y Manzanilla
www.gonzalezbyass.es
Palomino Fino, Pedro Ximénez
Magnífico candidato para acompañar a los dulces más rotundos. La intensidad de sus aromas se mueve entre los detalles de piel de naranja, orejones y uvas pasas. Todo parece haber sido creado para disfrutarlo con unos pestiños tan propios en esta época del año. Nosotros los preferimos en este caso con miel, pero se admiten también los de azúcar.
Mistela Turis
La Baronia de Turis Cooperativa
D.O.P. Valencia
www.baroniadeturis.es
Moscatel
Este vino de licor tan propio de nuestras sobremesas es un buen acompañante de dulces. Una armonía que funciona es, sin duda, otra de las creaciones que se suele servir en Semana Santa en algunas zonas de España: las flores de sartén. La finura de la masa quebrada es toda una experiencia que pide a gritos un trago licoroso para fijar los sabores.