- Jose Luis García Melgarejo
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- 2013-04-01 09:00:00
Los aztecas usaron los granos de cacao como moneda de cambio, hasta que lo empezaron a triturar y mezclar con agua, descubriendo su sabor y utilidades para la alimentación. Hernán Cortés lo introdujo en Europa, donde se empezó a mezclar con azúcar y especias para paliar su amargo sabor. Considerado la comida de los dioses por los mayas, hoy día el chocolate es un ingrediente que no falta en nuestros dulces y postres y poca gente puede resistirse a su sabor. Aunque el árbol del cacao puede alcanzar de forma natural una altura de tres o cuatro pisos, el manejo agronómico hace que no supere los seis metros. Las mazorcas de cacao pueden ser de diferentes colores y tamaños: verdes, amarillos, violetas, marrones y naranjas. Las semillas están envueltas en su interior por una sustancia pringosa de consistencia gelatinosa y con un sabor un tanto ácido.
Mercado de difícil acceso
El cacao es la materia prima más comercializada en el mercado mundial después del petróleo y el café. Cinco compañías controlan el 80 % del comercio y unas pocas multinacionales controlan el 70 % de la transformación. Según Fairtrade, la organización internacional de comercio justo, aproximadamente el 90% del cacao producido a nivel mundial proviene de empresas familiares, principalmente de países de África occidental y Latinoamérica. 14 millones de personas se ganan la vida con su producción, muchos de ellos pequeños productores que no tienen conocimiento del valor real que tienen sus productos, favoreciendo que los intermediarios se aprovechen, ofreciéndoles precios muy por debajo del valor que tienen en el mercado. Una situación que, aunque parezca increíble en pleno siglo XXI, provoca un alto porcentaje de trabajo infantil e incluso de esclavitud.
Responsabilidad social
Como respuesta a esta injusticia social, el comercio justo ofrece a los productores de cacao un mínimo de rentabilidad, por lo que obtienen una correcta remuneración por su trabajo. Si es de producción ecológica, además de garantizar que los productores han sido tratados justamente, se asegura que no se han usado técnicas agrícolas perjudiciales para el medio ambiente o para la salud de las personas. Una elección que cada vez hacen más consumidores responsables.
Texto: José