- Jose Luis García Melgarejo
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- 2012-05-01 09:00:00
A priori, pocos consumidores relacionarían la miel con residuos químicos. Sin embargo, la miel comercializada en nuestro país por las grandes multinacionales -que es la que más se vende- dista mucho del producto natural que sale de las colmenas. La industria ha estandarizado el producto, lo ha homogeneizado en color y sabor. Nada más alejado de la realidad, puesto que la miel es un producto biológico de composición química compleja y diversa que varía en función de su origen floral.
Dulce y saludable
Los consumidores reconocen la miel como un producto natural, asociado a la protección de la salud y, ciertamente, lo es en origen. La miel y los productos derivados de la apicultura constituyen un auténtico regalo de la naturaleza para la salud humana. Contiene un 83% de azúcares, principalmente glucosa y fructosa. Es un edulcorante natural tan antiguo como el hombre, capaz de endulzar 25 veces más que el azúcar ordinario. Además, es un producto de fácil asimilación por el organismo. Junto a su alto valor energético, su alto contenido en vitaminas y sales minerales, también se le atribuyen propiedades antisépticas, antifebriles, diuréticas, inmunológicas y digestivas.
Un abanico de variedades
La miel es un producto vivo, como el vino, y hay tantos tipos de mieles como fuentes de las que proceden. Es por ello que no se debería hablar de miel, sino de mieles. Cuando está en el envase, se solidifica, esto es tan natural como que el huevo tiene forma ovalada. La miel que se vende es líquida porque se ha pasteurizado y se han roto los procesos por los que se cristaliza. Es más cómodo que la miel sea líquida, pero no es natural.
Mejor si es ecológica
Pero hay más, las mieles líquidas no procedentes de la apicultura ecológica pueden contener residuos químicos. Los tratamientos a los que se someten las colmenas y la miel durante su manipulación pueden generar residuos que permanecen en el producto que llega al consumidor final, hecho desconocido por la mayoría de los aficionados a este dulce producto. Por otro lado, los tratamientos de calor a los que se somete a la miel para pasteurizarla hacen que el producto final parezca un simple edulcorante. Este es uno de los retos para aumentar el reconocimiento de la miel ecológica: fomentar que el consumidor tome conciencia del valor nutricional de la miel, así como de que las características de textura, color y sabor de los distintos tipos de mieles son naturales y de que las mieles procedentes de la apicultura ecológica son las que mejor pueden proporcionar todos los beneficios asociados al consumo de esta.
José Luis García Melgarejo