- Redacción
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- 2005-11-01 00:00:00
Las próximas navidades pueden ser una buena ocasión para la reconciliación. No me refiero a la dimensión política que tal término sugiere, y que tuvo su máxima expresión en el proceso de transición democrática, sino a un aspecto menos trascendente pero igualmente jovial: la vuelta a la normalidad festiva del cava, que en estas entrañables fiestas tiene su mejor momento, hasta el extremo de que los españoles consumimos en tan señaladas fiestas casi el 60% de la producción nacional de espumoso natural. Y es que el año pasado, una disparatada ocurrencia del señor Carod Rovira a cuenta de la sede olímpica madrileña, propició el boicoteo al cava catalán, con nefastas consecuencias para un sector tan delicado y estacional de nuestra enología. El disparate del parlamentario catalán penalizó, paradójicamente, a unos bodegueros que, mayoritariamente, rechazan cualquier veleidad independentista, izquierdista y republicana. Por eso, el boicot nos pareció un disparate, una vergüenza que sacó los colores a los consumidores de cava que saben de qué va la historia. Y hablando de colores, nada mejor que el cava rosado para el necesario reencuentro. Una moda que recorre el mundo impulsada por su atractivo color y el consistente frescor afrutado de sus ligeros taninos Tras años de dudas, la mayoría de los cavistas se han decidido a elaborar este tipo de espumoso natural que aúna el refrescante paladar con un mayor cuerpo y una más intensa presencia sápida. No es extraño que cada vez tenga más partidarios en todo el mundo. A las variedades clásicas más empleadas como la Monastrell y la Garnacha tinta, se han incorporado otras menos habituales, y felizmente recuperadas, como la catalana Trepat. Por otra parte, la Pinot Noir, cepa reinante en Champagne, siempre polémica, comienza a adquirir un irresistible protagonismo entre los cavas rosados, los únicos para los que está autorizada. Con gran escándalo de los cavistas más conservadores, que ven en ello un peligro para la tipicidad de nuestro espumoso natural. Recelos aparte, lo cierto es que los cavas rosados han alcanzado un buen nivel de calidad y que mantienen el encanto particular de nuestro mejor espumoso natural, capaces de aunar la sutileza y complejidad aromática con el impacto desenfadado y alegre de su burbujeante paladar. He aquí un buen plantel de cavas rosados para beber en las próximas fiestas navideñas y recuperar una normalidad que nunca debió perderse.