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Navarra, el Reino de la diversidad

  • Redacción
  • 2010-10-01 00:00:00

Pocos viñedos hay tan ricos en diversidad como los navarros. Y es que en sus tierras tan diferentes y variadas, la notable diferencia que se encuentra en sus diversos microclimas, en fin, la variada nómina de variedades que enraízan en sus suelos pueden ofrecer la impresión de que estamos ante un pequeño continente encajado, concentrado, acomodado en algo más de 10.000 kilómetros cuadrados, que es lo que alcanza el territorio foral. Se puede gozar de gran diversidad de paisajes, desde la brillante nieve de los picos pirenaicos al verdor casi imposible de sus valles, de la ubérrima huerta de la Ribera del Ebro al grandioso espectáculo desértico de las Bárdenas Reales... Todo exagerado, todo parece llevado al extremo en aquel pedazo de tierra mágica. Con toda lógica los vinos que tradicionalmente se han elaborado en aquellos heterogéneos paisajes han sido tan diversos como su tierra. La experimentada Denominación de Origen Navarra, que ya acaba de cumplir sus 75 años, es una de las más exigentes a la hora de otorgar la contraetiqueta que valida a una botella como merecedora de tal honor, aunque no es fácil controlar los casi 85 millones de litros de vino, salidos de las 17.500 hectáreas de viñedo que acoge y vigila. La rica gastronomía navarra muestra su mejor piel, que es la del color de sus vinos, intensos, diversos, ora dulces y dorados como el recuerdo del primer amor, ora de pálido tono rosado, o blanco, que parecen perpetuar el suave discurrir de los sabores, ora sabrosos, potentes y poderosos, como sus diversos y briosos ríos, pero siempre expresivos y fiables. ¿Qué más se puede pedir? Si acaso que el buen aficionado se acerque a esos buenos productos para comprobar que, efectivamente, existe el excelente vino navarro más allá del rosado.

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