- Redacción
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- 2005-01-01 00:00:00
Finalmente, y tras un año seco y rijoso, que ha demostrado lo importante de mantener la viña en perfectas condiciones, la cepa sana y cuidada, y las producciones bajas para afrontar con éxito las condiciones climáticas adversas o difíciles, la cosecha del 2005 ha resultado de gran calidad y no tan escasa como se preveía. La nueva añada tiene el atractivo del potencial aromático y el riesgo de cierto desequilibrio entre acidez y alcohol, lo que puede afectar a los vinos de larga crianza. En años así es cuando se evidencia la importancia de la maceración carbónica, una tipología que lenta pero inexorablemente se expande por toda la geografía española, ofreciendo a las zonas con menos recursos promocionales la posibilidad de situar sus tintos jóvenes entre los vinos de calidad. Y con el mismo valor añadido de los populares y prestigiosos “cosecheros” riojanos, lo que permite precios más rentables. Todo esto quedó meridianamente de manifiesto en la última edición de Primer. El recorrido por las 34 bodegas participantes permitía degustar tintos -y algún que otro extraordinario blanco- de prácticamente todas las zonas vitivinícolas españolas, con la novedad sorprendente de la mallorquina Benissalem, y la recuperación de Ribera del Duero y Jumilla. Los vinos mostraron al feliz visitante las virtudes de la cosecha 2005, superior a la añada 2004, por lo menos en lo que a vinos de maceración carbónica se refiere. Una fruta más expresiva y evidente, mayor contenido alcohólico que dulcifica y suaviza la juventud de los taninos, y un paso de boca desenfadado pero de recuerdo persistente. Es decir, los mejores atributos de nuestra entrañable maceración carbónica. Tan entrañable como la masiva presencia de jóvenes, verdaderos protagonistas de este Primer. Solos, en pareja, o formando apasionados grupos, no sólo cataron los vinos y discutieron entre ellos sus preferencias, sino que establecieron un diálogo pedagógico con los bodegueros, sorprendidos ante el rigor de sus preguntas. Un fenómeno habitual en las últimas ediciones de Primer, pero que nunca había alcanzado una dimensión tan significativa. Fue una pena que no visitaran Primer los escandalizados concejales del municipio madrileño donde, por fin, han tenido la buena idea de promocionar la cultura del vino -y, por lo tanto, el consumo moderado- entre los jóvenes. Sólo la ignorancia o el papanatismo puede explicar su oposición. Primer 2005 ha demostrado, para quien todavía no lo supiera, que el mejor antídoto contra el alcoholismo es el gozo inteligente del vino.