- Antonio Candelas, Diana Fuego, Foto: Alexander Raths / AdobeStock
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- 2023-12-05 00:00:00
Las aves son tan poderosamente sabrosas que sellan un pacto ancestral entre el otoño y el invierno, mezclando los mejores ingredientes de ambas estaciones... e incluso de dos mundos. Porque la tradición de comer pavo en navidades se remonta a las fiestas del solsticio mexicas en honor a su dios del sol.
Pulardas, faisanes, picantones, pintadas, pollos, codornices, patos, pavos... El desfile de aves rellenas es un suculento espectáculo donde la delicadeza y los sabores del bosque se funden con ingredientes tan variados como las uvas, el beicon, la naranja, las ciruelas pasas, los frutos secos, los orejones, la calabaza, la manzana, el jamón, la cebolla, la castaña, el chocolate, las setas o el foie. El solsticio asiste cómplice y hambriento a este pacto entre otoño e invierno cuyas raíces se remontan a tiempos remotos.
Porque la tradición de comer pavo en Navidad no se inició en Estados Unidos, como quizá piense algún lector despistado después de haber visto en series y películas todos esos banquetes de Acción de Gracias con el pavo asado como plato estrella.
Antes de que en Europa se conociera siquiera la existencia del pavo, los aztecas ya comían guajolotes en México durante la fiesta de Panquetzaliztli, que celebraban al llegar el solsticio de invierno en honor a Huitzilopochtli, dios del sol y la guerra.
Después de la conquista, este exótico animal llegó a España, donde lo bautizaron como gallina de Indias, y más tarde como pavo –porque les recordaba al pavo real–. Su popularidad creció tanto que se convirtió en uno de los favoritos de la nobleza europea. Mientras, en tierras mexicanas, Fray Pedro de Gante celebró la primera Navidad en 1528. Al coincidir con el solsticio, se mantuvo la tradición indígena de comer guajolote. Y así, como sincretismo entre dos culturas, comenzó la era del pavo navideño.
Llopart Original 1887 Brut Nature 2011
Llopart
www.llopart.com
Corpinnat
Montònec, Xarel·lo, Macabeu
Hemos buscado dos vertientes para desentrañar esta incógnita navideña. La primera se trata de apostar por frescura, finura y complejidad en forma de este espumoso que, lejos de achantarse ante la opulencia del bocado, nos regala un momento de gozo extraordinario porque se encarga de rebajar la intensidad de matices sin perder el protagonismo que se le presupone a una elaboración de larga crianza como esta.
Torre de Loizaga Selección 2021
Txakoli Torre Loizaga
www.vinasulibarria.com
D.O.P. Bizkaiko Txakolina
Ondarrabi Zuri, Riesling
Siguiendo esa línea de enfrentar a nuestra ave rellena con elaboraciones vibrantes y frescas, pero bien armadas con una personalidad indiscutible, hemos dado con este blanco cuya crianza de 10 meses sobre lías lo convierte en una opción muy adecuada. En boca tiene un punto goloso muy bien integrado en un contexto de frescura y viveza. Al final, el toque de hinojo y floral se mantiene tras el trago.
Baigorri Finca La Canoca 2021
Bodegas Baigorri
www.bodegasbaigorri.com
D.O.Ca. Rioja
Tempranillo
Empecemos a incorporar algo de rock and roll en forma de este espléndido tinto procedente del viñedo que le da nombre, ubicado en plena Rioja Alavesa. La amplitud frutal es lo que lo convierte en un candidato indiscutible en cuestión de tintos porque mantiene frescura y su estructura queda bien equilibrada, de manera que ni se impone al bocado ni se queda atrás en la armonía. Un verdadero acierto.
Viña Sastre Pago de Santa Cruz 2020
Bodegas Hermanos Sastre
www.vinasastre.com
D.O.P. Ribera del Duero
Tinta del País
La traca final no es menos importante. El objetivo era demostrar que el poderío de la Ribera del Duero es capaz de equilibrar una preparación como esta sin excesos ni estridencias. Lo hacemos con una de las referencias que mejor expresan el carácter de la zona más canónico. Poderío frutal, concentración bien controlada y elegancia bien administrada. Unas cualidades ancladas en una frescura excelente.