- Redacción
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- 2005-10-01 00:00:00
La uva Syrah está causando furor entre los bodegueros más inquietos de nuestro país, aunque todavía los consumidores no participan plenamente del mismo entusiasmo. Al menos con la devoción que esta cepa provoca en otras latitudes. Las razones son variadas y de peso: en primer lugar, la mayoría de los vinos elaborados con Syrah son buenos, cuando no excelentes. Y eso tanto si vienen de Cataluña o de Alicante, como si han crecido en los campos de las dos Castillas, o en el profundo Aragón vitivinícola. Por otra parte, el perfil organoléptico de los tintos de Syrah se corresponde con los gustos actuales de la mayor parte de la crítica especializada, aunque puedan resultar excesivos para el bebedor habitual. Uva agradecida y generosa en nuestras tierras, que ya da buenos frutos en las primeras vendimias, parece tener asegurado un brillante porvenir en España. Como ya lo tuvo en Australia, donde fundamentó un impresionante y exitoso despliegue comercial por todo el mundo, convertida en su baza enológica más personal, con el fabuloso Grange de Penfolds a la cabeza, e imponiendo nombre y fama. Sin olvidar, naturalmente, su lugar de origen, el valle del Ródano, la gran región vitivinícola de Francia donde Auguste Clape elabora un Cornas de ensueño, Jean-Louis Chave un Ermitage de locura y Jean-Luc Colombo sienta cátedra con su ya clásico «Les Ruchets». Más modestos, pero con igual fe en esta uva de aromas gloriosos, unos pocos e imaginativos bodegueros españoles se lanzaron a elaborar tintos de Syrah, con un nivel más que aceptable, cuando no excepcional, pese a la juventud de las cepas. En Priorato primero, cultivada por el impagable René Barbier, que la utiliza para su Clos Mogador, luego en Toledo, de la mano de Carlos Falcó, y posteriormente en Jumilla y Alicante. En apenas un lustro la Syrah ha extendido sus raíces por los sitios más insospechados de nuestra geografía. Pletórica de fruta, profunda de color, abundante de jugosos taninos, tal vez corra el riesgo de caer en la desmesura si los enólogos no son capaces de resistir la tentación fácil de los vinos aparentes. Porque si bien es cierto que la Syrah ha demostrado que se encuentra a gusto en España, donde muestra sus aromas frutales, concentración y sedosa carnosidad sin ningún pudor, también lo es que esta uva tiene un potencial mayor de notas aromáticas, cuyo resalte es imprescindible para escalar puestos en la difícil y concurrida espiral de la calidad. Carlos Delgado