- Redacción
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- 1997-06-01 00:00:00
En la cepa universal, transfronteriza, en el viñedo común de toda la enología desde Noé, donde el inglés impera, domina el francés, y se expresa contundente el alemán, también se habla español.Faltaba en nuestro idioma, vínculo cultural de casi 400 millones de personas en cuatro continentes, una revista de carácter internacional, hermana de otras con similar vocación, sobre todo cuando el viñedo es ya viñedo global, los vinos rompen su localismo y el mercado se unifica y expande. Vinum en español. Parece un sueño: una de las mejores revistas especializadas del mundo, con ediciones en alemán y francés, se edita ahora en lengua hispana y para todos los que hablan nuestro idioma. Ya no hará falta saber inglés, francés o alemán para enterarse de lo que pasa en Burdeos o California, conocer de primera mano la pujante realidad de los vinos australianos, o acceder a la cata de los mejores especialistas internacionales. A su vez, la realidad pujante de nuestra enología y la de los países hispanamericanos será difundida a los cuatro puntos cardinales. Porque una de nuestras primeras preocupaciones es que los temas enológicos de los paí-ses hispanoparlantes, entre los que se encuentran potencias vitivinícolas como Argentina o Chile, y otros donde el vino cobra cada día más importancia como México, Colombia, Venezuela o Bolivia, por no hablar de las comunidades latinas norteamericanas, tengan amplia cabida y difusión en nuestras páginas. Y que Vinum en español se distribuya en todos estos países.
Si me preguntan cuál es la virtud que más aprecio en el vino -superadas las deficiencias técnicas, y lograda una calidad media más que suficiente- diré sin vacilación que es la personalidad. Quien acusa primero el hartazgo de los vinos clónicos es el crítico, obligado a catar unas cincuenta marcas a la semana. Resulta insufrible ese patrón, común denominador, omnipresente en nuestra producción vitivinícola: aromas casi idénticos en los blancos jóvenes, con la nota abrumadora y tantas veces discordante de la banana; pimiento verde en los cabernets que no cesan, defecto este que se suele tener por virtud entre nosotros, no sé a cuento de qué. Ayer, sin ir más lejos, la madera usada que todo lo cubre, en los tintos de Rioja o con “riojitis”. Porque el vino debe ser, ante todo, manifestación del terruño, de la cepa en su circunstancia. De ese terruño al que, con la cepa y su viticultor, como no podía ser menos, dedicamos la portada de nuestro primer número.