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Que España se encuentra entre los grandes países vitivinícolas es algo que algunos datos avalan con la tozudez contundente de sus cifras. Por ejemplo, ya tenemos vinos capaces de codearse, en calidad y precio, con los más caros del mundo, privilegio hasta ahora de Francia, Italia, y, en algunos casos, Alemania o EE.UU. Primero fue Álvaro Palacios con su “L’Ermita”, un Priorato que sale de bodega a unas 15.000 ptas. pero que pronto alcanza las 50.000. Ahora, Peter Syseck ha puesto el listón en 90.000 ptas. con su “Pingus”, un Ribera del Duero que ha convertido en barato a “Vega Sicilia”. Eso sin contar con los viejísimos y raros vinos de Jerez, “Añadas” de González Byass en cabeza, que superan fácilmente las 20.000 ptas. Obviamente, se trata de vinos minoritarios, excepción a la regla común de nuestros precios bajos. Es la manida relación calidad/precio de los vinos españoles. Porque cada día resulta más aberrante pretender sustentar nuestra realidad vitivinícola sobre la base de precios medios que apenas si alcanzan las 300 ptas. la botella. Es evidente que la mejora de calidad experimentada por nuestros vinos, particularmente en zonas sensibles de Galicia, Castilla y León, Rioja, o Cataluña, exige una revisión al alza de estos precios, lo que el propio mercado internacional está forzando. Y más si tenemos en cuenta a cómo se han pagado las uvas de las últimas vendimias, particularmente la del 98. No es ajeno al incremento sustancial de ventas y una mayor perspectiva de crecimiento en los próximos años el hecho de que en Rioja los precios se hayan disparado un 55% pese a tener la cosecha más abundante de las últimas décadas. En Ribera del Duero la cosa roza el dramatismo, con uvas compradas a más de 400 ptas. el kilo, un precio “francés” que sólo resulta viable si los vinos tienen también precios franceses, lo que, salvo excepciones, no parece el caso. Es necesario, por tanto, moderar los precios de las uvas dentro de unos límites razonables para no entorpecer el lento crecimiento de la ecuación calidad/precio. Subir el valor de los vinos españoles de acuerdo a su cada vez mayor calidad nos llevará todavía algún tiempo. Correr es perderse.